¿y si...capaz funcionemos?

Capitulo 12

El eco antes del nombre

Ellie

La pregunta de Lía me quedó dando vueltas mientras caminábamos.
"¿Estás lista para conocer a alguien que todavía no sabés que necesitás?"

No respondí. No porque no tuviera una respuesta, sino porque había demasiadas y todas se atropellaban. Lo que sí hice fue mirar al cielo, como si ahí pudiera encontrar alguna señal. Pero solo había nubes, unas que se amontonaban como si estuvieran igual de confundidas que yo.

—No sé si estoy lista para conocer a nadie —dije al fin—. Pero si llega, supongo que me va a encontrar así como estoy.

Will asintió, como si esperara justo esa respuesta.

—Las personas más importantes no llegan cuando uno está listo —dijo—. Llegan cuando todo se está por mover.

Seguimos caminando por unas cuadras más. El viento levantaba papeles del suelo, y las farolas empezaban a encenderse, una por una. Había algo cinematográfico en la escena. Como si una historia estuviera por comenzar y nosotros aún no conociéramos los protagonistas.

Cuando llegamos al cruce donde debíamos separarnos, Lía propuso algo más.

—¿Y si mañana repetimos el café?

—¿Otra vez? —dije, riéndome.

—Sí, pero ahora vos elegís el libro, Ellie. Y yo llevo la libreta.

—¿Y yo qué llevo? —preguntó Will.

—Tu cara de misterio —respondió Lía.

Y así, sin decirlo, sin trazarlo del todo, dejamos pactado el siguiente encuentro.

Lía

Ya caminando sola con Will, lo miré de reojo. Había una energía distinta en él. Como si algo dentro suyo estuviera en movimiento.

—¿Y ahora me vas a decir de una vez quién es el?

Él me sonrió sin apuro.

—Un amigo.

—No. No me vengas con eso. Dime qué tiene que ver con todo esto.

—Es... alguien que entiende el silencio. Alguien que se quiebra, pero no se rinde, El no busca llamar la atención, pero cuando te mira, te hace sentir que todo vale la pena.

—¿Y Ellie?

—Ella... también es silencio, pero distinto. Es como una hoja en blanco que está llena sin escribir nada.

—¿Y vos creés que eso funciona?

—No sé si funciona. Pero creo que se merecen saber que el otro existe.

Nos detuvimos frente a un kiosco cerrado. Will sacó su celular. En la pantalla, vi un nombre que no conocía aún: Bryce.

—¿Le vas a escribir ahora? —pregunté.

—Sí. Pero no para decirle que tengo una idea. Solo para invitarlo al café.

—¿Sin decirle nada más?

—Exacto.

—¿Y Ellie?

—Tampoco sabrá nada. Por ahora. Quiero ver qué pasa cuando dos personas se cruzan sin tener idea de lo que el universo ya sospechaba.

Ellie

Esa noche me acosté más tarde de lo normal. El libro aún estaba en mi mesita, pero no lo abrí.

Miré el techo por largos minutos, escuchando el sonido lejano de una moto que pasaba, el tic-tac del reloj de cocina, el ladrido de un perro al otro lado de la calle. Cosas normales, sí. Pero que esa noche parecían sonar más fuertes.

Y entonces me acordé de la frase que leí:

“Hay personas que son brújulas.”

Me dormí pensando en eso. En si yo era una de esas personas.
O si estaba a punto de encontrar a alguien que lo fuera para mí.




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