¡ya Basta!

1

 

Una ráfaga de viento despertó a Vera, lentamente abrió los ojos encontrándose con su madre quien la admiraba enternecida al verla disfrutando de su descanso.

-Buenos días mami- saludo dulcemente para depositar un beso en la mejilla de su progenitora.

-Buenos días mi niña- correspondió dándole una caricia sobre la cabeza de su hija.

-Mi niña, alístate hoy será tu primer día de clases- anunció contenta. -Si mamita ¿papito va acompañarnos? - preguntó Vera.

Su madre se agacho a la altura de su hija y habló. –Papá salió temprano a trabajar, pero prometió que mañana nos acompañaría- respondió para acariciar el mentón de su pequeña.

–Entonces me alistare para no llegar tarde- comentó para acercase a su armario. –Te espero abajo mi niña bonita- dijo su madre para salir de la habitación de Vera.

Recientemente la familia de Vera se había mudado a otra ciudad por el trabajo de su padre, hoy Vera comenzaría sus estudios en su nueva escuela. Sentía nervios y emoción, nunca antes había sido la “nueva”.

Durante el transcurso a su nueva escuela, Vera veía el camino atentamente, había muchas personas en la plaza ese día, Vera dulcemente imaginaba en su mentecita inocente aventuras con la descripción de estas personas.

Luego de pasar la plaza finalmente llegaron a su destino, la escuela parecía será acogedora, lentamente este iba siendo llenado por muchos alumnos y de diversas edades. Algunos se reencontraban después de las vacaciones, Vera por primera vez sintió timidez ya que veía a muchos niños desconocidos, ella solía ser muy extrovertida y amigable.

 –Vera, mi niña me tengo que ir, así que cuídate mucho y se atenta con tu maestra ¿está bien? Y no tengas miedo ya verás que tendrás muchos amiguitos- anunció para abrazarla.

–De acuerdo mamita- respondió dudosamente. Entro junto a los alumnos, cada uno entraba a su clase correspondiente. Vera fue guiada por una de las maestras, ya todos sus compañeros estaban sentados y en orden. Todos dirigieron su mirada en esta nueva alumna, Vera sentía aún más pavor, nunca antes había recibido atención de tal grado. La curiosidad podía notarse en los ojos de cada uno de ellos.

-Preséntate linda- ordeno suavemente la maestra.

Vera tímidamente aclaro su garganta y hablo. -Hola… mi nombre es Vera y recién me mude hace unos días, espero llevarme bien con ustedes- hablo con timidez escondiendo su mano detrás de su espalda.

-Bienvenida Vera, puedes sentarte junto a Ingrid- ordeno la maestra. –Ingrid levanta la mano por favor- agregó siendo así que la nombrada levantara su mano.

Vera se encamino hacia su asiento, al estar allí saludo a su compañera pero esta hizo caso omiso, traía un semblante triste, su mirada estaba perdida pero a la vez alerta, tal vez paranoica.

La hora del receso llegó sin embargo durante toda la clase su compañera no había dicho palabra alguna, ni siquiera un “hola” o tal vez mirarla. Unas niñas muy simpáticas se acercaron al asiento de Vera.

-Hola Vera ¿quieres venir a jugar con nosotras?- Propuso una de ellas.

–Hola, si quiero ir a jugar con ustedes- respondió feliz de poder socializar con sus compañeras. Ingrid había salido sin decir nada dejándolas ahí.

 -¿Cuáles son sus nombres?- Preguntó Vera. –Mi nombre es Zoe y ella es Mina- presento sonriente.

–Una pregunta ¿por qué Ingrid no habla?- Cuestiono Vera. Zoe simplemente miro en dirección por donde Ingrid había salido. –No quiere jugar con nosotras, no lo hace con nadie, no nos habla incluso antes de estas vacaciones, ella también era nueva, solo habla cuando la maestra la llama, así que tampoco insistimos en pedirle que juegue con nosotras- comentó Zoe tranquilamente.

Vera adquirió un interés en su compañera de carpeta “¿Por qué no hablaba con nadie?” “¿no quería?” “¿sucedía algo?” “¿por qué se veía asustada y en alerta?” Mientras jugaba con sus nuevas amigas ella noto que a lo lejos de todos que Ingrid estaba ahí sentada con una mirada pérdida y en su rostro podía verse su desanimo y ¿miedo?

El timbre sonó era hora de que los alumnos regresaran a sus clases y así lo hicieron todos.

Y como Zoe lo había dicho, Ingrid solo hablaba cuando la maestra la llamaba, Vera incrementó mas su interés por Ingrid. Nunca antes había visto tal comportamiento en alguien.

-¡Mamita! ¡Papito!- Exclamo Vera al ver a su madre junto a su padre en la entrada de la escuela. –Mi niña ¿Cómo te fue en tu primer día de clases? - pregunto su padre.

-Muy bien papito ¿podemos ir por un helado?- Pregunto tierna.

Sus padres accedieron ante el pedido de su hija. Sin embargo, Vera vio como Ingrid salía de la escuela corriendo como si escapara de algo y también llorando.

-Mamita ¿Qué sucede si una persona no habla?-

Su madre la observo por un momento, aquella pregunta la tomó por sorpresa, solo sonrió y acaricio el cabello de su hija -Tal vez no habla porque esta triste o asustada- respondió.

 – ¿Por qué lo preguntas mi niña- pregunto con cautela.

 -Mi compañera no habla con nadie, parecía estar asustada- respondió. –Debe suceder algo, no te preocupes mi niña yo creo que ella volverá a hablar- comento su madre.

Aquel comentario tranquilizo la duda Vera, pero eso no sucedió después. Los días siguientes eran lo mismo, Ingrid no dirigía palabra alguna, a nadie y en los recesos desaparecía.

-Ingrid…- dijo al verla sollozando detrás de los arbustos. -Vete- susurro. –Vete antes de que él venga- ordeno.

 –Ingrid no pienso dejarte aquí… ¿por qué estas llorando? ¿Por qué tú uniforme esta desarreglado?- Pregunto. – ¡vete! - Exclamo. –Pero ¿por qué?-

-Vete-

Vera se resignó y se fue pero esto reavivo el interés pero sumado a la preocupación y se propuso a saber el por qué Ingrid estaba en esa condiciones.

Nuevamente los días pasaron y era lo mismo con Ingrid ella no hablaba y siempre se mostraba paranoica.



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En el texto hay: secretos dolor tristeza

Editado: 07.10.2020

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