¿y si...capaz funcionemos?

Capitulo 16

Lo que se cuela sin permiso

Bryce

Hay días en que el trabajo pesa más.
No por las tareas.
Sino por el silencio que se instala después de cada caso.

Hoy era uno de esos.

Había pasado la mañana firmando documentos, revisando escritos llenos de frases vacías, y atendiendo personas que no buscaban justicia, sino alguna forma de venganza disfrazada.

Tenía la camisa remangada hasta los codos y la cabeza llena de voces ajenas.

Y aún así, entre todo eso, pensé en ella.

En la forma en que cerró el libro.
En cómo sostuvo mi mirada sin desafiarme.
En esa pregunta suya —¿Te gustaría volver otro día al café?— que no sonaba como una invitación, sino como un punto de partida.

Me encontraba revisando una denuncia absurda —un vecino que acusaba a otro de “mirarlo con mala intención”— cuando mi celular vibró.
Era un mensaje de Will.

¿Y? ¿Te cayó bien Ellie?

No respondí de inmediato.

Apagué la pantalla, volví al documento, subrayé un error legal evidente y tomé aire.
Y entonces escribí:

Me cayó distinto.

Will contestó con un emoji que no supe interpretar. Algo entre broma y complicidad.

Pero lo dejé ahí.
Porque no sabía cómo explicar que alguien que apenas habla puede hacer tanto ruido adentro.

A las 4:17 p.m., sonó el teléfono de la oficina.
Un caso de revisión urgente. Otra historia gris, otra persona desesperada, otra pared de normas por escalar.

Atendí.
Hablé.
Respondí con las palabras correctas.

Pero todo me sonaba más lejano. Como si lo importante estuviera en otra parte.

Cuando por fin salí del edificio, el cielo estaba cargado. De esos que no anuncian lluvia, pero tampoco sol.
Me senté un momento en la banca frente al parque. Solo.
Sin audífonos. Sin llamadas pendientes. Sin voluntad de volver a casa.

Y ahí, entre las ramas de los árboles moviéndose apenas, la imaginé a ella.
No hablándome. Solo estando.

No sabía su historia.
Ni por qué sus ojos parecían haber leído libros que nadie más conoce.
Pero sabía que quería volver a sentarme frente a ella.
Sin decir tanto.
Solo para saber qué se siente estar en su silencio otra vez.

Entonces hice algo que no suelo hacer.

Saqué mi celular.
Abrí la galería.

No tenía una foto suya.
Pero tomé una foto de la banca, del parque, del cielo cargado.
Y escribí en notas:

Volver al café, un día cualquiera....con ella.

Cerré el celular.
Me puse de pie.

Y por primera vez en mucho tiempo, el mundo me pareció menos ruidoso.




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