Ya no más soledad.

Capítulo 16.

CAPÍTULO XXXI.

 

Las vacaciones se fueron dando a paso el primer día de clases, Helena después de volver con Dante este le pide que se fuera a vivir a su casa, ella lo pensó mucho y Melany estaba de acuerdo también, le hicieron la vida imposible para que no digiera que no, le tomo días decidirse y ahora se encontraba haciendo sus maletas, ya lo había decidido no sacaba nada estando sola, cuando ahora necesitaba tanto de Dante, él significaba mucho y es como el mismo oxígeno para sus pulmones, como amaba a ese hombre ahora no puede separarse de él, justo cuando empaco por completo fue que Dante llego para buscarla, le ayudo bajar sus maletas y esperaron un taxi, cuando llegaron a casa de Dante, Melany la recibió con una sonrisa junto con el pequeño Jake, así que dejaron las maletas en la habitación de su novio, dormirían juntos a partir de ahora.

 

- Chicos tengo listo el almuerzo. Les grita Melany de abajo.

- Ya bajamos mamá.

- ¿Están seguros de que no hay problema con que me quede?

- Está hecho y no se discute más. Le dice cruzándose de brazos.

- Como digas oso gruñón. Le dice burlona.

- Sabes que te amo Helena, no puedo vivir sin ti.

- Te amo también. ¿No crees que estamos yendo rápido? Le pregunta sonrojada.

- Solo hacemos lo que sentimos. ¿Tiene algo de malo?

- Por supuesto que no.

- Bueno vamos a comer.

 

Tuvieron un almuerzo exquisito, Melany si que tiene buena mano para la cocina, nada comparada a otros platillos que ha probado en su vida, Jake es un niño adorable le encanta la hora de la comida, eso le hizo pensar lo mucho que le falto un hermano o hermana menor, Dante cuidaba del suyo como si fuera un tesoro, el niño solo lo tiene a él como figura paterna en su vida, pensar que un padre pudo abandonar sin mas a una adorable criatura, se le estruja el corazón de solo pensar en lo que vivieron, no es que su vida fuera buena antes, ahora lo es, sus padres, ¿por qué la tuvieron?, nunca hubo amor para ella, mira a Dante comer y su corazón late demasiado fuerte, cada vez descubre más su interior que solía ser frívolo, solo necesitaba un toque para hacerlo cálido.

 

 

 

El verano estaba en apogeo, días  muy caluroso en que tuvieron que volver a la rutina de las clases, era ya su ultimo año de colegiatura, estaba feliz porque se sentía realizada en la vida, Dante seguía siendo el mismo chico pero había cambiado un poco, hablaba con sus compañeros de clases, cosa que antes no hacía, era mas platicador que en años anteriores, ella cree que se le bajo un poco el rencor hacia su padre, que sus compañeros tuvieran uno y él no, por nada podía quejarse ya que tiene  a su madre y ese amor muy incondicional, ella ha descubierto la suya y es el hombre que camina a su lado para el descanso, pudo ver a Iris y a los demás sentados donde siempre, hace mucho que ve a la pelirroja, también se convirtió alguien importante para Helena, una amiga así no se consigue ni en años luz, ella le sonríe y se acerca.

 

- Hola iris. ¿Qué tal las vacaciones?

- Hola Relativamente bien. ¿Cómo fue la tuya? Le pregunta coqueta.   

- La mejor que he tenido. Dice sincera.

- Me imagino. Sonríe.

- Bueno otro año más de estudios.

- Animo es el último. Dice.

- Es que eres buena en todo, yo soy torpe para los estudios.

- Claro que no, puedo ayudarte.

- ¿En serio lo harías? Dice con cara de cachorro.

- Claro.

- Eres genial amiga, de verdad gracias.

 

¿Amiga? Esa palabra casi nunca fue escuchada por ella, de ver a Iris tan contenta de decirles al resto que ella la ayudaría, se sonroja por que los demás le aplauden y elogian, se abochorna demasiado, se conmueve por un momento ya que la pelirroja vuelve con ella y la abraza, ¿es normal sentir ese cariño?, abrumada por el momento igual corresponde el abrazo, Iris es una persona peculiar siempre tiene una sonrisa para todo, es cariñosa con sus amigos pero una fiera si alguien molesta algunos de los suyos, la pelirroja tiene claro sus objetivos en la vida y es sumamente positiva, ella es todo lo que quiere ser algún día, lo cual Helena siempre se menosprecia y no se da cuenta de sus propias cualidades, que pueden hacer que el mundo este bajo sus pies.

 

 




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