Ya soy legal

Capítulo 3

Apuñalando su helado distraídamente con una cuchara de plástico, Henry observó como las nueces desaparecían bajo el cremoso postre. A su lado, Ed miraba maravillado el manual de su nuevo videojuego. El pelirrojo no hablaba mucho, pero era una agradable compañía silenciosa.

Justo ahora, Henry apreciaba aquello, porque en su mente, solo tenía al padre de Niall. El hermoso hombre de la SUV negra.

—Te has pasado mirando ese helado por más de media hora.

Henry despertó de su ensoñación y asintió. En realidad, no esperaba que le hablara, no así de repente.

—Me gusta beberlo.

—¿Bebes helado?

—Sí, es raro, lo sé, pero lo prefiero así.

Ed se encogió de hombros, no sin antes dedicarle una mirada curiosa, y todo lo que Henry deseaba era llegar a casa, tirarse en la cama y ver algo en Netflix, pero la imagen del Señor Monet, de quien ni siquiera sabía su nombre de pila, rondaba su cerebro sin parar.

Quizás cierto pelirrojo podría proporcionarle un poco de información al respecto.

Henry aclaró su garganta llamando la atención de Ed, quien dejó de leer el manual que sostenía y lo miró.

—Tengo curiosidad sobre algo... ¿Te puedo hacer una pregunta?

El insociable chico asintió, un tanto desconfiado. Ahora, Henry solo esperaba no sonar demasiado obvio.

—Los padres de Niall, no puedo evitar pensar en lo que sucede con ellos, así que... ¿Cuáles son sus nombres?

Henry era perfectamente consciente de que la pregunta sonó demasiado fuera de contexto, pero necesitaba saber el nombre del hermoso señor Monet.

—Uhm, bueno, uno se llama Charlie Harrison y el otro Zain Monet.

El rizado asintió quedadamente, ante la respuesta de su nuevo compañero. Con esa información, Henry alivió su curiosidad por el momento. Zain Monet tenía una presencia tan imponente, que Henry no podía creer que su matrimonio se encontrara tan fuera de control. Un hombre así fácilmente lideraría una familia.

Esa idea le revolvió el estómago. Zain Monet tenía una familia a su cargo, y su hijo no era otro que su nuevo compañero de clases. Pensar en él de esa manera no era correcto, pues, hasta él tenía sus límites... o bueno... al menos se esforzaba por oponer resistencia a sus impulsos de estupidez.

—Oh, de acuerdo, gracias, Ed.

Tomando su helado y bebiendo de él, Henry guardó silencio mientras reflexionaba en cuán terribles eran sus pensamientos por un hombre casado. Decidido a pasar del asunto, se despidió de Ed con un apretón de manos. Ahora, solo quería llegar a casa, preparar canguil y continuar viendo su serie favorita.

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Zain apretó la base de su nariz mientras escuchaba a Charlie gritar. Una vez más, el atractivo hombre con el que compartía su vida, o al menos lo intentaba, se puso a la defensiva cuando insinuó que no fue nada amable pedirle que vaya a recoger a Niall al instituto, cuando tenía tanto trabajo en la oficina.

Los ojos azules de su esposo destellaron en ira, algo absurdo e innecesario. Zain solamente le pedía un poco más de consideración.

—¿Crees que eres el único ocupado aquí? —Inquirió su esposo, pasando pesadamente su mano sobre las despeinadas hebras rubias cenizas—. Estoy trabajando en algo grande.

—¿En serio? Bueno, me gustaría escucharlo.

Charlie soltó una pequeña risa deprimente, y Zain soltó un suspiro pesado. Precisamente por eso nunca podrían hablar como personas civilizadas.

—No finjas que te interesa —masticó las palabras con brusquedad—. Todo lo que te importa es tu estúpido trabajo.

—¿Mi trabajo te parece estúpido? —preguntó Zain con una sonrisa afectada. Era tan irritante encontrarse de pie, frente a él, impotente, porque había perdido las ganas de apaciguar su ira—. ¡Mi maldito trabajo te ha dado de comer durante diez años, imbécil!

—¡¿Me lo sacarás en cara ahora?! No puedo creerlo —soltó con una sonrisa cínica en el rostro.

—Si mi estúpido trabajo te molesta, ve y pon en marcha esa maravillosa idea que tienes en tu cabeza dura, no creo que nada brillante salga de allí de todos modos.

—¡Vete a la mierda!

Lo que sucedió luego era algo con lo que Zain no contaba. Charlie empacó sus maletas, mientras él lo observaba desde la puerta de la habitación que compartían. No lo detendría, por supuesto que no le rogaría que se quedara, quizás una separación era precisamente lo que él necesitaba para pensar con cabeza fría. Pero entonces, Zain notó como su hijo observaba toda la penosa situación desde las escaleras.

Deseó con todas sus fuerzas borrar esa mirada miserable en sus ojos, pero no existía nada que pudiera hacer justo ahora.

—Llevaré conmigo a Niall —dijo Charlie mientras cerraba la última maleta.

Zain negó enfáticamente, sus ojos eran una clara advertencia. Él no lo consentiría.

—De ninguna manera, no te lo permitiré. No arrastrarás a nuestro hijo lejos de esta casa por tus infantiles arranques de histeria. Niall se queda aquí, porque este es su hogar.




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