Y si fuera... ella

Extra #7

Salió de ellas como si tuviera alergia. 

—¿No te alegras de verme, Thiago?

—¿Qué haces aquí? —exigió saber demandante.

—Solo quería saber si serías tan tímido aquí como lo fuiste la otra noche...

Thiago inspiró fuerte tratando de no estallar de la rabia.

—Esto no es cuestión de timidez, Sonia. No me gustas ni aquí ni en ninguna parte, así que ya puedes irte.

Y por si fuera poco lo que le decía, le invitó con un gesto a marcharse. 

—Si es por Linda, te prometo que no tiene porqué enterarse. A diferencia de ella, yo sé como controlar mis gritos.

Thiago abrió desmesuradamente los ojos.

—¿Nos estuviste espiando?

—No hacía falta espiar a nadie. Tengo oídos y la casa no está a prueba de ruidos. 

Thiago se pasó las manos por el rostro, agobiándose. 

—Mira, tratándose o no de Linda, la cosa es que no quiero nada contigo, ¿si? Por favor, vete —le suplicó. 

—No hasta que me digas porqué me rechazas. Te vi la otra noche, sé que te parezco atractiva —afirmó con seguridad. 

—De acuerdo. La verdad Sonia, sí, me pareces atractiva porque lo eres y punto. Eso no significa que busque algo más —remarcó en cuanto la vio dispuesta a decir algo—. En el fondo, tengo que agradecerte que vinieses aquí porque, aunque cumplas todos los requisitos de lo que alguna vez me atrajo en una mujer, ahora tengo presente a Linda todo el tiempo cada vez que estoy contigo. Y eso solo me confirma lo enamorado que estoy de ella.

Sonia se tomó un momento para digerirlo todo. 

—Está bien, si estás enamorado de Linda, lo comprendo. Pero eres una buena fantasía, y si yo fui similar a una tuya, solo te pido una noche para satisfacer esa curiosidad que se nos ha quedado adentro —le propuso. 

Pero en eso no estaban de acuerdo. 

—De nuevo te repito que yo no busco eso.

—Y yo no me rindo fácilmente —le amenazó ella. 

—Pues a ver que se te ocurre.

Sonia sonrió, antes de cambiar su semblante y empezar a ponerse seria. 

—¡Suéltame! ¡Suéltame, maldito, suéltame! ¡Ayuda! ¡Linda! —empezó a gritar a todo pulmón sin parar.

—¿Se puede saber qué...?

Y sin que lo viese venir, ella lo tumbó en la cama mientras se trataba de poner a horcajadas y besarlo. 

—¡Sal de encima, loca!

Para cuando la logró empujar hacia un lado, era tarde. Linda estaba en la puerta, mirándolos sin entender nada.

—¿Qué significa esto?

—Puedo explicarlo.

Sonia se incorporó con una cara de pena. 

—Él me invitó a pasar la noche aquí, Linda. Aun así, me acaba de pedir unas cosas... —negó como si le causase asco—. Que no te gustarían oír para nada. Es un completo degenerado. 

Thiago la miró con los ojos abiertos, antes de dirigirse a su hermana. 

—Clarinda, te juro que se está inventando todo. 

—Lárgate —exigió ella. 

—¿Lo escuchas? Puedes irte —le anunció Thiago a Sonia, complacido. 

—¡¡¡Lárgate tú!!!—especificó—. ¡Largaos los dos! ¡No os quiero volver a ver bajo este techo! 

Thiago se levantó de la cama para llegar a ella. 

—Linda, déjame explicarte.

—¡No hay nada que explicar! —lo alejó con brusquedad. 

—¿Es que acaso no ves que sigo vestido? —se señaló la ropa—. Yo nunca te sería infiel, te lo juro.

Linda negó.

—Lo siento, Thiago. Lo que vi fue demasiado...

—Comprendo. Por lo menos déjame quedarme para aclararlo todo...

Si antes estaba herida, en ese momento ya no cabía dentro de sí.

—¿Acaso te estás escuchando?

—Linda, no nos hagas esto. Tú sabes que te quiero.

—¡VETE! —le exigió gritando.

Thiago cerró los ojos por el dolor de oídos que le causó el mandato. 

—Me voy a ir —aceptó resignándose—, pero no significa que no vaya a regresar. 

Thiago fue hacia el armario y cogió un poco de ropa y se fue al baño a cambiarse.

Una vez fuera, Linda tuvo que enfrentar a Sonia; que todavía estaba sentada como si nada en la cama de Thiago. Claro, que tapada con las mantas.

—Linda, yo no sabía que estabas con él. No es justo que me hagas irme a mi también.

—No te quiero aquí, Sonia —gruñó. 

—Pues qué lástima, porque somos familia. ¿Crees que nuestros padres o yo te dejaríamos tirada si alguna vez pides que te acojamos en nuestras casas?

A pesar de las ganas que tenía de sacarla de las mechas, sabía que no podía rebajarse al nivel de una muchacha más joven que ella. 

—¿Sabes qué? Haz lo que quieras. 



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En el texto hay: cuento, amor, cliche invertido

Editado: 07.01.2019

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