CAPITULO 4
¿Soy un error?, mi nombre lo es, mi sangre también, pero ¿saben porque? No pude evitar perder aquella carrera tan única de los espermatozoides. Dicen que desde aquel instante eres un ganador pero yo me siento como una usurpadora. Mamá, papá lamento no ser la hija perfecta, siento no cumplir sus expectativas, perdónenme por forjarlos a la opresión, abecés quisiera retroceder el tiempo e intentar mover cielo y tierra para aparecer en el momento indicado, en la familia indicada, en el hogar indicado… pero esta es mi guerra, mi lucha, mi destino y pretendo enfrentarlo hasta que no pueda más, hasta que no quiera más.
—Agarra el rastrillo más fuerte— regañaba Edmond— así se te caerá cada vez más.
Mis manos estaban rojas, llenas de callos y entumidas, no entendía porque me cansaba rápido, estaba sudada y cesante desde que había empezado no paraba de respirar más de la cuenta. Alce las manos en torno a los ojos y respire hondo. «Dolía, punzaba y costaba». Ojala Dios bajara del cielo y resolviera todas nuestras preocupaciones. Error, “nadie resuelve tus problemas, todos están tan ocupados intentando acabar con los suyos”
—Ningún alienígena bajara de marte con tecnología de primera, Brisa— movió la cabeza
— ¿Por qué me llamas así?, apréndetelo me llamo Brisley. BRIS- LE-Y. ¿Tan difícil te es pronunciarlo?— enojada comencé a guiar las hojas de almendra al lado contrario— vamos repítelo conmigo BRIS-LE-Y
—Brisa
Me mira divertido, otra vez. Juntando sus manos en el pecho y con la boca abierta simulando ofenderse. Permanece así hasta que algo o alguien llama su atención, desvía la vista hacia la misma castaña de hace un rato, observo como sigue cada uno de sus movimientos con una sonrisa boba y continua así mucho rato hasta que frunce el ceño. Me doy cuenta de que….
Llego un chico
Y no es cualquier chico, es el campeón juvenil de futbol, el más guapo y codiciado por todas, y digo por todas pues es un bombón más con los ojazos grises que se trae encima. Le sonríe coqueto a Sevilla acercándole una ¿bolsa de palomitas?
— Brisa, Brisna, Brisla o Brisley, es lo mismo de todos modos me entendiste— retoma la conversación el pelinegro— Eres una pinche lenta, te daré una motivación pequeña— se acerca a mis montículos de basura regándolos por todos lados
Oh maldito Ortegas.
Al verme con los brazos en jarras, emprende la huida circularmente, sus mechones irradian brillo y se les caen alrededor de las cejas cuando encuentra un muro se esconde detrás de él sacándome la lengua haciendo un pequeño mohín. Limpio mi uniforme comenzando a seguirlo lenta y dificultosa hasta que logro verlo aburrido. Es mi hora para aprovechar la distracción. Avanzo más rápido y creo que lo lograre hasta que emprende la riendo profundamente y escondiéndose nuevamente detrás de los carros de los maestros
Un toque de electricidad invade mis poros, logrando pasar el aire alrededor de todo mi cuerpo, me siento liberada, alegre, extasiada hacía años que no corro de esta manera y es porque soy floja para ponerme activa.
—cincuenta pesos a que no me atrapas— reta poniendo sus manos en sus pechos
—Cobarde, no huyas… Pareces vieja— grito.
Se mueve de un lado a otro haciendo un baile ridículo, mueve sus hombros meneándose ágilmente con los pies sacando la lengua de un sopetón, logrando así provocarme a seguir correteándolo, pasamos la cancha y atravesamos varios salones, el estacionamiento y la cooperativa riéndonos como dos niños que disfrutan de todo sin preocupaciones. Hasta que nos paramos cerca de los baños.
Los arboles comienzan a tornarse rojos debido a la entrada del otoño y las hojas caen cada día más dándole al espacio un toque de calma podría acostarme y perderme en aquel universo desastroso.
Me paro cerca de la entrada agachándome a descansar un rato colocando las manos sobre las piernas echando un respiro rápido es entonces cuando unas manos tibias me empujar adentrándome en los baños ¿masculinos? Volteo hacia los lados nerviosa y veo el mingitorio encimado en las paredes. « Qué vergüenza». Cierro mis ojos y emprendo la salida de allí.
Los sentidos se aceleraron, el corazón palpita mil por hora, la sangre calientan el cuerpo, las piernas me tiemblan como espagueti y no logro regresar a la realidad hasta que una esplendorosa carcajada inunda el espacio.
—Y dime Brisa ¿Qué se siente viajar a un mundo distinto? — se humedece los labios con la lengua.
— ¿Por qué lo hiciste? Eh, ¿sabes que puedo ser expulsada por eso? —Reclamo—Eres un irresponsable.
—preguntas mucho ¿sabes que llegas a ser exasperante? — contraataca
Ignoro su pregunta comenzando a caminar muy lejos de él y sus interminables molestias. Paso las gradas, y esquivo a varias parejas en el camino, mis pies se mueven solos estoy tan molesta por esto, ¿Cómo puede ser tan irresponsable?, además se está agarrando confianza que está claro no le he otorgado, no me doy cuenta de que me sigue hasta oírlo hablar
—Hey ¿me piensas dejar limpiar solo? — Lo ignoro— La basura tiene vida—sigue. Que recoja toda la escuela si quiere al fin de cuentas lo busco— Brisley, regresa.
¿Escuche bien?, No me estoy quedando sorda. Paro de un jalón reafirmando sus palabras. Choca con mi cuerpo debido a la repentina parada girándome en su dirección tratando de parecer seria y verduga con los brazos cruzados.
— ¿Qué quieres?, Mira si andarás de pesadito, mejor…
—Lo siento— rueda los ojos— me diste la mano y tome el pie, así que empecemos de nuevo — me ofrece el rastrillo divertido.
No sé ni porque me conmueve su ofrecimiento y al mismo tiempo me da risa. ¿Es enserio? Gran forma de coquetear, esque… es tan gracioso verlo tendiéndome el objeto con los ojos de perro, muevo las cabeza de lado a lado ocultando parte de la cara entre las manos. Rio tímidamente a lo que él se une.