¿y si no es suficiente?

CUANDO EL DOLOR LLAMA A LA PUERTA

Un malestar físico se instalaba en mí como una sombra densa e implacable. No podía estirar el brazo izquierdo sin que un dolor agudo me atravesara la articulación del codo. Debí haberme golpeado con algo… pensé, aunque la verdad era que tantas emociones revueltas aún no encontraban lugar dentro de mí.

Estaba a solas con Noah. La conversación que iniciamos flotaba entre la incomodidad y la necesidad urgente de comprendernos. Ver su rostro marcado por los golpes me desgarraba, pero no era solo él quien ocupaba mis pensamientos: Gabriel también estaba presente, silencioso, en cada rincón de mi mente.

—Este día ha sido un desastre —dijo Noah con un suspiro profundo—. Lucía, lamento si las palabras de mi tía te hicieron sentir mal. Escúchame: soy yo quien elige mi camino, no mi familia. Olvida sus amenazas.

—Si estuviera en su lugar, pensaría igual —respondí, la voz temblorosa—. Es lógico que me vea como una oportunista, una intrusa… “La manzana de la discordia”, como ella misma me llamó.

—No, por favor —replicó, con un dejo de desesperación—. No tomes sus palabras como verdad. La tía Hilda siempre ha sido así: altiva, distante… como si el mundo le debiera reverencias. Pero eso no te define.

Intentó aliviar mi malestar, pero su esfuerzo era apenas un murmullo contra la marea que me atravesaba. Mi cuerpo absorbía las emociones como una esponja herida. El dolor en mi brazo era solo un reflejo del torbellino que se agitaba en mi interior.

—Ver esos golpes en tu rostro, me lastima, Noah —susurré, con el corazón encogido—. Nunca en mi vida había estado envuelta en una pelea, y mucho menos ser yo la causa de una… Mi mundo era simple: casa, universidad, trabajo…

Un silencio pesado cayó entre nosotros. Cada respiración parecía resonar más fuerte de lo normal, como si el aire mismo quisiera recordarnos la fragilidad del momento. Noah bajó la mirada, mordiéndose el labio inferior, tratando de encontrar palabras que parecían no existir.

—Yo… —comenzó, y se detuvo, como si medir cada sílaba fuera un acto de supervivencia—. Nunca quise que esto sucediera. Nunca… que tú terminaras herida por mí, por mi familia… por todo esto.

Mi brazo dolía, pero era el corazón el que más ardía. Cerré los ojos un instante, dejando que la mezcla de culpa, temor y algo más profundo se filtrara por mis venas. Noah me ofreció su mano, una súplica silenciosa. Yo dudé, pero la tomé, y en ese gesto pequeño, frágil, hubo un entendimiento que no necesitaba palabras.

Noah me interrumpió con voz firme, pero dulce.

—No te castigues con esos pensamientos —dijo Noah, con voz baja, pero firme—. No es tu culpa sentirte así. Nuestro instinto más primitivo se despierta cuando creemos que algo importante está en peligro. Gabriel me buscó… yo solo respondí. Fue una cuestión de honor.

Se acercó a mí y, con una delicadeza que contrastaba con su fuerza, sostuvo mi rostro entre sus manos.
—Tú mereces amor y respeto —susurró, los ojos fijos en los míos—. Nadie tiene derecho a quitártelo, ni siquiera Hilda. No dejes que te hagan sentir menos de lo que eres.

Me abrazó. Me dejé envolver por su calor, aunque por dentro seguía cayendo en un abismo que parecía no tener fondo. El malestar físico persistía, punzante, recordándome la intensidad del día.

—No me siento bien, Noah —dije, con la voz quebrada—. Solo quiero irme a casa… ya ha sido demasiado por hoy.

Él se separó ligeramente, y la preocupación lo atravesó como una ráfaga. Me tocó la frente, luego el cuello, midiendo mi temperatura con los dedos.
—Estás ardiendo, Lucía —susurró—. Voy por el termómetro.

En cuestión de minutos regresó y colocó el aparato en mi boca. Me quedé mirándolo mientras esperaba el resultado, perdiéndome en sus ojos verdes. En ellos había ternura, preocupación, un afecto difícil de rechazar.

—Tienes fiebre —dijo al ver la lectura—. No quiero que te vayas así. Déjame cuidarte.

—Noah, ya han pasado demasiadas cosas hoy —susurré, agotada—. No quiero generar otro conflicto con mi familia. Solo quiero llegar a casa, acostarme y descansar.

Él bajó la mirada, resignado, con un dejo de frustración que no intentó ocultar.
—Está bien… —murmuró, con un matiz de molestia en la voz.

Sabía que a veces podía ser controlador, y aunque eso normalmente me incomodaba, no tenía fuerzas para enfrentar ese rasgo suyo en ese instante.

—Al menos permíteme darte algo para la fiebre… y una taza de té.

Asentí débilmente. No me sentía capaz de negarme.

Momentos más tarde, volví a abordar el vehículo de Noah. Aunque intentaba disimularlo, se notaba que le costaba dejarme ir sola. Durante todo el trayecto, me abrazó con fuerza, como si temiera que me desvaneciera entre sus manos.

—¿Por qué le dijiste eso a tu tía? —pregunté, separándome apenas para poder mirarlo a los ojos.

—¿A qué te refieres exactamente? —respondió.

—A cuando dijiste “mi futura mujer”. ¿Fue solo para provocar a tu tía Hilda?

—Lo dije en serio, Lucía. —Su voz sonaba firme, casi solemne—. Ese es mi deseo. Yo quiero que seas mi mujer.

Sus palabras me golpearon con el peso de un compromiso que aún me parecía demasiado intenso. Recordé la historia que me había contado sobre Ofelia y lo rápido que se habían casado. Aquello no había terminado bien.

—Te has quedado callada… —susurró, con un hilo de ansiedad.

—Estoy tratando de asimilar lo que acabas de decirme —contesté, con el corazón latiendo demasiado rápido.

—Quiero que compartas tus pensamientos conmigo. Lo que sientes es importante para mí. —Su mano se cerró sobre la mía, transmitiéndome urgencia y ternura al mismo tiempo.

—Noah… estamos yendo muy rápido —dije, bajando la mirada.

Su cuerpo se tensó, y pude sentir cada fibra de su impulso contenida por mi duda.

—¿No quieres estar conmigo? —preguntó, con un dejo de vulnerabilidad que raramente mostraba.

—Sí, sí quiero… —confesé, y un nudo se me formó en la garganta—. Solo digo que necesitamos tiempo. No quiero que tomes decisiones precipitadas por lo que pasó hoy con Gabriel. Una relación necesita crecer, y lo que decidamos ahora puede marcarnos para siempre.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.