Ya soy legal

Capítulo 5

Henry y Ed se hallaban frente a la gran casa de Niall.

En el centro comercial, ambos acordaron encontrarse en la parada de buses, ya que Henry no tenía ni la menor idea de donde vivía su nuevo compañero, incluso si este le diera la dirección exacta, lo más probable es que se perdiera debido a su falta de orientación básica.

—Hola, amigos —dijo Niall en cuanto abrió la puerta—. Pasen.

Ambos chicos entraron con mochilas y bolsas en sus manos. Henry observó fascinado el hogar de su compañero. Era una casa muy hermosa, cien veces más grande que la casa de su tía, y la decoración era muy moderna y elegante.

Ed pasó a su lado, sabiendo perfectamente hacia dónde dirigirse, por otra parte, Henry se detuvo abruptamente cuando observó la foto matrimonial de los señores de la casa, colocada en la mesa central del recibidor.

En ella se podía apreciar a los padres de Niall el día de su boda: Zain Monet utilizaba un traje negro perfectamente amoldado a su figura, mientras su esposo lucía un traje gris. Ambos llevaban una rosa roja en sus solapas, mientras posaban abrazados para la foto.

Henry, sin poder evitar que su rostro se contrajera al notar lo atractivo que lucía Charlie Harrison, y como un joven señor Monet lo observaba con profunda devoción, sintió amargura. No era un sentimiento racional, o eso se dijo a sí mismo en cuanto observaba el resto de las fotografías alrededor de esa. Algunas eran de Niall en diferentes etapas de su vida, luciendo una enorme sonrisa en aquellas donde se encontraba siendo abrazado por sus padres.

—Henry, puedes dejar esa funda en la cocina —mencionó Niall mientras pasaba a su lado con una tenue sonrisa. El rizado lo miró, y su nuevo amigo volvió su mirada a la foto de sus padres.

—Ya nada es lo que solía ser... —dijo ausentemente.

Henry, sintiendo un inexplicable alivio al escuchar las palabras de Niall, se encaminó tras él hasta la cocina. No pretendía ser malvado y alegrarse de la desgracia de otros, pero no podía evitarlo, Charlie Harrison no le agradaba, y ni siquiera lo conocía.

Más tarde, luego de muchas partidas de videojuegos y Cheetos, los tres chicos decidieron simplemente sentarse sobre los cojines de la sala y platicar. Una simple plática sobre aficiones y pasatiempos terminó en una confesión que Henry creyó pertinente.

Ed ladeó su rostro y repitió sorprendido:

—¿Eres gay?

—Sí —asintió el rizado solemne.

—Vaya, ¿y has tenido novios? —preguntó Ed con curiosidad. Niall observó a su nuevo amigo atentamente.

—Sí, algo así. ¿Y ustedes?

Niall y Ed se miraron entre sí por un par de segundos antes de responder en unísono.

—¡No!

—¿No qué? —inquirió el rizado con una ceja arqueada.

—Que no estoy seguro... —confesó Niall en un murmullo, y ante la mirada de Henry y Ed se explicó—. Es decir, no tengo ningún problema con la idea de que me guste un chico o una chica, nunca he salido con nadie, he pasado toda mi vida siendo Niall.

—Muy ocupado siendo Niall —agregó Ed con una sonrisa dulce, completamente dedicada al rubio. Henry los observó con el ceño fruncido.

—A tiempo completo —reiteró el menor orgulloso y divertido a la vez.

—¿Desde hace cuánto tiempo se conocen? —preguntó Henry mientras maquinaba en su mente una loca idea entre ese par.

Ed respondió por Niall, aunque ambos sabían muy bien la respuesta.

—Desde hace diez años.

—Incluso tenemos un día aniversario, y se celebra cada inicio de abril, conmemorando el día en que jalé el cabello de Eddy porque estaba muy seguro de que usaba peluca —mencionó Niall mientras acariciaba el cabello de su mejor amigo.

El pelirrojo negó con una enorme sonrisa en su rostro.

—Nunca había visto un Cheeto humano.

Henry soltó una carcajada frente a un enfurruñado Ed, hasta que fue interrumpido por una profunda voz que despertó todas sus alertas. A menos de dos metros de distancia, alguien se dirigió al grupo de jóvenes sentados en la sala.

—Hola, hijo. ¿Qué tal, Ed? Y... —mencionó Zain, observando al chico rizado de espaldas, al que escuchó soltar una carcajada justo cuando se dirigía a la sala.

Henry se dio la vuelta para admirar al nuevo dueño de sus más profundos pensamientos.

Decir que era el hombre más sexy que había visto en su vida se quedaba corto. El corazón del joven se aceleró cuando aquellos ojos oscuros escudriñaron en los suyos, en espera de una presentación.

El desconcierto de Henry no pasó desapercibido, pues, Niall salió al rescate, interpretando la expresión atónita de su nuevo amigo como un ataque repentino de timidez.

El más joven de la estancia se puso de pie, tomando a Henry del brazo para que imitara su acción, así ambos se dirigieron hasta Zain para una presentación apropiada.

Con una sonrisa amable, el señor Monet ofreció su mano para un apretón. Henry la tomó mientras un placentero escalofrío recorría su espalda.




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