Y si me devuelves los años...

Dosis de cruda realidad.

_ Perdón sr Sáenz, debo irme, tengo una urgencia. _ le dije mientras empezaba a alejarme. El sr Sáenz tardo un momento en reaccionar y se me adelanto tomándome del codo para dirigirnos a la salida. La llamada de Marisol había sido concisa, algo grave había pasado con Nicolas. Temí lo peor y mientras llamaba a mi madre para avisarle que llegaría tarde a buscar a Emilia, el jefe realizaba la suya. Creo que hablaba con Mauricio. _ Perdón, debo conseguir un taxi…_

_ Ningún taxi Nadia, vamos en mi auto. Dime la dirección. _ enseguida se la di y nos subimos a su auto. No podía evitar mi nerviosismo. Nunca me había sentido así, el miedo era un sentimiento ajeno a mí. Siempre protegida de cierta forma no había presenciado violencia nunca. Y pensar que algo horrible podría haberle hecho Nicolas a Marisol me llenaba de ansiedad. _ Tranquila Nadia, tranquila. No sabemos que paso y si sigues así vas a arrancarte los dedos. _ tomo mi mano con fuerza, no me había dado cuenta de que estaba comiéndome las uñas hasta que él lo menciono. Lentamente deje de hacerlo. _ Respira Nadia… así, lentamente y contienes unos segundos…_

_ Soy una horrenda ayuda_ dije mientras hacia lo que me indicaba. _ ¿Qué clase apoyo soy si me agarra un ataque de pánico? _

_ Un apoyo y punto. _ me dijo. Pronto llegamos al hospital. El jefe había recibido una llamada mientras yo me concentraba en respirar y habíamos cambiado el rumbo. Cuando llegamos me dirigí rápidamente hacia la guardia seguida de cerca por el sr Sáenz, ahí nos esperaba Mauricio Geller. Él había ingresado a Marisol al hospital.

_ ¿Qué te dijeron? _ pregunte enseguida.

_ Hola Nadia, Marisol se encuentra siendo asistida por el cirujano. Según su versión, hablando con su novio se tropezó y se cayo contra la ventana cortándose con el vidrio el brazo. _ Miro significativamente a mi jefe cuando lo dijo. Todos los presentes sabíamos que mentía. La dejaría recuperarse, pero no tardaría en abordar el tema. Un médico salió de la sala y nos avisó que podíamos verla mientras preparaba los papeles del alta con las indicaciones.  Agradecí su ayuda a los dos hombres y me dirigí a la sala. Estaba sentada en una camilla con el brazo derecho vendado. El corte había sido profundo y había requerido muchos puntos. Pero lo que mas me impacto no fue el cuadro, sino sus ojos. Estaban en blanco y no parpadeaba. Estaba en shock.

_ Mari, ¿Cómo estás? _ me acerque lentamente con miedo de asustarla. Marisol parpadeo saliendo de donde sea que estaba en su mente y me miro. Sus ojos empezaron a llenar de lágrimas y rápidamente la abrace. Lloro un buen rato. Había mucho dolor ahí y por arte de magia lo supe. Esta no era la primera vez que Nicolas la golpeaba. Y si no se lo detenía, no sería la última. Cuando se recupero empezamos nuestra partida, tome sus cosas y la ayude a caminar hacia la salida. No lo sabia hasta ese momento, pero la devastación de un hecho así te dejaba sin fuerzas. Mi amiga de 25 años parecía de 80. Y parecía perdida.

En la puerta estaban Ramiro y Mauricio esperándonos. No tuve tiempo para la sorpresa ya que Mauricio se adelanto y ayudando a Marisol la subió a su auto. No pensé en ver esa expresión en un hombre como él. Su cara decía injusticia y venganza. Mire a Ramiro y este me observaba. Me dio un pañuelo y me sequé las lágrimas que no me di cuenta había derramado.

_ Perdón. Y gracias por esto. _

_ No me agradezcas Nadia, necesitaban ayuda. Mauri estaba más cerca que nosotros de tu casa y fue más rápido que él la trajera. Vamos, te llevare a casa…_

_ No, es algo que excede por favor, me tomare un taxi tengo que buscar a Emi. _ me sorprendió tomándome de la mano y guiándome hacia su auto nuevamente.

_ Justamente, que clase de caballero sería si dejo que vayas a buscar a estas horas a tu hija pequeña para volver a casa…_ murmuro.

_ Sería un caballero con una vida señor Sáenz, seguro tiene cosas que hacer un viernes a la noche que tener que acompañar a una mujer a buscar a su hija. _

_ Tal vez sí, tal vez no. No lo sabremos, pero yo Nadia hago lo que corresponde y lo que considero correcto. Y esto lo es. Y por favor llámame, Ramiro. _

Lo mire mientras conducía, no me sentía muy cómoda llamando al jefe por su nombre. Nuevamente me leyó la expresión, porque cuando paro por el semáforo, giro la cabeza y me miro fijamente.

_ Puedes hacerlo cuando estamos a solas… ¿más cómoda ahora? _ me sonrió. Asentí aliviada. No necesitaba hablar mucho con este hombre si me leía tan bien.

Pronto llegamos a la casa de mi madre. La Sra. María nos esperaba con impaciencia. Mama o la Sra. maría como me gustaba llamarla y que ella detestaba, no había sido fácil durante mi crecimiento, y ahora desde que había sido fiel defensora de Ricardo menos que antes.

_ Gracias SR…Ramiro…_

_No, no te vas a librar tan fácil de mí, te esperare y te llevare a tu casa con Emilia. _

_ Es que no quiero incomodarlo mas de lo debido… seguro tiene cosas que hacer…_

_ Nadia, tengo cosas que hacer y esta es una de ellas, no voy a terminar contigo hasta que no te deje sana y salva en tu casa. _ asentí a su tono, refunfuñando por dentro, toque el timbre en casa de mama y entre con las llave bajo la atenta mirada de Ramiro desde el auto.

_ Nadia ¿qué paso que vienes a estas horas? _

_ Hubo un problema en el trabajo, tuve que quedarme un poco más…_ la mentirita me dejaba un sabor acido en la boca, pero la realidad de la situación que había pasado con Marisol habría dejado con material suficiente a mi madre para atormentarme por meses.

Tome a Emilia que dormía en mis brazos y su carrito con la maleta con sus cosas. Mama me siguió hasta la puerta y cuando la abrimos, Ramiro estaba frente a ella.

_¿Como esta señora Alcázar?, discúlpenos la hora, me presento, soy Ramiro Sáenz, jefe de su hija Nadia_ le dio muy atento la mano y mama quedo estupefacta. Apenas podía recuperarse de la impresión que daba un hombre como Ramiro. Ese fue el momento en que aproveche para huir, llevándolo conmigo. Ramiro se hizo cargo de los bártulos de Emilia y me ayudo a subir a su auto en el asiento trasero. Después se subió el mismo y nos llevó a casa. No recordaba haberle dado la dirección, pero llegamos rápido. Imagine que sabia las direcciones de todos sus empleados. ¿no? Sin ilusiones Nadia.




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