¿y tú? ¿mataste a Deleyna?

Capítulo 3

Al primer sospechoso que interrogué fue a su ex novio: Marco Rodríguez. Tres cafés no habían hecho mucho efecto en mí para despejar mi mente, pero tenía que hacer mi trabajo. Así que allí estaba yo, varias horas después de la llamada de Leo, en comisaría, junto a él, interrogando a Marco.

―¿Dónde estaba esta madrugada sobre las dos de la mañana? ―Le preguntó Leo cruzándose de brazos, mirándole con atención.

―En el camerino de Dely, pensaba que por eso me habían citado ―dijo encogiéndose de hombros.

Le eché una rápida mirada a Leo para que entendiese que sería mejor que yo llevase el control del interrogatorio si queríamos llegar a buen puerto. Sabía que tenía que tragarme toda la pena que me daba la pérdida de Deleyna, así que a pesar de ver el rostro enrojecido de Marco, a causa del llanto, tenía que evitar que se me notase. El joven, de veintidós años por aquel entonces, había tenido que utilizar varios pañuelos de papel de la caja que pusimos mientras se producía el interrogatorio.

―Según nos consta, estuvo media hora allí. Según las cámaras de seguridad del ascensor, se montó a las dos menos cuarto, y media hora después bajó. ¿Qué hizo aquella media hora? ―Pregunté mirándole fijamente, estudiando cada gesto que pudiera hacer para delatarse a sí mismo.

―Hablamos del concierto y poco más ―dijo absorbiéndose la nariz y cogiendo un nuevo pañuelo.

―Eran ex pareja. ¿Cómo era su relación?

―Bastante buena. Que no estuviéramos juntos, no significaba que no pudiéramos ser amigos.

―Pero fue la penúltima persona en verla con vida, según las cámaras de seguridad del ascensor ―advirtió Leo.

―Eso parece… Pero les juro que yo nunca le hubiera hecho nada a Dely, ¡ella no se merecía morir! ―Exclamó entre sollozos, y yo evité que mis lágrimas salieran.

―Bueno, eso lo tendremos que determinar la policía, no usted ―le advertí―. Según nos consta, no acudió al concierto a pesar de ir a su camerino después de este. ¿Por qué motivo no fue?

―No hubo un motivo concreto, simplemente no podía ir antes, así que por eso fui a visitarla allí.

―Si tan buena relación se supone que teníais, ¿qué motivó a la ruptura? ―Pregunté.

―No creo que eso pueda tener relación a su muerte.

―Eso no lo decide usted ―dije instándole a responder.

―Las cosas simplemente pasan. Nos dimos cuenta de que estábamos mejor siendo amigos que en una relación.

―¿Quién decidió acabar la relación? ―Volví a preguntar.

―Fue algo mutuo ―dijo encogiéndose de hombros.

―Pero alguno debió de tomar la iniciativa.

―No recuerdo bien, simplemente decidimos dejar nuestra relación de pareja ―comentó algo incómodo.

―¿Quería usted dejar aquella relación?

―Ya le digo, fue de mutuo acuerdo ―dijo algo molesto.

―Bien… ―murmuré.

Pasaron breves minutos en los que terminaba de tomar nota en mi archivo para enseñárselas a Leo mientras continuaba con las últimas preguntas del primer interrogatorio. Sabía que me enfrentaba a un caso difícil, y que con un interrogatorio no resolvería nada, solo cumpliría con el proceso rutinario, pero por algo tenía que empezar.

―¿Y desde cuándo se conocían? ―Interrogué tras varias preguntas más.

―Desde el colegio, cuando teníamos seis años o así ―comentó él, volviendo a coger otro pañuelo para secarse más lágrimas que recorrían su cara.

Di por terminado el interrogatorio tras otras pocas preguntas rutinarias más.

―¿Me informaréis si descubrís algo? Quiero que se haga justicia por la muerte de Dely…

―Lo que descubramos será meramente familiar, y en todo caso, será la más cercana quienes primero lo sepan. Pero si sabes de algo que pueda ayudarnos, aquí tienes mi número ―dije dándole mi tarjeta y él asintió levemente con la cabeza mientras cogía, con manos temblorosas, la tarjeta que le di.

Observé cómo el joven salía de la sala de interrogatorios conducido por un guarda. Su andar no era rápido, pero tampoco lento, sin embargo, estaba cargado de desgana. Llevaba los hombros caídos, haciéndole arrugas en su chaqueta vaquera. Pero a pesar de cómo se mostraba ante la muerte de Deleyna, sentía que algo ocultaba, y estaba dispuesta a descubrirlo.

Después del primer interrogatorio, me preparé un nuevo café, cayendo desplomada en la silla de mi despacho. El cansancio y la situación me tenían agotada física y mentalmente.



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En el texto hay: intriga, redes sociales, amor

Editado: 16.06.2018

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