Ya soy legal

Capítulo 14

Henry detuvo la marcha frente a sus tres colegas con una sonrisa enorme. Hoy era un gran día.

—¡Gracias, Niall! —Espetó, dejando caer su maleta junto a la del rubio—. Ayer me contactó tu vecina, la señora Jule, y me contó que tú le recomendaste mis servicios como paseador de perros.

Niall esbozó una sonrisa mientras masticaba chocolate en compañía de Ed y Ashton. Henry se dejó caer junto al pelirrojo.

—De nada, espero que te vaya bien en el barrio. Dale un buen servicio a la señora Jule y ella correrá la voz. Es un poco chismosa, pero buena gente.

—Lo tomaré en cuenta.

—¡Ashton! ¿Qué tal? —espetó con teatral asombro—. Al fin te dignas a sentarte a nuestro lado en tu tiempo libre —soltó Henry, risueño—. Ese es un gran avance.

—Hola… —dijo Ashton, cohibido, pero a diferencia de otras ocasiones, no parecía incómodo.

—Gracias por ayudarnos durante la videollamada con los ejercicios que mandó el profe —mencionó el rubio con chocolate embarrado en sus dientes.

Ashton asintió.

—No fue nada.  

—Sí, al principio no estaba convencido de que te unieras a la vídeollamada, pero al final, fue bastante agradable —agregó Ed, recargándose sobre sus codos mientras contemplaba al resto de alumnos disfrutando del receso.

Tomar asiento en las gradas era su pasatiempo favorito.

Ashton sonrió de medio lado.

—Ed, eres todo un erizo malhumorado, deberías abrirte más a las personas —dijo Niall con un puchero.

—Estoy perfectamente bien así —respondió, encogiéndose de hombros—. Tú deberías dejar de confiar tanto en la gente, uno de estos días te vas a llevar una gran decepción, así que recuerda mis palabras. 

Henry se removió sobre su asiento, incómodo. Aquel comentario caló en su conciencia.

¿Encontrarse interesado en el padre de su nuevo mejor amigo, contaba como “un acto de traición”?

Henry no estaba seguro de ello, pero con lo que si podía contar, era con el hecho de que a Niall no le haría ninguna gracia enterarse de algo así. 

Por suerte, para el rizado, la plática se tornó en una improvisada reunión de estudio para discutir sobre el proyecto de fin de parcial, hasta que el tiempo de receso culminó y todos sus compañeros en el patio interior de la preparatoria empezaron a recoger sus cosas, listos para dirigirse a sus respectivas clases. 

Ashton fue el primero en dispersarse del grupo, pero, para su sorpresa, fue alcanzado por Henry, quien pasó un brazo alrededor de sus hombros. El castaño abrió mucho sus ojos, y su corazón no podía latir más de prisa.

Henry le dedicó una sonrisa cálida, antes de ofrecerle una barra energética que guardaba en su bolsillo.

—¿Te gusta?

Él la tomó con un ligero sonrojo en sus mejillas, y asintió.

—Gracias…

—De nada, que la disfrutes.

Dicho esto, Henry partió, dejándolo atrás como si su cercanía no hubiese despertado en el castaño un torrente de sensaciones con las que había estado lidiando solo desde el primer día que lo vio cruzar por la puerta.

***

—Qué gusto volver a tenerlo por aquí, señor Paige.

Zain deseó rodar sus ojos ante tal mentira que salió de su boca con la facilidad y soltura de un profesional. Detestaba que ese hombre estuviera allí, de pie frente a él, con esa expresión listilla que tanto lo irritaba, pero negocios eran negocios. 

—Por favor, llámame Liam —tomó asiento frente al escritorio del empresario—. ¿Me permite llamarlo por su nombre?

—Claro —dijo Zain con una sonrisa diplomática, pero, en el fondo, aborrecía que aquel sujeto se tomara tal atrevimiento luego de una sola reunión previa. 

Zain respiró profundo y consideró la posibilidad de que se encontraba sugestionado por su propio instinto.

Al final de cuentas, no era nada profesional dejarse llevar por corazonadas.

Liam no era más que otro agente de ventas con hambre por comerse el mundo.

Pero usar la razón, no eximía a Zain de pensar que había algo en Paige que al empresario no terminaba de convencerle. Quizá, su sonrisa plástica, o esas frases predeterminadas de falsa modestia que lanzaba aquí y allá. 

Era molesto.

—Aún no puedo creer que la compañía me asignara uno de los contratos más importantes de este último trimestre, hace tan solo cinco años vendía autos de segunda mano, y ahora, estoy frente a Zain Monet, el CEO y propietario de la compañía textil más importante de Bradford.

—No hay muchas compañías textiles en esta ciudad —soltó Zain con una risa seca y cortante.

Esa era una pequeña cucharada de su propio chocolate.

—Oh, admiro a los hombres con sentido del humor, demuestran tener una mente muy despierta —soltó, antes de sacar de su portafolio, una carpeta con el logo de la empresa para la que trabajaba—. ¿Ya leyó los papeles del nuevo equipo? La cotización venía adjunta.




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