Ya no soy la misma

Capitulo 4: El día que la conocí.

Un día de abril de 2014.

- No pienso salir -me anticipé a la pregunta de mi hermano.

Mi hermano, Miguel, hizo una mueca, no le gustaba que me quedara tirado en la cama sin hacer nada. Bueno eso pensaba él, lo que en realidad hacía era leer y cuando estaba muy cansado alguna serie en Netflix.

- Este viernes no te permito que no salgas. Pasó tu cumpleaños y ni siquiera lo festejaste, a penas nosotros te dijimos feliz cumpleaños.

- ¿Y te parece momento de festejar con todo lo que está pasando con Santiago? -le pregunté mirándolo fijamente.

- Santiago quiso que lo festejes, ahora, cámbiate, dale, vamos a salir a cualquier lugar.

- ¿Desde cuándo un hermano menor tiene derecho sobre las decisiones del hermano mayor? -pregunté levantando la vista de mi libro.

- Vamos hermano, tienes que salir de esta casa.

- Salgo de la casa, todos los días.

- Ir de la casa de Santiago a esta casa repetidamente todo el día no es salir, Noah. -protesto Miguel.

- Para mí sí, lo siento, pero no pienso salir, cuando falten veinte minutos para que llegue nuestro padre me voy.

- ¿Le dejo saludos? -preguntó, pude escuchar la esperanza en su voz.

- Como quieras, no te va a creer.

- No te lo tomes tan apecho, pero sabes que no le agrada que te vayas a lo de Santiago.

- No lo defiendas Miguel. Y Santiago sigue siendo mi hermano.

Me levanté, agarré mi mochila, que había dejada tirada en unos de los sillones individuales, guardé mi computadora, el libro y me la colgué al hombro. Mi hermano estaba apoyado en la puerta con intención de no dejarme salir, fui a la cocina donde estaba mi madre cocinando, se di vuelta cuando me vio entrar.

- ¿Hijo ya te vas? -preguntó con una sonrisa triste.

- Si, ma. Ya se hizo tarde.

- Bueno, pero antes de irte toma esto -señalo dos tapers-. Es comida, ya sé que Santi y vos no cocinan seguido. Les va hacer bien comer comida casera.

- Gracias, ma -le di un beso en la mejilla-. Mañana paso.

- Mandale un beso a Santi -me gritó al tiempo que salía de la cocina.

- Claro ma.

Caminé hasta la puerta de entrada, mi hermano seguía apoyado en la puerta.

- ¿Vamos hacer esto por las buenas o por las malas?

- ¿A vos qué te parece? -preguntó desafiante.

- Vamos Miguel, sabes que te voy a dar una buena paliza, no tienes oportunidad.

- Solo no creo, pero con refuerzos sí.

Miré por encima de mi hombro para ver a dos personas, uno rubio con ojos celestes y el otro castaño con ojos café, Benjamín y Nicolás, eran dos amigos míos y de mis hermanos.

- No puedo creer que mis dos fieles amigos estén en contra mío.

Benjamín dio un paso adelante y tomó la palabra.

- Vamos, amigo, sabes que tienes que salir de la casa.

- Pero no tengo ganas, nunca fui de salir, y no va a cambiar ahora.

- ¿Seguro que no es por ella? -preguntó Benjamín.

Puse los ojos en blanco y suspiré.

- Chicos, nunca estuve enamorada de ella, es más salí con ella solamente para que dejen el rumor de que era gay, ahora si me permiten me voy, que mi hermano me espera para que lo alimente -dije levantando los tapers.

- ¿Podemos salir los tres juntos hoy? -preguntó Nico.

- Los cuatro - corrigió Miguel.

- Lo pensaré -respondí y empuje a Miguel para irme.

Pero antes de dar dos pasos la voz de Nico me paró en seco. Él siempre fue el más tímido de nosotros, si me pedía algo era porque en realidad lo necesitaba, y hace poco una desgraciada lo uso, andaba todo tiempo con él, subía fotos a todas sus redes sociales, y Nicolás pensaba que era porque iba sería la relación, pero no, ella lo usaba para que otro chico viera que estaba con otro. Cuando Nicolás se enteró se le rompió el corazón, tuvieron tres meses juntos.

- Amigo, necesito salir, por favor.

Suspire. Si Nico me lo pedía realmente necesitaba salir, despejarse y demostrarse a sí mismo que podía salir y ser el mismo de antes.

- Esta bien, pero no nos vamos a quedar hasta tan tarde.

Los chicos empezaron a celebrar y gritar, se me tiraron encima y empezaron a golpear. Devolví los golpes como pude, al tercer golpe que di salieron de arriba mío. A carcajadas se frotaban los golpes.

- Hermano, casi me sacas el estoma -se quejó Miguel.

- Lo siento -me disculpé, coloqué una mano en su pelo y lo revolví, cuando era chico siempre lo hacía-. A veces olvido que eres una nenita.

Me fulmino con la mirada y apartó mi mano con un movimiento rápido. Solté una carcajada.

- Bueno me voy, ya me detuvieron demasiado.

- Te pasamos a buscar a las nueve. Tenemos planeado ir a un lugar.

- ¿Donde?

- Es un bar.

- ¿Cómo se llama?

- Ghost.

- Me suena... Bueno me voy.

Dicho eso me fui, no quería que me entretengan más, si llegaba mi padre y todavía estaba en la casa podía pasar cualquier cosa. De acá a la casa de mi hermano había aproximadamente 15 cuadras o menos, así que caminé rápido. Santiago ya debe estar preguntándose dónde me metí. Doble a la derecha y me choque con una chica. Mi hombro dio de lleno con su hombro y su oreja, aunque el choque había sido muy rápido intenté de todas formas no chocarme con ella, pero no pude. Ambos estábamos caminando muy rápido y sin fijarnos por donde caminábamos.



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En el texto hay: amigos, musica, confianza

Editado: 10.02.2020

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