¿y si Digo Que No?

Epílogo

La grama bajo mis pies relaja en dominó mi cuerpo. Todos estamos aquí, la primera casa en la que Minett y yo vivimos. Una inmobiliaria se la vendió a nuestra madre como si fuera perfecta: piscina, cuatro habitaciones, concepto abierto, y un patio seguro para tus hijos.

Mamá no tuvo en cuenta que sus hijas no eran el mayor símbolo de seguridad, ni yo siendo su hermana mayor la llegué a proteger.

—¿Te mató así sin más? —cuestiona Dissa haciendo un ademán—. Por eso vendieron esta casa.

—Denme un premio por ser su primera víctima —bromeo mordisqueando mi labio inferior—. ¿Tú cómo te enteraste, Hungría? —lo señalo levantando la cabeza.

Él ve hacia los lados como si estuviese hablando con él. Trono mis dedos en un gesto de impaciencia.

—Yo estaba en esa esquina cuando caíste muerta —señala el punto donde se camufló—. Minnie me vio directo a los ojos, corrió hacia mí y rompió en llanto. Ella era inocente —concluye limpiando una lágrima traviesa.

—¿Y ustedes? —presiono al resto para que hablen.

Dissa pone los ojos en blanco, hastiada, un rasgo común en mi compañera.

—Teníamos catorce —humedece sus labios—, Mark, mi mejor amigo, iba siempre a casa. Compartían una riña infantil que se veía totalmente inofensiva.

»Un mes después estábamos en su funeral. Me dijo que sucedía cuando alguien no era de su agrado.

El duro bufido que sale de sus fosas lo demuestra.

—Su padre me lo dijo, entre líneas —hace un ademán—, pero al final del libro se escribía solo un número que llegó a quinientos.

—Y esa fue la cúspide registrada —comento—, nunca la viste de bebé, nadie aguantaba un día.

—A mí me lo dijeron mis hermanos, juraban que en Lake había un familiar suyo que atemorizaba sus calles, las desapariciones eran más numerosas. Pero Jim murió después de conocerla, y ellos no estaban al tanto, así que lo ignoré —explica Sadisha sacando la cabeza de entre sus piernas.

—Tuve mis sospechas, de pequeñas corríamos por mi jardín y las flores caía muertas —Aleka se pasa la mano por la boca—, la muerte de mamá me lo confirmó.

—¿Sabían algo más? —uno mis manos frente a mí.

—Que salirse iba a ser peor que vivir al lado de una extraña asesina —expone Hungría.

—Aceptamos nuestro destino —dicen todos al unísono.

La rareza de mi hermana los salpicó, no se desharán de ella jamás.

—Nos la pasábamos alejando a cualquiera que se le acercara —bebe de su vaso con agua—, esos chicos no iban a pasar por una muerte digna como nosotros.

—Además, nos pesaría demasiado, nadie merecía ser arrastrado por su propio verdugo.

—¿Ustedes sí lo merecían? —me inclino hacia atrás.

—No, fue la amiga que nos tocó —responde Sadisha encogiéndose de hombros.

—¿Se están escuchando? —En mi rostro se ve la mayor expresión de incredulidad.

—Era para nosotros, Hadley —espeta Feicco—. Ningún otro lo hubiese llevado tan bien, no la hubiesen llevado consigo en el precipicio.

—¿Piensa que otro lo haga de nuevo?

—No —niegan con la cabeza—. Fue la única Biancheri merecedora de tal acto de amor, estábamos obligados a terminar con la ola más jodida que pudo nacer.

—Por los amigos —brinda Dissa de la nada alzando su jugo de naranja. Hacen lo mismo.

—Una última pregunta —aprovecho antes de que la brecha se cierre—. ¿Cómo murieron?

—En la montaña —contesta Feicco.

—Me dolió a mares rodar hasta abajo, y sobrevivir —dice Aleka—, a los tres día mi cerebro ya no servía y me desconectaron.

—¿En serio? Yo desperté. Aparecí en la azotea y terminé con mi sufrimiento —menciona Hungría entre risotadas.

—Por favor, yo la soporté un mes en shock —se queja Dissa—. Sadisha y yo morimos en la cama de Minett.

—Sí, fue nostálgico ver a Minnie, y lo fue aún más su tono autoritario después de saber que había muerto por su culpa —finaliza la que aparentaba timidez.

Asombroso lo que hicieron por la mujer que los unía. Tolerar toda su vida a sabiendas de que no pasarían el umbral de los veinte. Que intentaron alejarse, y su única salida fue saltar por la ventana y sacarla de allí.

—¿Me llamaron?

 

Fin.

 

N/A: Siempre me gusta escribir "epílogo". Terminé esta historia a principios de agosto y, como cosa rara, no sentí nada. Aún no me envuelve ese sentimiento de culminanció. Me esforcé como nunca. Y si llegasta hasta acá, te agradezco por leer, lo hice con mucho amor, y me duele detestar el final, pero es lo que quise. Si te gustó algo en específico, comenta, y si te gustó mucho, pues comenta.

Gracias, Lector.

Besos. Alegría.




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