Cristian:
Fuiste un gran amigo. El mejor de todos para ese entonces…
Necesitaba a alguien con quien pudiera desahogar cada una de mis penas y decir aquellas cosas insignificantes que no me atrevía a decir en voz alta. Sin intención tú fuiste esa persona para mí.
Sabía que lo tuyo no era llorar frente a personas cuando estabas triste y aun así dije que si necesitabas hacerlo sólo tenías que decirlo y mi hombro iba estar para ti.
No jugaba, no sólo eran palabras, lo decía muy en serio, que las cosas hayan cambiado no me convierten en una mentirosa.
Realmente te quería, todas esas frases que llegué a decirte y escribirte fueron con sinceridad. Fuiste mi mejor amigo y te quería para toda la vida.
Mis planes a futuro te incluían porque mi idea nunca fue perderte. Cuando reconocí que nuestra amistad no iba a ser duradera por más que lo deseara sufrí mucho.
Pensaba en cómo habían transcurrido las cosas…
¿Cómo era posible que al inicio no fuiste relevante para mí hasta que Daniela nos presentó? ¿Cómo era posible que de pronto quería ser tu amiga? ¿Cómo era posible que habíamos llegado al punto en que te ibas? ¿Cómo sería posible olvidarte? ¿Cómo sería posible dejar de quererte? ¿Cómo sería mi vida después de ti?
Te perdía y como no era mi decisión no podía hacer nada al respecto.
¿Cómo era posible que habíamos llegado a eso?
Prometí estar para ti siempre, sin importar lo que pasara, incluso si en algún momento de mi vida por una extraña razón te llegaba a odiar. Pedí que acudieras a mí en caso de necesitar algo, sin importar lo que fuera porque había prometido estar para ti siempre, aunque no lo quisieras así. Dije que era lo que los amigos hacen y era un juramento.
Sí, nunca debí hacerlo.
Tratándose de ti las cosas no son para siempre, ¿o sí?
¿O sólo es momentáneo cuando se trata de mí?
Dime, ¿difieres mis preguntas?
Beatriz