Ya soy legal

Capítulo 12

—El hombre del que me hablas… para ser honestos, es demasiado joven para ser el padre de alguien de tu edad, incluso, para alguien de la edad de su hijo adoptivo, ¿Cuántos años tiene ese pequeño y lindo rubio?

—Poco más de dieciséis años —dijo Henry, mientras pintaba las uñas de sus pies con esmalte reparador.

Kyra, su mejor amiga, lo miró a través de la webcam con el ceño fruncido. Tener videollamadas los fines de semana se había convertido en una encantadora tradición que ambos disfrutaban a su propia manera.

—¿Lo ves? Hagamos los cálculos, hipotéticamente, si no fuera adoptado, tendría que haberlo tenido a los catorce años. Es más un hermano mayor que un padre en ese aspecto, ¿no crees?

Henry esbozó una sonrisa perversa.

—Bueno, por lo que sé, y he presenciado con mis propios ojos, él es un buen padre. Definitivamente, no se comporta como un hermano, y eso es parte de su encanto.

—Apuesto a que sí —sonrió ampliamente—. ¿Cuándo me dejarás verlo? Dime su nombre, al menos.

—Ni te molestes en insistir con eso, él es un hombre bastante privado y prefiero no divulgar mucha información sobre él por ahora.

—Eres egoísta.

Henry le dedicó una sonrisa dulce.

—No desesperes, las cosas llegan a su tiempo. Cuando consiga conquistar a ese hermoso sujeto, y ambos nos tomemos nuestra primera foto juntos, serás la primera en verla —soltó con un tono ligeramente sarcástico. El falso optimismo era un bálsamo para su alma. 

—¿Me lo prometes? —inquirió, ilusionada con la idea.

—Tienes mi palabra.

—¡Genial! En ese caso, tomate todo el tiempo que quieras, pronto cumplirás dieciocho, y créeme, ese tipo ya estará en tu cama para ese entonces.

—Adoro tu optimismo, es refrescante, pero lo que realmente me preocupa es su exesposo.

Kyra chasqueó la lengua al escuchar a su mejor amigo, traer a colación, una vez más, ese tema que no podía resultarle más absurdo. 

—Vuelvo y repito, cielo. Él no es mejor que tú. Si fuera tan perfecto, no estaría separado de su esposo.

El rizado asintió renuentemente. Podía darle la razón a Kyra sobre el asunto del matrimonio que cuelga de un hilo, pero, Charlie tenía muchas cosas a su favor, además de su físico casi perfecto.

—Ambos comparten la paternidad de Niall, ¿bien? Se enamoraron muy jóvenes, al grado de que el señor M tomó la decisión de pasar el resto de su vida junto a él, ¿puedes comprender la magnitud de esa decisión?

—Tú mismo lo dijiste, eran jóvenes y estúpidos, ¿a quién se le ocurre casarse antes de los veinte? ¿Tú lo harías?

—Mierda, no —soltó Henry sin dudarlo ni por un segundo—. Jamás.

—Yo tampoco, ¿Qué carajos? —soltó Kyra junto a una carcajada. Henry se contagió con su risa—. ¿Por qué? ¡Mierda! ¿Acaso hicieron votos de castidad y no podían tener sexo antes del matrimonio?

Henry bufó.

—Lo dudo mucho, considerando que son parte de la tribu homo pecadora, no creo que sus padres les exigieran mantenerse puros hasta el matrimonio.

Henry y Kyra explotaron entre risas.

Y es así como Henry deseaba pasar sus fines de semana. Compartir una plática con sus mejores amigos, a quienes echaba tanto de menos, inyectaba felicidad a su vida.

***

—¡Louis, manco de mierda!

—¿Me llamas a mi manco? ¡Por tu culpa arrasaron con todo nuestro escuadrón!

Henry podía escuchar a su mejor amigo tecleando compulsivamente mientras hablaba con él en Discord. Josh, quien se encontraba en la misma sala de chat con sus amigos, se hallaba renuente a participar en la siguiente partida del juego de shooter favorito de todos en la preparatoria. Y, por supuesto, él no dudó en quejarse por los alaridos de sus compañeros.

—El objetivo de estas llamadas es platicar a gusto sobre nuestra semana, no pelear por estúpidos píxeles.

—Hablamos todos los días en clases, Josh —soltó Louis, mosqueado.

—Me refiero a Henry, tonto.

—Ya, ya, chicos, miren. Disfruto mucho jugar con ustedes, no necesitamos tener pláticas profundas sobre el significado de nuestra existencia.

—Estoy de acuerdo con Henry.

—Gracias —soltó el rizado con voz cantarina.

—Bueno, yo sí tengo algo que decirte, Henry. Alguien me pidió que te diera un mensaje.

—Cierra la boca, Josh —soltó Louis irritado—. No lo molestes con esa mierda, ya te lo dije; ¿a quién carajos le importa?

—Debo decírselo, se lo prometí.

—¿Y se supone que tú eres su recadero? —le reclamó al otro chico, y a Henry le dio la impresión de que ambos ya habían discutido al respecto antes, probablemente, durante toda la semana.    

—¿De qué hablan? —inquirió el rizado con la curiosidad a flor de piel.

—De Rob —escupió Josh de prisa. Louis gruñó con desagrado.




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