¿y si lo intentamos?

Cara a cara

-Puede pasar.

Por un momento pensé que mi estómago me jugaría una mala pasada y me haría devolver lo poco que había en mi estómago. Sentí como mi vista se estrechó y mis pies empezaron a andar solos para dirigirse a la oficina de Adelaide. Al entrar la secretaria me dio una pequeña sonrisa y cerró la puerta tras salir de la oficina. Mi mirada chocó con una mujer tras el escritorio. Tenía la vista en unos papeles, su pelo era castaño oscuro en melena con unos pequeños reflejos más claros, su piel se veía lisa y brillante. Carraspee con la garganta y subió su mirada brindándome una sonrisa amable.

-Hola. Toma asiento por favor.

Cuando su mirada dio con la mía pude observar sus facciones de forma rápida. A simple vista no tenía mucho parecido a mí, pero en cuanto a facciones especificas pude saber que mi parecido no era cien por ciento a mi padre. Su nariz era similar a la mía, tenía el tabique fino y la punta terminaba un poco redondeada. Al mirar sus labios fue como estar mirando los míos, el labio superior era levemente más delgado que el inferior, pero al contrario de mí, ella tenía el arco de cupido más marcado.

Me senté en la silla de cuero frente a su escritorio y exhalé el aire que habian contenido mis pulmones. Quise llorar como niña pequeña cuando me di cuenta que no sabía que hacer ni que decir. Ni siquiera me había preparado para el momento, todo lo había hecho de forma impulsiva sin siquiera analizar los pro y los contra.

-¿Tu nombre?.- dijo anotando unas cosas en un papel. En todo el tiempo que había estado en el lugar la mujer no me había dedicado ninguna mirada de más de dos segundos.

Mi corazón latía rápido y mis manos se masajeaban constantemente a modo de darme calma.

-Emma... Emma Jones.

Su mirada subió para encontrarse con la mía con un leve ceño fruncido y una sonrisa confundida en su cara.

-La secretaria te presento como Emma Simons.

Asentí con la cabeza y rogué porque mi voz no temblara.

-Me presente con ese nombre, pero el real es Jones, Emma Jones.

Me miró con el ceño fruncido y vi como los ojos tras sus lentes se movieron analizando mi rostro. Sus ojos se abrieron lentamente y carraspeo su garganta de forma incomoda.

-Okey.- dijo bajando su mirada para acomodar unos papeles.- ¿Y que necesitas?.

Era el momento. El momento había llegado. Mi corazón seguía latiendo rápido y temí que ella escuchara los latidos que ahora los sentía hasta en mis oidos.

-No vine en específico por tu trabajo como abogada.

Adelaide me miro con el ceño fruncido que hacía que se viera un poco más mayor. Sacando el cálculo debía tener unos treinta y cuatro años, era muy linda y llegaba a tener cara de esas madres que son adorables. Eso hizo que tragara la bilis que había subido de repente.

-Hace un tiempo, quise buscar a la persona que me había traído al mundo.- comencé en un tono tranquilo y en un suspiro.- Había crecido sin ella y para serte sincera siempre me causo curiosidad saber quién fue esa persona que me tuvo y que luego... me dejó.

Baje la mirada para jugar con mis dedos. Sentía la mirada atenta de Adelaide y eso me hacía sentir más nerviosa. ¿Estará bien lo que estoy haciendo? Eso ya no importaba porque ya no podía echarme hacia atrás.

-En mi mente siempre estuvo presente el recuerdo vacío de ella, sin una cara y sin un nombre al que asociarla.
Siempre me ponía a pensar si se parecía a mí, que cualidades tendría, que hacía en su vida... si a veces se preguntaba por la beba que dejo atrás.

Sorbí mi nariz y subí la mirada para mirar a la mujer tras el escritorio, sentía mi cara enrojecida y mis nervios cada vez más a latente. Adelaide me miraba con su barbilla arrugada y sus labios apretados. Se había sacado las gafas y tenía las manos apretadas sobre el escritorio de madera oscura. Como no había ni un indicio de su parte para hablar ni para callarme, continúe.

-Este año me propuse a buscarla, solo por curiosidad ni siquiera para exigir algo. Encontré un nombre, Adelaide Robins.- dije y pareció salir de su trance para bajar la mirada y piñizcar la entrecejo.- Busque información de aquel nombre en todos los lugares que se me ocurrieron pero era como si nunca hubiera existido, no había ningún tipo de información. Antes de ayer di con el nombre de Adelaide Fields...

Hice una pausa y respiré despacio tratando de calmar mi corazón. Bajé la mirada porque me dio terror ver alguna expresión de indiferencia o desinterés en el rostro de Adelaide.

-Busque en internet y bueno... llegue aquí.- mentí. Mi tono de voz era bajo, casi con miedo como el que usas cuando le tienes que explicar a tus padres la maldad que hiciste. Hice una nota mental para hacerme recordar de hablar con un tono más seguro.

Esperé un momento y el sonido de su voz hizo que subiera la mirada y me acomodara en la silla.

-Cambié mi nombre apenas tuve los 18 años. - dijo con la voz baja. Al igual que yo, estaba mirando sus uñas mientras hablaba. - Me fui de casa, trabajé en lo que aparecía y poco a poco comencé a pagar mis estudios.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.