Ya soy legal

Capítulo 8

Henry bajó del taxi que lo llevó hasta el hogar de los Monet con una sonrisa enorme en sus labios.

Estaba emocionado.

No, más bien, estaba extasiado.

Esta noche vería al señor Zain en un hermoso traje de gala, o eso esperaba. A Niall le costó mucho decidir si deseaba que la fiesta de cumpleaños para su padre fuera de su total conocimiento, o al contrario, fuera una gran sorpresa. Al final, el pequeño rubio decidió que le diría sobre la celebración un día antes de que se llevara a cabo, ya que de ese modo, el señor Monet no se opondría a ella.    

Henry observó con una sonrisa ladina como iban llegando los invitados a la celebración del famoso empresario que le quitaba el aliento. Parejas treintañeras se abrieron paso con bolsas de obsequios que combinaban con sus trajes de noche.

Henry llevaba puesto un traje básico de color negro, el cual lucía casual y refinado por partes iguales. Prescindió de una corbata a último minuto considerando que usarla lo haría lucir como si fuera de camino a un bautizo.

Dejar el inicio de su pecho descubierto, y adornarlo con una cadena de plata bastaba. Aquella cadena, dicho sea de paso, fue un obsequio de su ex. Henry opinaba que esta era demasiado bonita como para ser arrojada a la cara de Rob.

«Que se joda, Rob», pensó.

«Lo que se regala ya no se quita» o «Su orgullo no daba para tanto».

Henry entró al hogar de su nuevo compañero de clases, e hizo su mejor esfuerzo para lucir más adulto de lo que en realidad era. Pero, su barbilla en alto y su andar despreocupado no engañaron al mesero que repartía las bebidas alcohólicas.

El chico tuvo que conformarse con un vaso de soda, y dos galletas de mantequilla, las cuales eran repartidas por un segundo mesero. El despliegue de lujo que percibía a su alrededor fue más estimulante de lo que previó.

Henry se adentró más en la residencia de los Monet, esquivando pequeños grupos de personas que platicaban alegremente sobre temas aburridos de gente rica y adulta.

Henry terminó maravillado con la decoración alrededor de la piscina. Todas las pequeñas luces moradas parpadeaban con sutileza, en cuanto formaban un camino hasta la mesa dulce y el área para las fotos del recuerdo.

Un enorme «30» que resplandecía con luz de neón provocó que Henry dibujara en su rostro una sonrisa lobuna.

Zain Monet y sus tres décadas bien vividas, «o así será a partir de ahora», pensó Henry en cuanto acariciaba su labio inferior, reflexivo.

—¡Henry! ¿Cuándo llegaste? No te vi pasar —mencionó Ed mientras se dirigía hacia su nuevo compañero arrastrando los pies a través del césped. Él llevaba el traje gris que compró el día anterior—. Estaba en la puerta hace un rato, no quería entrar hasta que Niall bajara, se está cambiando…

—¿Aun no está listo?

—No —Ed rodó sus ojos marrones, hastiado—. Se retrasó un poco porque su Pa’ Charlie vino y comenzó a ordenarle a todos que hicieran las cosas a su manera, como si nosotros junto a Claudia no nos hubiésemos esforzado lo suficiente para tener todo listo —se quejó con el ceño fruncido.  

Henry no pudo evitar que su expresión se tornara dura, el fastidio se apoderó de sus entrañas.  

«¡No me jodas!»

«¿Qué carajos hace él aquí?»

Por suerte, él no era el único a quien le fastidiaba la presencia del rubio esa noche. Ed no lucía de mejor humor.

—¿Dónde está?

—¿Quién?

—El señor Charlie… —murmuró Henry, impasible.

Ed rezongó mientras su mirada escaneaba el lugar, pronto, localizó al hombre en cuestión.

—Oh, ahí esta —señaló con su barbilla—. Él actúa como si nada hubiese pasado entre él y el señor Zain.

Henry observó al grupo de personas reunidas al otro extremo de la piscina. Todos parecían rondar la misma edad, pero estaba claro que Charlie Monet brillaba con luz propia. Él parecía ser en centro de atención con su cabello rubio ceniza y su pulido encanto de mariposa social.  

—¿Crees que haya drama entre ellos esta noche?

—Supongo que no —Ed rascó su nuca mientras contemplaba al flamante padre de su mejor amigo—. El señor Charlie es muy cuidadoso con su imagen pública... él jamás haría algo que lo pusiera en el ojo del huracán. Los chismes vuelan, ya sabes.

Henry rio por lo bajo, pues, Charlie Monet lucía exactamente como alguien que haría cualquier cosa por mantener su estatus social. Una discusión en público solo le acarrearía desdicha y bochorno.    

Henry acarició su mentón con aspereza, mientras pensaba en cuanto disfrutaría ver a Charlie Monet caer en la piscina con ese hermoso traje blanco que combinaba con la personalidad que construía a su alrededor con tanto esfuerzo.

—¿Y el señor Zain? —Henry le dio un trago largo a su bebida gaseosa. Sus ojos verdes contemplaron a Ed con picardía—. ¿Crees que él lo eche de aquí?

El pelirrojo negó enfáticamente.

—El señor Zain jamás le haría pasar un mal rato a Niall, después de todo, Charlie es su Pa’. Ambos tienen la responsabilidad de actuar como adultos.




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