Y si fuera el último adios

CAPITULO 8

“Se dice que uno cae por tentación pero yo creo que es por decisión” 
No sé ni porque diantres dije que sí. 
Me jode no haber lavado ropa, Fabiola lo hace, sí, pero que lo pase en un  medio agua de jabón para  ahorrar tiempo me molesta. 
—Voy a salir— hablo desde el umbral. Ambas figuras se giran dejando de lado la cocinada. Esto es a lo que me refiero cuando hablo de que son unos pinches bipolares, cuando no son fieras rabiosas les apetece portarse como los ositos cariñositos.

Prestan su atención en mi rostro. 
Arturo carraspea buscando los ojos de su mujer, ella le devuelve la mirada y así se pasan como pendejos varios minutos. No puedo negar el rastro de cansancio que se presenta en sus miradas, los ojos azules que comparto con la mujer de frente no tienen ese rastro de claridad que hace unos años conservaba los risos azabache similares a los míos  conservan las ondas de siempre y su cuerpo se ha engrosado un poco pero no por eso deja de ser atractiva. En cambio el señor ya no tiene muy perfilada su cara, las arrugas se hacen cada vez más notorias, sus ojos miel siguen presentando la misma malicia de siempre y el cabello no deja de ser rebelde. Ya vi de donde salió el mío. 
— ¿A quién le pediste permiso? Debo recordarte que no estoy pintado Brisley Jhoana Bruns— Menciona mi nombre completo remarcando su apellido. Sabe que lo detesto y por eso lo hace. 
—¿No lo estoy haciendo ahora?— Prefiero no prestar mucha atención y burlarme, a él también le molesta mi actitud. 
Nimodos nos jodemos. 
—No me parece gracioso. Soy el padre, aquí mando y si me equivoco vuelvo a mandar, no hay pierde— me escupe sus palabras ¿y Fabiola qué? — No de gusto te mantengo. 
—Me da igual ya quede con Antonio y pasará por mí a las seis—reto— Te dejo en claro que no voy a perderme nada solo porque a ustedes dos se les da por jugar a los padres modelos y responsables. ¡Si para su retorcida mente no existimos! 
Lo observo apretar los puños de lado a lado tragándose el coraje, le caga en la suerte sus verdades pero le duela a quien le duela no hay ninguna mentira en ellas. 
Ni me importa su presencia ni me interesa que nos traten solo que no nos jodan. Nosotros recibimos de ellos y ellos de nosotros, así de simple. 
—Brisley—Intenta tomar la palabra Fabiola— sabes que trabajamos para ustedes y todo lo que tenemos es de ustedes y para ustedes. No puedes decir eso. 
No necesito el montón de objetos materiales, al final de cuentas son efímeros y lo único que  conservaremos al crecer serán los recuerdos sean gratos o negativos. No pido mucho solo un jodido tiempo con ellos, además el dinero también se comparte con la mujerzuela de Arturo. 
De la otra habitación vislumbro  a una figura que tímidamente analiza el campo batallero, está vestido con una camisa larga de free fire y unos jeans cafes mimos que el color de sus ojos. Al notar que lo regaño con la vista me saluda tomando el valor de huir con su típica guitarrita. 
Maldito cobarde 
—Vuelvo al rato— no saluda y  solo se dirige a la salida— Brisley si quieres te recojo de vuelta. 
— ¡Ninguno de los dos da un paso fuera! — Gritan detrás— Hiche — Ambos se quedarán aquí. No quieran sobrepasarme porque jamás lo harán. 
—Ya…— se burla Sergio— Me voy no tengo tiempo para payasadas 
—Como el si— me quejo y observo como las dos figuras paternas no mueven un solo músculo— Haz algo Arturo. Pon orden. 
Analizo la escena mientras el padre de ambos echa lava por la boca mirando mal a mi madre. Trata de contener la furia hasta que explota. 
— ¿Ves? Tus hijos son unos inútiles. Me decepcionan son una bola de malnacidos— trata de insultar—Tú por no cumplir con tu trabajo al educarlos y ellos por no llegar a mis estándares. 
¿Cuál estándares? No ser igual de hijos de puta como él o por no seguirle el juego. No tengo ganas de escucharlos me doy la vuelta intentando regresar al interior de mi habitación todavía tengo que solucionar el problema de ropa 
—Si te largas regresas antes de la una— vale me ha dado permiso— Junto al malnacido de tu hermano. No estoy recibiéndolos más tarde de lo contrario buscan a donde ir— eso de quedarse a fuera no me gusta—Tengan por seguro que a mi casa no entran si desobedecen. 
Supongo que se le pasa las ganas de cocinar, lo observo con los ojos entrecerrados salir de cocina la y soltarse del agarre de Fabiola cuando esta intenta ¿dialogar? Esto es a lo que llamo masoquismo puro ¿Cómo rayos no le es indiferente después del numerito que le acaba de soltar? Si fuera yo le lanzo agua hirviendo en la cabeza. En fin. 
Me aviento a la cama extendiendo todo el cuerpo por ella, estoy agotada lo mejor para evitarle problemas a todos es quedarme en casa pero no puedo pasarme la vida complaciendo a todos. Que frustración aunque también nace la curiosidad de conocer ese tipo de fiestas ¿tan divertidas son? Hundo las manos sobre mi cara. No sé qué hacer. 
Suena el móvil iluminándose con la foto de aquel merequetenes huidor. 
Sergio>menso                                                                                                                                                                                 Él: Pasa dirección del lugar.                                                                                                                                          Tardo un rato mirando la pantalla. No se fue solo se escabullo del lugar para esconderse. Es una vieja miedosa.                                                                                                                                                                   Yo: Ni lo sueñes                                                                                                                                                              Él: Te recojo a las doce, ni un minuto más ni uno menos, no quiero que Don frijol nos mate.      
Yo: Fraccionamiento la quinta                                                                                                                                          Él: Hermanita se agradecida con tu salvador y recuerda defender a mamá           
                                                                                                                                                                                                                                                                                       Tengo que obedecer las órdenes suficiente tuve con causar un problema, jamás he logrado entender como a pesar de todo Sergio actúa como si no le afectará , ríe, salta, canta con una euforia increíble y jamás les ha reprochado nada a ambos en cambio yo soy otra onda. 
Después de un minucioso estudio en mi armario me decido por un vestido rojo holgado que hace verme dos veces más grande tiene estampado de florecitas y termina acampanado de las mangas lo complemento con una medias negras y mi par de botines. Me acerco al espejo mirándome y pues que digo es mi creación me debe de gustar ahora viene mi peor fastidio: el peinado, no tengo la menor idea de cómo hacer  que el cabello no se me esponje. Creo que con esto tardaré el resto del tiempo. 
—Comencemos con la entrevista— No sé de donde rayos saco Ariane unos anteojos mientras sujeta una libretita en sus manos— color favorito 
Está fundida en un short que enmarca su pequeña cintura, se ve tan menudita, carga un top sin tiras mientras que el cabello le cae en ondas sobre su mandíbula resaltando  un pico rojo intenso. Prefiero contestar a sus castrantres preguntas que escucharla parlotear en mi oreja todo el camino, desde que Antonio me recogió no ha soltado ninguna palabra solo se concentra en poner música del agrado de la pecosa y mantener la vista en la carretera. Las luces iluminan el camino y prefiero recostarme sobre los asientos no muy cómodos, el auto de mi primo es un chevy 2006 lo adquirió de medio uso pero algo es algo y mejor que andar a patas. 
—Preguntas más interesantes. No te hagas la tonta sabes que me gusta el morado 
—Vale,  ¿Con cuántos chicos crees que me he manoseado? — Pone su mirada malvada 
Niego. Sínica no ando por el mundo haciéndomela de tu espía ni con mi vida puedo y soportaré la tuya.
— ¿Com cuantos chicos te has besado? 
— ¿tirado? 
No contesto 
— ¿Novio? 
No la miro 
— ¿Lanzado miraditas? 
Remuevo los dedos de las manos 
— ¿beso en la mejilla? 
A decir verdad no he congeniado con demasiados chicos en mi vida, algunos me parecen muy simpáticos, otros muy coquetos,  otra tanda muy serios. Siempre encuentro alguna excusa. 
—No voy a responder esa clase de preguntas— meneo la cabeza— Estas loca. 
—Pero si es de lo más normal del mundo todos lo hacen. No entiendo porque me críticas tanto— anota algo en la maldita libretita— ¿Verdad Antonio? Y no intentes andar de santo. No creo que juegues solo futbol en un cuarto, caliente y con una cama acolchonada. 
Pero que desfaches has dicho. Entrecierra el ojo quitándose los zapatos para subirlos al asiento haciéndose un ovillo, está enojada, lo sé. 
—A mí no me metan en sus rollos— habla por fin este— Por eso intento mantener alejada a Emily de ustedes. Son unas completas descerebradas— intento poner mala cara— Estoy seguro de que les falta algún tornillo. 
—Antonioooooooo— gritamos ambas al unísono 
Un sonido bien refeo empieza a nacer de quien sabe dónde… Bueno proviene del jodido auto que espero y no nos deje a mitad del camino, el miedo me consumirá. Observo el cielo repleto por estrellas pareciera que se han puesto de acuerdo para iluminar la noche, la rojez que produce la luna se ve como un tomatito maduro, je ¿Qué estará haciendo Edmond? 
No en que estoy pensando 
—Ya me decía yo.  Siempre me evita— A mi lado atan cabos que yo hace mucho tiempo deduje. 
El mal olor no cesa y ahora se siente con más intensidad, es soportable. Es…… como si tuviera de cerca millones de pelos mojados, intento mirar por el rabillo del ojo a Ariane que sigue parloteando sobre la novia de Antonio mientras el otro manobra el volante sin agilidad. 
Como se nota su inexperiencia. 
—Antonio— alzo el olfato por todo el lugar trepándome por la cabeza de mi amiga en dirección a la cajuela como no hayo nado me aviento al frente moviendo la nariz— No hueles a quemado 
—Je, Que me dirías si por alguna casualidad, no es que este sea nuestro caso. Obvio no—reitera— Podría ser que se esté quemando el motor, Pero para nuestra excelente suerte ya casi llegamos.



#21252 en Novela romántica
#13088 en Otros
#2103 en Humor

En el texto hay: instituto, tristeza, primer amor

Editado: 29.11.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.