¿y si...capaz funcionemos?

Capítulo 8

Calles Mojadas

Ellie

Cuando salimos del café, la ciudad ya era otra. La luz naranja de los faroles caía sobre las calles mojadas como si alguien hubiera lavado los recuerdos de la tarde. Había algo quieto en el aire, como si el mundo entero estuviera conteniendo el aliento.

Lía caminaba con los brazos cruzados, el viento le movía un mechón de pelo que no dejaba de sacudirse. Will nos seguía un poco atrás, distraído con su celular.

—¿Qué leíste? —me preguntó Lía, sin mirarme.

—Un libro raro. Se llama El arte de perderse.

—¿Y? ¿Funciona?

Me encogí de hombros.

—No sé si me perdí. Pero sí sentí que algo me encontró a mí.

Ella sonrió con la boca cerrada, como si supiera exactamente a qué me refería.

—Will no para de hablar de ti —dijo de pronto.

La miré de reojo.

—¿Ah, sí?

—Sí. Pero de una forma que no te incomodaría. Te observa como si te estuviera traduciendo.

—¿Y qué pensás sobre eso?

—Que eres difícil de traducir.

Nos detuvimos en la esquina donde nuestros caminos se separaban..

Will nos alcanzó al fin y se paró frente a nosotras, con las manos en los bolsillos.

—Fue una buena tarde —dijo, como quien no busca respuesta.

—Sí —dije, sin pensar demasiado.

Lía nos miró a los dos.

—Yo me voy por acá. Pero si alguno quiere hacer de mi sombra, es bienvenido.

—Yo sigo a Ellie —dijo Will.

—No hace falta —respondí, rápido.

—Igual tengo que tomar el bus por ahí —dijo, señalando la dirección que coincidía con la mía.

Mentira. Sabía que era mentira. Pero me hizo sonreír.

Lía nos dejó con un guiño suave. Y entonces fuimos solo nosotros dos. Caminamos unas cuadras en silencio. El tipo de silencio que no incomoda, pero que dice más que muchas palabras.

—¿Siempre eres así? —me preguntó.

—¿Así cómo?

—Como si tuvieras la mitad del cuerpo en otra parte.

Pensé en mentir. Pero me dio pereza.

—A veces siento que encajo mejor en lo que imagino que en lo que pasa —dije.

—Eso no está tan mal.

—No. Pero a veces te deja sola cuando todo termina.

Nos detuvimos frente a una librería cerrada. Detrás del vidrio, había un letrero escrito a mano: “Vuelva pronto. Todo lo que importa está esperándolo en alguna página.”

—Yo creo que estás por escribir algo nuevo —dijo él.

Lo miré con cierta sorpresa.

—¿Cómo sabés?

—No sé. Lo siento. Como si algo en ti estuviera a punto de comenzar.

La forma en la que lo dijo… como si me conociera sin saber mi historia.

—¿Siempre hablás así?

Sonrió. Algunos mechones de su cabello caían sobre su frente con esa rebeldía que no podía esconder.

—Solo cuando algo me interesa demasiado.

No respondí. Solo asentí y miré hacia adelante.

—Yo sigo por acá —dije, señalando la calle que bajaba hacia mi casa.

—Entonces acá nos despedimos.

Nos miramos un momento. Largo. Ni incómodo ni urgente.

—Buenas noches, Ellie —dijo, suave.

—Buenas noches, Will.

Se fue.

Y yo seguí caminando, sintiendo el eco de mis pasos como si repitieran mi nombre.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.