Y si contamos las estrellas

1. Nuevo comienzo.

LIAM.

¿Hay algo peor de que a tus padres se les ocurra la brillante idea de cambiarte de escuela en tu último año de secundaria?

Pues déjame decirte que sí.

Hay algo peor.

¡QUE DECIDAN MUDARSE AL OTRO PUTO LADO DE PAÍS!

¿En que cabeza cabe?

En la de ellos.

Gracias conciencia, gracias.

—Liam ¿Podrías moverte y ayudar? ¿O vas a quedarte ahí de pie como pendejo? — Liana me sacó de mi ensimismamiento.

Hace rato tenía que haber bajado para ayudar con la mudanza, pero decidí quedarme un rato más para ver mi habitación por última vez —que ya no era mía por cierto— si, soy un poco sentimental. Pero ¿Quién no se pondría así? Es decir, crecí y me crie en esta casa, mi habitación era como mi guarida, era mi espacio y ya no lo sería más. No ahora que nos íbamos a mudar tan lejos.

—Vale, ya voy —Tomé la caja que reposaba en el suelo, era la última por cierto, en ella estaban mi consola y videojuegos.

—Es extraño ¿no? —suspiró ella apoyándose en el marco de la puerta.

—¿El qué?.

—El tener que irnos —dio un repaso por toda la habitación—. ¿Quién iba a pensar que a estas alturas tendríamos que dejar la casa e irnos tan lejos?

—Si, pensaba lo mismo. La echaré de menos, Aquí crecimos —sonreí.

—Bueno, dejemos el sentimentalismo—dijo reincorporándose —. Ya estamos bastantes grandecitos, algún día tendría que pasar. Aunque pensándolo bien, pensé que sería yo quien se fuera primero, y sola.

—¡Hey! Soy mayor que tú ¿Recuerdas? —pasé por su lado con la caja en mis manos, bajé las escaleras con ella pisándome los talones—. En cuyo caso, tendría que ser yo quién se fuera primero, y solo.

—¡Eres mayor solo por unos minutos! —Exclamó dándome un golpe en la nuca.

—Auch.

—¿Ya van a empezar? —mi mamá salió de la cocina y se detuvo en la sala vacía, llevaba un florero con un diseño bastante feo en las manos—. Dense prisa ya casi nos vamos.

Y sin más salió hacia el porche donde se encontraba el camión, Liana y yo fuimos tras ella. Al salir ví a mi padre apoyado en la camioneta, mis dos hermanos menores Kiara y Noah miraban algo en su móvil, mamá hablaba con los señores de la mudanza sobre que tuvieran cuidado con los muebles y su colección de tazas de café, nunca entendería esa obsesión insana que tenía con la porcelana.

Dicen que mi familia es numerosa. Mis padres me tuvieron a mi y a Liana cuando eran muy jóvenes, que salieran dos en uno fue una grata sorpresa para ellos. Cuando teníamos seis años, nos dieron la noticia que tendríamos un hermano, asi nació Noah que ahora tiene doce años. Cuando teníamos siete años nos avisaron que tendríamos una hermana, y justo en nuestro cumpleaños número ocho, ese mismo día, nació Kiara, que ahora tiene 10 años. O sea que Kiara, Liana y yo cumplimos años el mismo día.

Aunque seamos de edades diferentes, siempre no hemos llevado bien. Si, discutimos, peleamos, tenemos diferencias, pero así son los hermanos.

Cuando llegué a mi auto, metí la caja en el maletero y lo cerré. Vi movimiento por el rabillo de mi ojo, no necesité voltear para saber quién era, y que intenciones tenía. Rápidamente me hice a un lado cuando Nate, uno de mis mejores amigos, intentó darme un golpe en el hombro.

—¿Cuando vas a aprender que conmigo no puedes? —dije alejándome de él.

—No seas egocéntrico Danversito.

—No me digas así, pesado.

—Así me quieres —dijo despeinando mi cabello.

—¡DIOS, YA CASENSE! —escuché a Liana gritar desde el auto de papá.

—Liana, querida ¿Acaso no vas a despedirte de mí? —Nate abrió sus brazos acercándose a ella.

—Claro que sí, estúpido —Liana hizo lo mismo, se dieron un abrazo que duró unos segundos—. Te voy a extrañar Nate.

—Obvio ¿quién no me extrañaría? —cuestionó. Liana le da un golpe en el hombro—. Hey mocosos, ni crean que ustedes se salvarán.

Nate se alejó de mi hermana y comenzó a pelear con Noah y Kiara.
Luego se acercó a mis padres, le dio un apretón de manos a papá, y un fuerte abrazo a mi madre, pero ella no lo dejó ir tan fácilmente y comenzó a apretar sus mejillas.

Aproveché para revisar las cajas que estaban dentro de mi auto, y asegurarme que ninguna de mis pertenencias fuera a sufrir algún daño durante el viaje. Son casi cinco horas en auto. Después de unos minutos Nate logró zafarse de mi madre y se acercó a mi.

—Entonces, esta es la despedida —suspiró sonoramente—. Primero Tyler y ahora tú, como se atreven a dejarme solito —hace un mohín triste—. Por cierto ¿ya hablaste con él?.

Tyler, Nate y yo éramos mejores amigos prácticamente desde que tenía memoria. Tyler tuvo que irse hace algunos años a Leeds que es justo al lugar donde me voy a mudar.

—Si, ayer hablamos por videollamada —expliqué —. Vamos a estudiar en la misma escuela. Siempre puedes venir con nosotros ¿sabes?.

—Claro, me voy con ustedes y dejo a mi novia y mi familia aquí, ¡que va! vámonos, siempre quise conocer Leeds, y de paso no busco ropa y uso tus calzones —dijo con ironía.

—Un no hubiese sido suficiente —puse los ojos en blanco—. Cuida bien a tu familia, dale un abrazo a Ava de mi parte y has que el equipo gane esta temporada, patéales el culo a esos del otro instituto, se lo merecen.

Mis palabras hicieron que sonriera ampliamente. Nos dimos un apretón de manos y lo hale hacia adelante para darle un abrazo con dos palmadas en la espalda. Típico saludo entre hombres.

—Los iré a visitar en navidad, ni crean que se van a deshacer de mi tan fácilmente —entrecerró los ojos mientras sonreía de medio lado—. Y claro, quién sabe si en el tiempo que estés en la ciudad consigas una chica que te aguante.

—Voy a estudiar, no ha liarme con una chica.

—Déjame tener esperanza, debe haber alguien que descongele tu frío corazón.

—No estoy interesado, la verdad.




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