Siento el piso frío de las cerámicas del baño bajo mis pies. Estoy secando mi cabello al mismo tiempo que muevo mi cuerpo con la melodía que suena en mi cabeza. Estoy descalza, con unos shorts de pijama y la polera con la que planeo salir. Estoy tan embobada en mi acción que no distingo ningún sonido más por al ruido que produce el secador de pelo. Luego de ya sentir relativamente mi pelo seco, reviso mi celular que estaba cargando a un lado de mi cama y encuentro diez y seis desesperados mensajes de tres chats. Me dispongo a revisarlos cuando la puerta de mi habitación resuena.
Ay no.
-Emma, Dios espero que estés con toda la ropa puesta y lista para salir. - grita Alice desde el otro lado de la puerta.
Me miro al espejo dándome cuenta que me retrase un poco. Bueno... Mucho.
Desenchufo la secadora y corro hacia la puerta, pero es demasiado tarde pues Alice ya está dentro mirándome de arriba a abajo con una mirada indignada.
-Agradece que no te hago salir así a la calle. - me dice apuntando con su dedo índice mi ropa. - Sería una gran lección para que te des cuenta que los relojes no son solo para tenerlos de adorno Emma.
-Lo siento, tenía el móvil descargado y no pude revisar los mensajes, lo siento- le dije con cara de perrito con hambre y a la vez, sintiéndome un poco mal. Sí, era bastante impuntual a veces, pero nunca tanto como para estar aún en ropa de pijama cuando llegara la hora, se nota que mi mente estaba en cualquier lado menos aquí, había estado desconcentrada con la canción que había estado sonando todo el día en mi cabeza
-Tienes suerte que Alex haya cancelado. - me dice tirándose a la cama.
- ¿Qué? - le dije saliendo del baño con solo la parte superior de mis labios pintados de color rosa oscuro. - ¿Cómo que canceló?
-No lo sé Emma, me mandó un mensaje diciendo que le salió un compromiso de última hora. - me dijo, y en su voz pude sentir la leve punzada de la decepción.
Alex era un estudiante de otra secundaria que había conocido a Alice mediante unos amigos en común. Habíamos quedado de irnos juntos a la fiesta de despedida de vacaciones en la casa de una compañera de nuestro curso, que era aproximadamente en una hora, pero Alex nos pasaría a buscar más temprano para ir a un mandado que debía hacer él en el camino. Su relación era muy extraña, Alex tenia a Alice con el corazón en la mano cada vez que hablaban, debido a que su relación con su ex novia era de esas tortuosas en las que cortaban y regresaban, por lo que la atracción que había entre ellos dos se veía constantemente detenida por aquella indecisa relación.
-Ya no sé qué hacer. - me dice poniendo sus brazos sobre su cara y tirándose de espaldas a mi colchón. Se veía hermosa y sé que lo había hecho con intención. Alex no se daba cuenta lo que estaba perdiendo mientras yo veía como ella estaba a punto de dejar ir lo poco y nada que habían construido.
- ¿Has hablado con él? - le pregunto sentándome a su lado con un brazo apoyado en la cama. - ¿Le has dicho cómo te sientes?
-Claro que sí, pero no hay caso, se nota a leguas que aún no logra sacarse de la mente Beth, y por alguna extraña razón, no lo culpo Emma.- me dice dirigiendo su mirada hacia mí. - Nunca tuve que haberme metido en medio de esa relación. Nunca.
-Alice, yo siempre te lo he dicho tienes que dejar ir esto, dejarlo ir te dolerá menos que mantenerlo, créeme porque lo digo. - le dije poniendo en práctica todo lo que había aprendido en las películas de Nicholas Sparks.
-Lo sé. - murmura para luego quedarse viendo el techo blanco de la habitación.
La relación que tenía con Alice es de aquellas que no te esperas, la había conocido hace dos años cuando nos pusieron como compañeras de asiento, desde ese momento le agradecí a la vida por haberla puesto en mi camino ya que es de esas personas a la que le puedes contar todo y sabes que te dirá lo que tienes que escuchar, pero siempre con ese toque de delicadeza que de algún modo aplaca los dardos de la verdad.
- ¿Sabes qué? - le digo poniéndome de pie. - No te quedaras ahí lamentándote por alguien que no valora el oro que encuentra querida. – exigí ganándome una pequeña risa de su parte. Su rostro me miraba con una ceja alzada y con cara de "sigue hablando".
-Así que... pararas tu gran trasero de mi cama e iremos a pasarla bien como nunca, son las despedidas de nuestras vacaciones Alice y la bienvenida a nuestro último año de secundaria, hay que empezarlo como corresponde y lo más importante, nada de tristezas del corazón, ¿vale? - le dije dándole un apretón en el brazo cuando dije lo último. Se quedó mirándome un momento y poco a poco el brillo en sus ojos volvió a aparecer.
-Vamos a volvernos locas, bitch. - me dice parándose y chocando su cadera con la mía. Tome sus hombros y la guíe hacia mi puerta danzando como si bailara salsa exageradamente.
-Emma.- dice parando de repente y dándose la vuelta. - Creo que te falta un poco de labial abajo, y un pantalón... y unos zapatos.
Ay Dios, olvide completamente que aún no estaba vestida y me faltaba casi medio maquillaje que hacer.
Rayos le estuve dando consejos profundos con solo una parte de mis labios pintados, ¿Cómo es que a veces me toma en serio?
-Ups. - le dije dando saltos hacia atrás. - Ya sabes, la emoción del momento profundo. - comenté alzando mis brazos y encogiéndome de hombros.
-Si claro. - dice Alice soltando una carcajada y volviéndose a la puerta. - Te espero abajo. Ah y por cierto...- dijo deteniéndose en el marco de la puerta.- Gracias. - me observa con una sonrisa sincera sin mostrar los dientes y de inmediato se va.
Sonrió hacia donde mi amiga estaba parada y me quedo mirando un punto inespecífico del piso. Lastimosamente soy de aquellas personas que aconsejan como si en su propia vida siguieran sus propios consejos, pero lamentablemente, no. Es que todo se vuelve más complicado cuando la del problema eres tú misma, es como si tu capacidad de ver que es correcto o lo mejor para ti se nublara.