Al otro día un golpe en mi puerta de despertó, abrí los ojos casi con dolor por el rayo de luz que entraba entre las cortinas. Me refregué los ojos y pude ver que la hora marcaban las once de la mañana, estuve a punto de quedarme dormida sin darme cuenta pero nuevamente el golpe en la puerta hizo que abriera los ojos.
-Pasa.- dije con la voz ronca. Bostecé haciendo que mis ojos lagrimearan y vi como entro Thiago con una sonrisa en su cara. Le sonreí con la cara de adormilada y salió nuevamente de la pieza unos segundos para entrar nuevamente con una bandeja llena de comida.
Sonreí de oreja a oreja cuando escuché como cantaba a capela la canción del cumpleaños feliz y luego la del rey David. A medida que la melodía iba saliendo de sus cuerdas vocales dejo la bandeja a mis pies y tomó mi mano para cantar las ultimas estrofas. Cuando terminó, mis ojos picaron y me tiré a sus brazos para darle un abrazo que buscara transmitir lo mucho que lo amaba.
-Sean como hayan sido las cosas... Le agradezco al universo de tenerte aquí Emma.- dijo Thiago contra mi oreja.
Un sollozo salió de mi boca y escondí mi cara en su cuello.
-Te quiero Thiago.- dije con la voz ahogada.- Todas las cosas pasan por algo, después de todo lo que pasamos, ese algo era justamente esto.
Me separé de él y me dio un beso en mi frente mientras limpiaba con sus pulgares las lágrimas que habían bajado.
-Uff, ya.- dijo sorbiendo su nariz.- Cambio de ambiente.
Me sonrió acercando la bandeja y subiéndola a mis piernas cruzadas.
-¿A qué hora llegaste anoche?.- preguntó mi tío mientras se sentaba con las piernas cruzadas frente a mí. Sacó un pedazo de pan y lo untó en mermelada. - Por cierto es mermelada de moras, de la casera que te gusta de ti.
Abrí mi boca y pasé la lengua por mis labios como niña pequeña. Tomé una cuchara y saque un poco de mermelada, cerré mis ojos y saboree el suave sabor.
-Esto es como el manjar de los dioses, en serio. - tomé un sorbo de té y me dispuse a prepararme un pan con jamón y queso.- Creo que llegue como a las cuatro.
Asintió con la cabeza y sacó un trozo de plátano picado del bowl donde pude ver que habían mandarinas, manzanas y frutillas.
-¿Te vino a dejar Ian?.
-No, no podía ni siquiera mantener el equilibrio.- dije riendo.- Luke me vino a dejar en su auto.
-¿Luke? ¿Ese Luke?- preguntó frunciendo el ceño con interrogación.
-Sí, ese Luke.
-¿Ya son amigos de nuevo?.
-No lo sé.- dije lento.- Estamos mejor que antes, es como si ese velo de incomodidad ya no estuviera, él sabe lo que siento y creo que él sabe que yo sé algo.
-¿Que algo?.
Puse mi dedo índice en mi boca e hizo un puchero.
-Lo sabrás algún día.
-Bueno, cuéntame como estuvo anoche. Desde que recibiste la llamada de Alice.
Comencé a contar los hechos parte por parte y con el mayor detalle posible, Thiago me miraba entusiasmado y con una sonrisa en su cara mientras se iba comiendo mi desayuno. Cuando ya me encontraba satisfecha me dispuse a pararme para ir a dejar la bandeja a la cocina, Thiago me siguió por detrás y cuando bajé las escaleras mi vista se posó en dos regalos que habían encima de la mesa junto con una tarjeta.
Di unos saltitos de entusiasmo y dejé la bandeja en la mesa.
-¿Los abro ahora?.
Asintió con la cabeza y se apoyó en la mesa mientras me observaba con diversión en sus ojos.
Tomé una bolsa con unos diseños de osos y la abrí. Dentro de ella había una billetera de unos quince centímetros, tenía diseños holográficos que se movían con cada movimiento.
-Está hermosa.
-Ábrela.
Lo miré sonriendo y moví la cabeza con felicidad. Saqué una tarjeta y un papel que decía que podía ser usada en cualquier tienda y a un lado salía el monto de la tarjeta.
-Esta genial.
Tomé la otra bolsa que era más sobria que la anterior, era color azul marino opaca y completamente lisa. La abrí con cuidado para guardarla y saqué una caja aterciopelada del mismo color de la caja. Miré a Thiago por lo que pensaba que podía ser y me miró para que siguiera abriéndolo.
Abrí la caja y una cadena de plata brilló ante mis ojos. Tenía un dije en forma de una pequeña esfera brillante, era delicado y justo como me gustaban a mí.
-Thiago... Está precioso. - dije admirando el collar con la boca entreabierta. Le di un abrazo en agradecimiento y el separó rápidamente.
-Ay, se me olvidaba uno.- dijo sacando una caja de su bolsillo trasero de su jean.
Ladeé la cabeza y recibí una caja parecida a la anterior pero negra. La abrí y mis ojos se abrieron de par en par cuando vi lo que había dentro de ella. Mis ojos lagrimearon un poco y saqué el pequeño hueso brillante donde se leía "Cooky". Abrí mi boca y miré a mi tío casi sin creerlo.
-¿Un perrito?.- dije en un hilo de voz.
-El que tu quieras. - dijo con una sonrisa.- Yo sé que trabajo mucho y a veces llegas y no hay nadie... no te negare que a veces la casa se siente sola. Ahora ya no será así, tendrás una cola feliz recibiéndote cada día.