Día 2.
Tan solo ayer habíamos llegado a la ciudad y mis pies ya estaban doliendo. Ayer luego de nuestra siesta matutina fuimos inmediatamente a los lugares más característicos de Nueva York.
Tomamos una especie de barco que nos llevaba a la Estatua de la Libertad y luego de eso fuimos a un museo de historia natural al cual Thiago quería ir, creo que ese ha sido el mejor museo al que he ido, había un centenar de estructuras de animales, había pedazos de meteoritos y minerales de todo tipo, las reproducciones de dinosaurios estaban fantásticas y más aún la reproducción de la ballena azul, quedamos fascinados. Caminamos por las calles de Nueva York y cuando el sol ya se había puesto nos dirigimos al Empire State para apreciar la hermosa vista de la ciudad de noche, se veían unas luces esplendidas y por fin sentí que realmente estaba aquí y no en una película.
Ahora estaba acostada en la cama planeando que hacer hoy, Thiago había tenido que irse temprano a su deber con la empresa y me había avisado que trataría de llegar temprano. Ya estaba bañada y con la ropa puesta que constaba de un simple jean rosa pastel y una polera a juego tipo camisa sin mangas.
Me asomé a la ventana y una sonrisa se curvó en mi cara. Tomé mi bolso y la llave de la habitación y me dirigí a la recepción.
Empecé a caminar hacia la llamada Quinta Avenida que era una calle que cruza de norte a sur la ciudad y es más que nada comercial. Con Thiago habíamos acordado que en los días donde no saliéramos juntos yo iría a los lugares que eran más comerciales ya que a Thiago eso no le interesaba mucho como a mí, que era una pequeña consumista en potencia.
Caminaba a paso lento reteniendo todo en mi memoria, sacaba fotos a cualquier cosa que me pareciera interesante, básicamente, a todo.
Trataba de no tomar taxis para conocer lo más posible. Vi la hora en mi celular e hice un cálculo rápido por la diferencia de hora de Nueva York y mi país por lo que decidí esperar a la hora de almuerzo de mis amigas para llamarlas a ambas.
Por fin había llegado a la parte comercial de la avenida y me emocioné, preparé mentalmente a mis pies para caminar mucho y me encaminé a mi mini aventura.
Caminé por las grandes calles y por algunas más pequeñas donde había un centenar de tiendas. Había unas híper exclusivas como Tiffany&Co y otras más artesanales y más de chucherías que tanto me encantaban comprar. Había pasado un par de horas caminando y mis pies ya me pedían un descanso.
-¡¡Hola!!.- gritaron mis amigas cuando tomaron la llamada.
-¡¿Cómo están?!.
-Completamente aburridas.- dijo Alice.- ¿Como la has pasado?.
-¿Has visto a algún famoso?.- agregó Sam.
-Excelente, y no.- dije riendo por la pregunta de Sam. Les conté lo que había hecho ayer y hoy y que cosas tenía planeadas para los demás días.
-Amor, me tienes que llevar a ese museo. - escuché como decía Ian a Alice.
Me reí por la mini pelea que empezaron a tener por no sé qué cosa.
-¿Cómo has estado respecto al tema del susodicho?.- preguntó Sam por lo bajo.
-Bien, estoy tan metida en esto que ni tiempo he tenido de ahogarme en ese tema, ha sido una buena terapia.
Nos quedamos hablando un ratito más con la participación de mis tres amigos y colgué cuando mi reloj marcó los veinte minutos máximos que podía hablar. Nos despedimos y colgué.
Me quedé viendo a mi alrededor, el movimiento de las personas y el andar de los muchos autos que pasaban para allá y para acá. Thiago me envió un mensaje de que no podríamos almorzar juntos, pero si cenar, aún quedaban un par de horas para la hora de almuerzo así que me incorporé para seguir conociendo.
**
Estaba sentada en unos de los restaurantes que había encontrado caminando por un barrio que se denominaba "Barrio Harlem" que tenía unas casas y edificios con una infraestructura hermosa.
No tengo idea como había llegado aquí, yo solo caminaba y me guiaba por el mapa que tenía en mi celular y rogaba a Dios no perderme porque no podría comunicarme fluidamente en idioma gringo.
La comida a la que me veía obligada a tragar era de las clásicas cadenas de comida rápida. Comer un McDonald's acá era muy diferente a uno de mi país.
Pasaron las horas y todo este rato había estado paseando por el Parque Central tan famoso en esta ciudad, las áreas verdes eran increíbles y me impresioné cuando vi un mapa en un letrero donde se indicaba dónde estaba en ese momento y todo lo que faltaba recorrer, era increíblemente gigante.
Me encontré con Thiago en una parte de ese inmenso parque, por suerte su lugar de trabajo quedaba en los edificios de enfrente por lo que no fue tan difícil ubicarnos.
Con el mapa claro.
Nos devolvimos al hotel ya que la hora de la cena se estaba acercando y queríamos estar en el comedor de ese precioso lugar, nos fuimos caminando porque tan lejos no quedaba y pues tratábamos de no ocupar taxis para conocer lo más que podíamos.
Llegamos al hotel, y cada uno se metió a su habitación para tomarnos un baño, cuando estuve lista toqué su puerta y bajamos al comedor. El lugar era enorme y elegante y me sentí un poco fuera de lugar con mis jeans rasgados. Del techo colgaba un enorme candelabro y las mesas tenían mesas en tonos crema y dorado.
Cuando nuestro estómago estuvo lleno y nuestro corazón contento fui a la habitación de Thiago y me quedé un rato con él hablándole de lo que había conocido y mostrándole las fotos que había tomado.
Llegué a mi habitación y me cambié a duras penas para luego caer como un tronco a la cama.
Día 3.
Tomé mi bolso cuando los golpes en mi puerta sonaron indicando que Thiago estaba afuera esperando. Bajamos por el elevador y caminamos a la salida.
Ya habíamos tomado desayuno temprano, habíamos subido a buscar nuestras cosas y ahora estábamos camino al puente de Brooklyn. Llamamos al contacto que Luke me había dado y el señor amablemente nos dijo la tarifa de ida y vuelta y Thiago lo aceptó.