Ya soy legal

Capítulo 10

Niall Monet se encontraba de mejor humor que hace un par de minutos, ya que ver a su padre socializar con sus conocidos, y antiguos compañeros de clase, era un bálsamo para la tristeza de un hijo que atraviesa el inminente divorcio de sus padres.  

Henry no podía negar que esa idea lo entusiasmaba un poco. Él podía sentirse un completo miserable por pensar de ese modo, pero cada vez que miraba la hermosa estructura ósea del señor Monet, su brújula moral daba vueltas hacia todas las direcciones.

Niall y Ed, una vez más, contemplaron el elegante Stand para fotos que se encontraba a sus espaldas. Como clientes y organizadores del evento, ambos se hallaban bastante complacidos con el resultado.

—La decoración es alucinante, no puedo esperar a que sea mi fiesta de cumpleaños —mencionó el pequeño rubio emocionado—. Le pediré a mi Papá que vuelva a contratar a esta empresa de eventos, han hecho un excelente trabajo.

—Tienes razón, por cierto, ya que estamos hablando de eso, ¿cuándo cumples? —preguntó Henry, curioso.

Niall juntó sus manos, ilusionado con solo pensar en ello.

—Dentro de seis meses cumpliré diecisiete, ¿y tú? —preguntó el más joven con sus enormes ojos azules expectantes. 

—Dentro de poco cumpliré dieciocho —respondió el rizado con la barbilla en alto. Pues, atravesar la línea de la mayoría de edad lo hacía sentir feliz y orgulloso.

Ya era hora.

—¿En serio? ¿Qué tan pronto es eso?

—Dos meses —confesó Henry cuando una sonrisa brillante se materializó en su rostro.  

—Waw, realmente será muy pronto, que envidia.

—Supongo que irás a Londres para pasar tu cumpleaños con tus amigos —agregó el pelirrojo con perspicacia.  

—Aún no lo sé —Henry se encogió de hombros—. Quizás ellos pueden venir aquí, ¿quién sabe? Me gustaría que ustedes asistieran —manifestó con una sonrisa dulce.

—Si esa es una invitación la tomaré —dijo Niall igual de sonriente.

Ed asintió, pues, la idea no le desagradaba del todo. Él no era un gran fanático de las fiestas, pero, si Niall asistiría, él estaría ahí para cuidar de su mejor amigo.  

—Los mantendré al tanto de los detalles —les aseguró el rizado antes de abordar sorpresivamente a uno de los meseros que servían las bebidas, y tomó una copa de vino a pesar de la débil protesta de este.

Aquel ansioso mesero era joven e ingenuo, así que solo bastó que Henry levantara una ceja en señal de desafío para que este siguiera su camino sin mediar palabra.

—¡Henry! ¡No! —Los ojos de Niall por poco se escapan de sus orbitas—. Aun no puedes beber alcohol, te meterás en problemas. 

El rizado encontraba adorable la inocencia de su nuevo compañero. Si tan solo él supiera cuantas reglas había roto a lo largo de su vida, lo más probable es que este preferiría mantenerlo a kilómetros de distancia. 

—No pasa nada, es solo un poco de vino, deja de preocuparte.

—Vaya, pero que tenemos aquí —soltó alguien de repente. Los tres chicos se quedaron congelados ante lo que parecía el inicio de un reproche público—. ¿Cuántos años tienes? No creo que los suficientes para beber en esta fiesta.

Henry se volteó de prisa cuando la mano de aquel hombre tomó la suya y le arrebató la bebida como si fuera un niño pequeño al que descubrieron haciendo una travesura.   

Charlie Monet tiró el contenido de la copa sobre el césped con una expresión antipática en su rostro. El rizado estuvo a punto de soltarle el peor insulto en su repertorio, pero, por suerte, recordó donde se encontraba y de quien era padre este sujeto.

—Señor, no era necesario que hiciera eso —se limitó a decir Henry con una sonrisa falsa que puso a Charlie Monet de peor humor que antes.

—¿Acaso tus padres no te enseñaron a comportarte en casas ajenas? —Charlie dejó la copa vacía sobre la charola de un nervioso mesero que pasó junto a él en ese preciso momento—. Puedes meter en problemas a mi esposo, ya que esta es su fiesta y su hogar.

Henry se llevó una mano al pecho, y fingió sentirse avergonzado por su comportamiento.

—Lo siento tanto, lo último que querría en este mundo es causarle algún percance al señor Monet.

Niall y Ed ignoraron el tono socarrón con el que Henry se dirigía a Charlie, y simplemente se dedicaron a restarle peso al asunto.

—No es nada, Pa’ —dijo Niall interponiéndose entre su padre y su mejor amigo—. Ya Henry se disculpó.

Charlie Monet observó con tirria como el joven rizado se erguía frente a él con una prepotencia impropia de alguien de su edad.

Ed, el mejor amigo de su hijo de toda la vida, jamás se comportó de tal manera frente a un mayor. No había que ser un experto para notar que el nuevo compañero de su hijo era un chico problemático.

—Niall, más tarde tú y yo hablaremos sobre este asunto —dijo, sin quitar sus ojos de Henry, quien le sostuvo la mirada sin parpadear.

«El muchacho es un demente», pensó.




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