¿y si...capaz funcionemos?

Capítulo 5

Café, libros y secretos entre tazas

Ellie

La cafetería olía a algo que no sabía si era café con canela o recuerdos de un lugar al que nunca había ido.

Era pequeña, con lámparas bajas y mesas de madera oscura. Tenía esas paredes llenas de frases sueltas y dibujos hechos a mano, y una esquina oculta donde vivía una biblioteca sin orden. Libros viejos, usados, con portadas dobladas y hojas marcadas por el tiempo. Mi lugar favorito desde el primer paso.

Mientras Lía pedía algo dulce y Will charlaba con el chico de la barra, me perdí entre los estantes. Pasé los dedos por los lomos como si buscara un mapa. Había títulos en francés, novelas con márgenes subrayados, y hasta un ejemplar de poesía con flores secas entre las páginas.

Elegí uno con la portada despintada.
El arte de perderse.
Ni siquiera lo pensé. Solo lo tomé y me fui a sentar cerca, al rincón más tranquilo del café.

A veces era así de simple: un título, una intuición, y ya estaba en otro mundo.

Pasé la vista por las primeras líneas, y el murmullo del café se apagó como por arte de magia. Todo desapareció, excepto la historia entre mis manos.

Will

—¿Siempre es así? —le pregunté a Lía mientras dejábamos los vasos sobre la mesa.

Ella sonrió, sin mirar a Ellie, como si ya supiera de qué hablaba.

—Más o menos. A veces se pierde, otras se esconde. Y a veces no sé si hace ambas al mismo tiempo.

La miré un instante. Sentada con las piernas cruzadas, apoyada sobre la mesa, con el cabello cayéndole de un lado y la mirada fija en las páginas.
Era hermosa, sí. Pero no de esa manera ruidosa que exige atención. Ella tenía esa belleza de las cosas que descubrís en silencio. Como un libro olvidado en un rincón que te rompe el corazón.

—¿Hace cuanto la conoces? —pregunté.

—Desde hace un rato. Y aún así, siento que no terminé de entrar.

Lía tomó un sorbo de su moka.

—¿Te gusta?

Me tomó por sorpresa la pregunta.

—No sé. Me intriga, pero… no sé si sería buena idea.

—¿Por qué?

—Porque siento que si me acerco, y no sé qué hacer con todo eso que es ella… voy a arruinar algo que ni siquiera empezó.

Ella se quedó en silencio un segundo. Luego, entrelazó los dedos frente a su taza.

—Entonces quizás no seas el que tiene que acercarse —dijo.

La miré, con una ceja levantada.

—¿Y quién, entonces?

Ella se encogió de hombros.

—No tengo idea. Pero creo que hay personas que llegan cuando una necesita un tipo de amor más valiente… no más simple.

Sus palabras me quedaron rebotando en la cabeza.
Porque entonces pensé en él.
En Bryce.

No dije nada, pero su nombre se me instaló en la lengua como una semilla. Porque si había alguien que podía mirar de frente lo complejo, lo intenso, lo silencioso… era él.

—¿Qué estás tramando? —me preguntó Lía, medio sonriendo.

—Nada. O… algo. Pero todavía no lo digo.

—¿Me vas a dejar afuera?

—No —dije, levantando la taza en su dirección—. Solo necesito ver si la idea sobrevive al primer intento.

Ella alzó la suya para chocarla.

—Me gusta la gente que trama cosas buenas.

Ellie

Había dejado de leer. Pero seguía con el libro en las manos, abierta en una página marcada con una servilleta doblada.

"Hay personas que no son destinos, sino desvíos que te llevan a lo que realmente buscás."

Miré hacia la ventana del café. Afuera, la ciudad seguía como si nada. Pero adentro, algo había cambiado. No sabía qué era. Solo que lo sentía en la piel, como electricidad antes de una tormenta.

Will y Lía hablaban bajito. A veces se reían. Yo no escuchaba lo que decían, pero algo en mí me decía que no se trataba de ellos.

Volví a mirar el libro y los ignore por completo.




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