¿y si fuera ella?

Treinta y seis

Canción: Nada es normal / Victor y Leo

Micaela
 


Estábamos en el proceso de tener bebés, al principio la idea me asustó, pero aterricé la idea y me descubrí que anhelaba otro bebé en mi vida, una vida que estaba descubriendo con Xavier. Las cosas no se dieron bien al inicio y frustre de una manera horrible, sentía una desazón, había leído en un artículo que muchas mujeres caen en depresión debido a esto, pero yo tenía mi sostén, Xavier

Habíamos dejado los planes de matrimonio a un lado, pero yo ya había visto algunas cosas, para entretenerme empecé a buscar lugares donde hacer nuestro matrimonio, tarjetas de invitación, flores, de todo. Los meses pasaban y me frustraba más, hasta que Xavier llego con que debíamos tener una segunda opinión, fuimos donde un médico especializado en el tema, después de múltiples de exámenes, me diagnosticaron con infertilidad secundaria; producida por mi edad y por un desequilibrio hormonal que estaba manejando hace meses.

No me sentía vieja como para no poder embarazarme, el problema real es hormonal, tanto tiempo sin estar con nadie y de un momento a otro reinicio mi vida sexual, todo el cuerpo se enloqueció y hormonalmente se desestabilizo.

Empezamos con asesoría del tema y con medicamentos que ayudan a la formación y liberación de óvulos de los ovarios y con ecografías frecuentes, lo siguiente es más placentero y era trabajo de Xavier y mío.

No deje mi trabajo en la pastelería de lado, creo que trabajaba más, Xiomara me había dejado impactada por su liderazgo y ejecución a la hora de negociar y gerenciar, sin tanto protocolos, ella maneja esa parte, Carmen hacía parte del equipo de trabajo, como socia y estaba de lleno en la cocina conmigo ya no cuidaba a Martina, Gina se encargaba de la parte logística y de atender a los clientes

Por temas de espacio y presentación, ya no podíamos estar en la casa, así que decidimos rentar un local bastante grande, los molinos nos surtían todo lo referentes a harina y sus derivados.

Había empezado con el tratamiento y tenía claro que como toda medicación tiene efectos secundarios, empecé con sofocos, para estar en una ciudad bastante fría, es algo inusual, pero lo tomé de una forma tranquila, lo siguiente fue molestias abdominales, el resto el proceso fue normal.

Desde el encuentro con aquella chica misteriosa que nos regaló una flor de Nardo, no había faltado un día en que no la recordará y le agradecía que al darme esa flor, me dio tranquilidad y al verle una sonrisa tan luminosa y lo que nos dijo, me infundió fuerza y paz; Xavier no dejo de traer la flor, el ambiente en la casa esta inundado de su fragancia, estoy pensando en hacer un cultivo de ellas aquí en el Jardín.

Las citas no han parado, todos los fines de semana tenemos una diferente y nos hemos turnado la planeación de estas, Xavier se había decantado por citas que incluían a Martina y a los perros, yo me iba hacia estar nosotros, potenciar nuestra relación, llevábamos un equilibrio por ese aspecto

Me iba ausentar el fin de semana, había planeado ir donde mi madre, a un pueblo cerca de Bogotá, había retrasado mil veces este viaje por una razón, no quiero estar lejos de Xavier, pero no puede acompañarnos, los molinos esta en restructuración y necesitan de su presencia estable, así que viajaremos solamente Martina y yo.

La forma correcta de llegar al pueblo es en auto o en bus, por temas de que no se conducir auto, nos tocó viajar en autobús; el viaje es de 2 horas y cada 30 minutos teníamos una llamada de Xavier. La llegar nos golpea el viento cálido del lugar y algo sofocante, Martina es la primera en quitarse la chaqueta que llevaba, mientras caminábamos se escuchan los murmullos de los habitantes; muchos nos conocen, más a mí, por ser la hija del profesor que volvió derrotado al pueblo, camine sin prestarle atención a los chismosos que abundaban en la plaza.

Vislumbre la casa desde lejos, sentí añoranza y hasta cierto punto ansiedad, mi subconsciente me jugó una mala pasada y pensé encontrar a mi padre en la sala de casa dando clases particulares a los chicos del barrio, al llegar a la entrada la puerta estaba cerrada, trató de empujarla y cedió al toque, me adentre y me envolvió un olor sopa cociéndose, por años la aborrecí, pero ahora olían a vida ... a mi madre.

Le hice señas a Martina para que se quedara callada, deje la mochila que llevaba en la primera silla que encontré, camine hacia la cocina que se encontraba en el patio; recordé lo que hacía cada vez que llegaba del colegio, gritaba "ma' ya llegué" y así lo hice

- Ma'... ya llegué - escucho unos pasos tropezados y al verme con ojos agudos -

- ¡Ela! ... - siento unos abrazos que me envuelven y con fuerza -

- Mami ... ¿cómo has estado? - me suelta y agarra a besos a Martina que contenta los recibe -

- Ay, mis amores por aquí estamos bien - nos detalla y frunce el ceño -

- Me alegra mami ... - caminamos hasta el patio y Martina sale pitada hacia las gallinas y los patos que mi madre tiene -

- ¿Cómo van las cosas? ¿La pastelería cómo va?

- Todo bien, con algunas modificaciones ... - me interrumpe Martina -

- ¡Abuelita ... tengo papito! - frunce el ceño y me queda mirando -

Nos quedamos mirando por largo rato, le debía una explicación a mi madre, ella estaba al tanto de todo lo que había pasado hace 10 años atrás y las consecuencias que había traído, así que al Martina soltarle que ya tenía papá, ella entendió que tenía novio; conversamos por largo rato, almorzamos juntas, le conté todo desde el día que nos volvimos a ver y cómo se enteró de la existencia de Martina y de cómo su madre volvió a enseñarse conmigo.

Ella siempre me recrimino el hecho de que nunca le dijera a Xavier que Martina era su hija, al saber que era él a quien su nieta se refería, se sintió tranquila porque las cosas estaban volviendo a su lugar. Al preguntarme por nuestra relación, trate de que no sonar una chiquilla enamorada, pero al ver mi sonrisa y mi constante suspirar, solamente se sonrió y me dejó hablar y hablar de él y de cómo habíamos retomado y avanzado nuestra relación




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