Inesperado
Ellie
Afuera, el sol parecía más pálido. Las sombras en la acera eran largas, como si el tiempo también se estirara con ellas.
—Ellie —me llamó Lía, apenas por encima del murmullo del lugar—. ¿Querés algo? Un pastelito o algo que te devuelva el alma.
Sonreí apenas y negué con la cabeza.
—Estoy bien —mentí.
La verdad era que tenía un nudo raro en el pecho. No tristeza, no alegría. Algo más parecido a una espera que no sabía que estaba teniendo.
Lía volvió a su charla con Will, que ahora se había pasado al asiento de su lado. Sus voces se hacían suaves cuando mencionaban cosas como “tal vez podrías” o “no le digas todavía”. No me molestaba. Yo también tenía mis secretos.
Me levanté despacio, con el libro aún conmigo, y volví hacia los estantes. Quería devolverlo, pero al mismo tiempo no podía soltarlo.
—¿Sabías que podés llevártelo? —preguntó el chico de la barra al verme parada ahí, indecisa.
Me giré hacia él.
—¿Cómo?
—Los libros —señaló con la cabeza hacia la biblioteca—. Es un sistema medio loco. Te los llevás, dejás algo a cambio. Un libro, una nota, una promesa escrita en una servilleta. Algo que diga que estuviste acá.
Lo miré sorprendida, y después al libro. Me gustaba la idea de llevarme algo… pero también la de dejar algo atrás.
Tome una servilleta que encontre el la mesa y un boligrafo de la barra y escribí algo corto, sin pensarlo mucho.
"No sé qué busco. Pero tal vez este libro me lleve un poco más cerca."
La doblé y la dejé donde había estado el libro.
Entonces, cuando estaba por volver a la mesa, escuché mi nombre.
—¿Ellie?
Me detuve. Me giré despacio.
Una chica se había acercado. Cabello recogido, camiseta del equipo que jugo el dia de hoy, y una sonrisa que parecía conocerme más de lo que yo la conocía a ella.
—¿Nos conocemos? —pregunté.
—No, pero te vi en el estadio —respondió ella—. Estabas con una amiga… y con Will, ¿no?
Sentí que Lía se giraba hacia nosotras al escuchar su nombre.
—Sí… ¿por?
La chica miró hacia Will con una media sonrisa.
—Es que me llamó la atención. Él casi nunca habla tanto con nadie. Y me pareció lindo… no sé, ver que alguien lo escuchaba con ganas.
No supe qué contestar. Ella me dio una especie de guiño cómplice y se fue tan rápido como había llegado.
Me acerque a la mesa donde estaba Will y Lía con el corazón un poco más acelerado. Me senté y dejé el libro a un costado.
—¿Todo bien? —preguntó Will.
—Sí —dije, sin saber por qué mentía otra vez.
Lía me miró, como si supiera que algo raro había pasado. Pero no preguntó. Solo sonrió, bajito.
Y en ese momento, cuando ya creía que todo estaba dicho, Will abrió la boca para decir algo más.
—¿Sabés qué es lo más curioso?
—¿Qué? —preguntó Lía.
Él miró a Lía, y luego a la taza vacía frente a él.
—Que creo que todavía no empezó nada. Pero igual siento que ya estoy metido hasta el fondo.