¿y si...capaz funcionemos?

Capítulo 4

Los que se adelantan al destino

Will

La marea de gente afuera del estadio era una pesadilla. Entre vendedores ambulantes, familias gritonas y parejas que se sacaban selfies, encontrar a dos chicas en medio de todo eso era como buscar una aguja en un campo de luces de neón.

Pero yo no era de los que se daban por vencidos.

Ellie.

Ese nombre me había estado dando vueltas en la cabeza desde que lo escuché. Sonaba suave, como una canción que no sabés de dónde salió pero se te pega igual. Tenía algo distinto. Una calma ruidosa, como cuando el cielo está nublado pero sabés que el sol sigue ahí, esperando.

Y ahora… se estaba yendo.

Las busqué con la mirada mientras avanzaba entre la multitud, esquivando mochilas, empujones y carritos de comida.

Y entonces, la vi.

No a ella.
A su amiga.

Caminaba un poco más atrás que antes, como si estuviera esperando que Ellie se decidiera. Llevaba el cabello suelto, una chaqueta clara y unos ojos que se detenían en todo.

—¡Ey! —llamé, subiendo un poco la voz.

No sabía si me había escuchado.
Pero cuando giró la cabeza, nuestros ojos se cruzaron.
Y en ese instante, su expresión cambió.

—Ah, mirá quién volvió —dijo Ellie con una sonrisa ladeada.

—Tenía que asegurarme que llegaran bien —improvisé.

—Claro. Porque somos dos pobres e indefensas chicas en medio de un estadio —respondió su amiga con un sarcasmo suave.

Me acerqué más, sonriendo. Esta chica no era Ellie, pero tenía chispa.

—Bueno, una de ustedes necesitaba ayuda hace un rato. No podía irme sin saber si estaba bien.

—Está bien —dijo, asintiendo—. Gracias por eso, de verdad.

—¿Y tu nombre?

—Lía.

—Puedes llamarme Will.

—Ya lo sabía —dijo con una risa contenida.

—¿Y Ellie?

Lía miró hacia adelante. Ellie ya se estaba alejando entre la gente.

—Está… ahí. Pero se pierde fácil cuando está en su cabeza.

—¿Y ahora mismo…?

—Está en modo universo paralelo. Ya sabés, cosas que no se dicen en voz alta.

Asentí. Entendía más de lo que ella creía.

—¿Van a algún lado?

—A tomar algo. Aunque con ella no sabés si te va a pedir café o desaparecer de la mesa sin aviso.

Me reí.

—¿Puedo acompañarlas?

Lía me miró de arriba a abajo. No en plan coqueto, más como una evaluación táctica. Y después sonrió.

—Si lográs alcanzarnos.

Salió caminando con paso rápido, girándose para ver si yo la seguía. Y por supuesto, lo hice.

A Ellie no la había vuelto a mirar, pero ya no importaba tanto.
Había algo en Lía que también quería descubrir.

Y sin saberlo, estaba caminando hacia la parte más importante de mi vida.

Porque a veces, el destino no llega de frente.
A veces, se acerca por el costado.




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