¡ya no huyas, Joce!

Joce.

Apreciado diario... Mi vida es un completo desastre... 

Es domingo, un día magnífico allí afuera, es mí día de descanso. ¿Descanso? ¿Dije descanso? ¡Por Dios, hace tanto tiempo que no concuerda esa palabra conmigo! Y no es por que lleve una vida exahusta. Bueno sí, pero ya me acostumbré a ello, mi cuerpo ya se acoplo a ese ritmo de vida tan atareante. Sin embargo, mi mente es la que no logra descansar como quisiera; mis pensamientos y recuerdos son como un laberinto que no tiene salida, todo dentro de mi cabeza da vueltas día y noche.

Es... agotante. 

Hace un tiempo tome la decisión de dejar a mi familia, mi lugar de residencia, a mis amigos; todo ello por culpa de un sentimiento, ese que te hace perder la cabeza y pensar con lo pies, que te provoca y te incita a hacer mil locuras. Y la mía, fue está: huír. Lo hice como una cobarde, así, simple.

El maldito desamor y la desilución jugaron su mejor papel y ahora estoy sola, en un país que apenas conozco, en el que trabajo día y noche para salir adelante, dónde no hablo su idioma, y dónde he rechazado a más de un güerito de ojos claros.

Me tiembla la mano, mis ojos están a punto de desbordarse en lágrimas, se me apretuja el corazón. No puedo seguir escribiendo, ya no.

Todo esto es demasiado para mí, a veces siento que ya no podré más, pero no quiero regresar, no hasta que el corazón me deje de doler, tengo que fingir que estoy bien, mis padres creen que estoy perfectamente bien aquí, que no me hace falta nada, que hice lo correcto, porque así se los he hecho creer, pero mi realidad es otra.

Hace algunos meses, empecé a escribir un tipo de diario, dónde trato de plasmar lo que me hace daño, pero que no logro en su totalidad. Aún no puedo, ni siquiera me atrevo a pronunciar su nombre, esto es patético.

Hojeo mi libreta hasta llegar a la primer página, ahí donde inicio todo, la primera que escribí y única que estuvo llena por muchos meses.

"No te olvides, Joce", dice al inicio.

Suspiro, suspiro y suspiro.

El día en que llegue a este departamento, lo primero que hice fue tirarme en el piso, saque una libreta y empecé a llorar, mientras escribía. El resultado: una lista que deje inconclusa hasta hace poco y que repaso en días como hoy. Dónde no hago más que quejarme y deprimirme por mi existencia.

Repaso línea por linea recordando quien soy y que fue lo que me trajo hasta el otro lado del mundo.

Lloro con mis desgracias, suspiro con mis sueños y sonrío a medias con mis virtudes. 

En días como éstos quisiera estar al lado de mi madre, para que me apapache y me diga que todo estará bien, o con mi mejor amigo, para que me incite a enfrentar mis miedos y salga al campo de batalla con la cara en alto.

Los extraño tanto...

Aspiro profundo dispuesta a torturarme con cada línea una vez más, y es que... bueno para que hacerme la mártir, enseguida entenderán un poco. 

Carraspeo un poco para aclarar mi garganta, fijo mi vista en la primer línea, dónde está implícito él, pero no su nombre.

1- A los 18 conocí a mi pecado. (En éste punto no sé si reír o llorar)

2- A las dos semanas me enamoré de él. (Cómo una adolescente, ¡Por Dios! ¿Cómo me fue a pasar?)

3- Un amor que me condenó derechito al infierno. (Y ésto es lo peor)

4- Al poco tiempo me rompió el corazón y decidí huir como una cobarde cerrandole paso al amor. (Ya estoy llorando)

5- Decidí entonces invertir lo poco que tenía y me mudé de país. Si, de país. Mi propósito: volverme una fotógrafa profesional, la mejor. (Y lucharé por lograrlo)

6-Amo la fotografía como Winnie Pooh a la miel.

7- Tenía 19 cuando llegue a Francia, y después de un año y medio no logro encontrar una estabilidad económica ni emocional. (Y aquí, es donde me vuelvo a romper)

7.5- Pero eso no lo saben mis padres. ¡Shh! (Jamás)

8- Soy pelirroja.

9- No tengo pecas. (Amo las pecas)

10- Actualmente trabajo en una cadena de comida rápida.

11- Tengo deudas. (Ya paren la masacre)

12- Aún no logro aprender Francés. (No sé cómo he sobrevivido aquí)

13- Vivo en la ciudad del amor. ¿Ya lo había dicho? ¡Qué sad!

14- ¡Ah, soy latina!

Sonrío con la última línea. Creo que debo actualizarla, o modificarla o simplemente quemarla. No lo sé.

Me siento frustrada y algo agobiada, no sé que rumbo va a tomar mi vida, ahora mismo me siento estancada.

Por cierto, seas quien sea que esté leyendo esto, quiero que me conozcas y quizá te logres identificar un poco conmigo. Quiero... saber que no soy la única a la que un fallido romance le amargo la existencia.

Soy Jocelyn Márquez. Tengo 20 años, casi 21, y actualmente siento que el mundo conspira en mi contra.

Podría numerar y numerar sin parar y pocos serían los puntos buenos que tiene mi vida ahoritita mismo.

¿Creen que exagero?

Dejo la libreta a un lado de mi y fijo la vista en el techo perdida en mis pensamientos. Me pesan los párpados, me siento exhausta y quizá...

Un sonido estrepitoso me hace pegar un brinco del susto. No sé a qué hora me quedé dormida, está por oscurecer, no sé ni que hora es.

Mi celular sigue sonando.

—¡Caleb! —contesto con la respiración agitada, retengo el aire lo más que puedo, no quiero que sospeche nada.

—¡Rojita! —. Adivinen por qué me llama así.

—Siempre a tiempo.

—Otra vez... —lo sabe, me conoce, no hacen falta explicaciones.

—Tal vez, sea hora de regresar a California.

—¡Estás loca! Pero quizá sea lo mejor, y más ahora que te cuente el chisme del año.

—Ahora de qué te enteraste.

—A qué no adivinas quién regresó.

—¿Marck, de la milicia?

—Nop.

—¿Sofi, del internado?

—¡Ay, no! Y que ni regresé.

—Rivales hasta la muerte.

—Hasta la muerte, rojita.

—¿Entonces? Dime ya. No tengo mucha cabeza para pensar ahora.

—Sientate, agarrate y respira profundo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.