Ya soy legal

Capítulo 17

Henry bebió otro trago de su Monster en cuanto admiraba el buen ritmo que llevaba esa tarde en particular.

Se sentía inspirado, así que dedicó su tarde entera a terminar con sus tareas. 

—¿Listo para tu fiesta de cumpleaños? Louis, Josh y yo ya estamos organizándolo todo, muchos chicos de nuestra escuela se apuntaron para ir con nosotros a Bradford —mencionó Kyra al otro lado de la línea.

—¡Eso es fantástico, cielo! –Dijo Henry, en cuanto tecleaba compulsivamente frente al ordenador. Platicar con su mejor amiga por altavoz era reconfortante, ya que podía sentir su compañía a pesar de la distancia—. Convencí a mi tía de que me permitiera hacer la fiesta aquí en su casa, así que ella saldrá de la ciudad para visitar a una amiga.

Kyra soltó un gritito de júbilo a través del sonido de su regadera.

—¡Todo marcha de maravilla, Henry! ¡Este fin de semana será una locura, ya no puedo esperar! Louis compró tres cajas de tequila y el resto de los invitados aportarán lo suyo.

—No me sorprende que Louis quiera ponerle alcohol hasta al agua de los floreros.

Kyra soltó una sonora carcajada antes de abrir la llave de la ducha una vez más.

—Tienes razón, así es nuestro pequeño alcohólico, por cierto, ¿ya invitaste al lindo rubio y al pelirrojo de los que tanto hablas? Oh, y el otro chico emo que está en tu grupo de proyecto.

Henry esbozó una sonrisa ante la manera en la que Kyra se refirió al pobre de Ashton.

—Ashton o es emo, prométeme que si él llega a venir a mi fiesta no lo molestarás con eso.

—No he visto un chico emo desde el dos mil diez, Henry —se quejó. 

—Ni lo pienses, estás advertida, ¿de acuerdo? —dijo con fingida severidad. 

—Qué aburrido eres.

—Y tú una bully.

Kyra se quejó al otro lado de la línea, dando excusa tras excusa de porque decirle emo a un chico emo no era bully, su tono ofendido era hilarante.

—Como sea, futuro cumpleañero, espero que ya tengas listo tu deseo.

Henry sonrió abiertamente.

—Ufff, mi deseo tiene nombre y apellido.

Kyra bufó divertida.

—Dioooos, realmente irás con todo después del fin de semana, ¿cierto?

—Estoy siguiendo las reglas del juego, Kyra, me merezco mi recompensa.

—Santo cielo, no sé si quisiera ser el señor M después del sábado —comentó risueña, a lo que Henry respondió con un aullido.

***

El tiempo transcurrió sin mayores novedades en la preparatoria de Bradford, hasta que un día, Henry llegó con sus nuevos amigos y dejó su maleta a un costado de su pupitre.   

—Chicos, este sábado unos amigos vendrán desde Londres para celebrar mi cumpleaños, y deseo que ustedes tres me acompañen, ¿qué dicen?

—¡Genial! ¡Estaré allí, jamás me lo perdería! –gritó Niall de inmediato.

Ed se lo pensó un poco, pero bastó que Niall revoloteara sus pestañas hacia él para que este asintiera y estuviera de acuerdo —a regañadientes— con la idea de asistir.

Ashton, por su parte, no parecía interesado en ir a una ruidosa fiesta de adolescentes londinenses.

—Ashton, vamos, ven a mi fiesta, ¿sí? –Le pidió Henry juntando sus manos en señal de súplica—. Todos ustedes han sido muy lindos conmigo, y los considero mis amigos, deben estar a mi lado en un día tan trascendental. 

Ashton respiró fuerte, pero, ante aquella hermosa mirada verde, era un completo cobarde, así que asintió.

—Iré —dijo entre dientes.

Henry aplaudió encantado.

—¡Perfecto! Los espero a partir de las ocho de la noche.

***

—Papá, este sábado será el cumpleaños de Henry, así que quería pedirte permiso, ¿puedo ir a su fiesta?

Zain elevó una ceja, en cuanto preparaba un pan con mantequilla de maní y mermelada para el desayuno.

—¿Quiénes irán?

—Ed vendrá conmigo, y creo que Ashton también, pero no estoy seguro, él no es mucho de fiestas.

Zain lamió su dedo manchado con mermelada y tarareó pensativo.

—¿A qué hora es la fiesta?

—A partir de las ocho.

El empresario hizo una mueca de desagrado.

—Es muy tarde, ¿a qué hora piensan terminar?

—Papá, así son las fiestas de cumpleaños de chicos normales… que tú me hagas comenzar las mías a las cuatro de la tarde y a las ocho, ya quieras que todos se vayan a sus casas, no lo hace una norma, además, eso solo aplica en fiestas infantiles. 

Zain esbozó una sonrisa socarrona.

—De acuerdo, de acuerdo, pero yo te llevaré y yo te iré a recoger antes de las doce.

—¿¿¿Qué??? Nooooo, a esa hora recién comienza la fiesta.




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