Hola lectores, hay algunas cosas que quisiera aclarar antes de que comiencen a leer, este prólogo relata eventos ocurridos entre los protagonistas en el pasado (específicamente cuando se conocieron hace 6 años)
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Llegue nuevamente a mi lugar tras la barra, tome varias botellas y las acomode en su sitio, termine de limpiar la barra y levante la cabeza para observar el lugar.
—Está repleto esta noche— dije con un suspiro cansado.
La pista de baile se abre paso por todo el primer piso del establecimiento hasta llegar a las mesas de billar, justo en el centro del primer piso está ubicada la barra y a unos metros el pasillo que conduce a los baños. En la otra dirección hay unas escaleras en forma de caracol que dan paso a los palcos privados. Las paredes del bar están pintadas en tonos oscuros y están cubiertas con posters de bandas famosas.
No es que yo los conozca, pero estoy al tanto de que muchos de esos jóvenes los idolatran; incluida, mi mejor amiga Nicole.
Entrecerre los ojos para ver con la poca iluminación del ambiente y distinguí un grupo de jóvenes haciéndome señas desde una mesa, con paso decidido tome mi libreta y me dirigí en su dirección. Tome las ordenes y serví los tragos antes de volver tras la barra para descansar un minuto.
No es lo mejor que podría conseguir pero con 19 años, sin una carrera a la que apostarle y viviendo en una mugrosa habitación con mi mejor amiga no es que tenga otra opción.
Suspirando me dedique a observar a las personas pegar sus cuerpos sudorosos y deslizarse por la pista.
Rellene los vasos de mis compañeras de turno y seguí paseando la mirada varias veces distraídamente esperando que terminara mi turno para salir de este lugar rápidamente y llegar a “casa” Lo que más me apetece en estos momento es un baño para relajar mi adolorido cuerpo —si tengo suerte no se abra terminado el agua caliente— pensé con ironía.
Observe una figura moverse entre los cuerpos danzantes, algo en su porte me llama la atención, me fije más detalladamente hasta que un suspiro se me escapo de los labios.
Mi respiración se atoró de golpe al ver el espécimen de hombre que se acerca hasta la barra.
Cara cuadrada y pómulos altos, un par de penetrantes ojos azules definidos por unas espesas pestañas negras, cabello negro azabache despeinado, nariz recta y un par de labios carnosos. Bajo la vista por su cuerpo para apreciar los músculos de sus brazos contraerse debajo de la camiseta blanca pegada al cuerpo que trae dándome acceso completo para deleitarme con su cuerpo.
Me atragante con mi propia saliva al ver la sonrisa torcida que se extendió por su rostro en mi dirección mientras se acercaba a la barra. —Cálmate Amelia, no es como si nunca hubieras visto a un adonis en tu vida— pensé conteniendo el impulso de morder mi labio inferior al verlo acercase.
—Hola dulzura, quiero una cerveza muy fría por favor —pidió el joven con un sexy acento que logró encender mis mejillas, asentí rápidamente y me gire para buscar su pedido tratando de calmarme.
—Aquí tienes —le entregue la cerveza y me quede embobada comiéndomelo con los ojos, él guapo joven sonrió y sentí como se calentaban mis mejillas ante el gesto, le sonrió devuelta y me golpeó mentalmente por coquetearle, aunque claro, no es que yo supiera como es el coqueteo entre dos personas que se gusten, pero definitivamente tiene que ser así.
¿Soy yo o hace calor aquí? Pensé conteniendo un suspiro.
—No te pongas nerviosa ahora Amelia, no eres la primera chica que él ve, estas quedando como tonta—me reprendí mentalmente, pero es que los ojos del joven no se despegan ni un segundo de mí mientras bebe su cerveza.
Aparte la mirada no siendo capaz de soportar más el escrutinio, trato de relajarme y calmar a mi tonto corazón. Solo su presencia logra que sienta un calor desconocido, y me sienta nerviosa. Pase la mano por mi frente y quite las gotas que empezaban a resbalar, acto seguido tome la camisa del bar y la moví buscando darme aire.
Un vistazo furtivo basto para que tuviera que sujetarme a la barra buscando sostenerme, mis piernas se volvieron como gelatina y el calor aumento —como si eso fuera posible—.
Los zafiros del joven se deslizaron lentamente por mi cuerpo logrando que por poco me cayera, mi cuerpo se tensó y espere hasta que volvió a posar sus ojos en los míos.
Aparte la mirada rápidamente y me gire, camine hasta el extremo más alejado de la barra y me agache buscando tranquilizarme y olvidar la intensidad de la mirada tan cautivadora del joven.