Ya soy legal

Capítulo 18

Capítulo 18.

—Quiero escucharte, así que vuelve a repetir a qué hora acordamos que vendría a recogerte más tarde —dijo Zain Monet con severidad, sin apartar la vista del camino. 

Niall puso sus ojos en blanco. Él era consciente de que su papá estaría de regreso cinco minutos antes de la hora acordada, y que esperaría a que su reloj marcara la hora exacta para comenzar a pitar afuera de la casa de Henry.

—Dos en punto, papá.

—Ni un minuto más, Niall —le advirtió con el ceño fruncido—. Si a esa hora no estás en la puerta esperando por mí, bajaré del auto y te avergonzaré frente a todos, y sabes que lo haré.

Zain esbozó una sonrisa maliciosa que puso pálido a su hijo.

—Noooooo, papá, qué vergüenza, ¿qué crees que pensaría la gente si ven que vienes a verme a una fiesta como si fuera un niño de primaria? —mencionó, en cuanto abrazaba la bonita bolsa de regalo que escogió en la tienda.

—Bueno, compórtate como un adolescente responsable, y haz lo que te pedí, así no tendré que ir por ti. 

—Sí, sí, pero, por favor, papá, estaciónate aquí, no frente a la puerta —mencionó el rubio, al observar a unos metros la casa de Henry. Por la afluencia de personas que subían y bajaban de la acera, y el ligero resonar de la música dentro de la casa, la fiesta se encontraba en todo su apogeo.

Niall le dijo a Ed, que sería una buena idea llegar una hora más tarde de la que había mencionado Henry cuando los invitó, así, no lucirían como los novatos que eran.

Tanto el rubio como el pelirrojo no frecuentaban fiestas de este estilo, y ninguno de los dos deseaba ser de los perdedores que llegaban a ayudar a acomodar las sillas y poner las guirnaldas.

—¿Por qué te avergüenza tanto tener padres que se preocupan por ti? Ya muchos quisieran eso, ¿sabes?

—Sí, sí, papá, lo sé, gracias por tu asfixiante amor y sobreprotección.

Zain soltó una ronca carcajada, lo que hizo sonreír orgulloso a Niall.

—Te quiero.

—Yo más —respondió el hombre mayor, en cuanto veía a su hijo bajar del auto.

Zain no podía pensar en nada más aterrador que ver como su hijo poco a poco iba extendiendo sus alas, listo para abandonar el nido.

La sola idea de verlo partir le producía una profunda tristeza.

¿Qué haría si Niall decidía mudarse a otra ciudad para estudiar una carrera universitaria?

Si bien era cierto, aquello lo llenaría de orgullo. Ya que su pequeño merecía construir un futuro sostenible para cuando él ya no estuviera a su lado, aun así, su corazón parecía no estar listo para afrontarlo.

Suspiró profundo.

No tenía caso atormentarse.

Al menos, no hoy.

Zain se encontraba a punto de iniciar su retorno a casa, un lugar donde no lo esperaba nadie desde que Charlie se marchó.

Así que su plan era cenar en la sala mientras veía una película, y quizás, abriría una o dos cervezas sin alcohol en el proceso.

Su mano sobre la palanca de cambio se congeló al ver al cumpleañero en el porche de su casa, este sostenía en una de sus manos un vaso rojo, con lo que posiblemente era un ponche con alcohol.

A Zain le preocupaba que su hijo consiguiera emborracharse en una fiesta repleta de extraños.

Y ni hablar de la posibilidad de que algunos utilizaran algo más que alcohol para destruir sus neuronas.

Henry llevaba unos pantalones negros y una camisa de mangas cortas del mismo color con hermosas flores rojas. Lucia muy atractivo y confiado.

Cuando el cumpleañero vio a Niall aparecer con una bolsa de regalo, una sonrisa enorme se dibujó en su rostro.

Y, como si lo estuviera esperando, Henry miró alrededor de su calle hasta que sus ojos captaron la camioneta de Zain Monet, estacionada en el lugar más apartado, por petición de su hijo, quien no quería que sus compañeros lo vieran llegar con él.

El corazón de Zain dio un vuelco cuando observó al cumpleañero dirigirse hacia él con la naturalidad de alguien que iba a reunirse con un viejo colega.

Zain instintivamente miró hacia todas las direcciones, evaluando la situación.

¿Qué podría ser más inapropiado?

¿Arrancar el auto y ser un completo cretino con un muchacho que estaba de cumpleaños?

O, ¿quedarse y correr el riesgo de que alguien lo vea interactuando con el amigo de su hijo?

La idea de huir a precipitada carrera lo hacía sentir ridículo, así que decidió aguardar como una estatua dentro de su auto, a la espera de que aquel atrevido chico llegara hasta él para incomodarlo.

En parte, se sentía emocionado.

Henry era encantador, a su manera. Zain no podía negar la extraña atracción que existía entre ambos.   

—Necesito ayuda —murmuró para sí mismo.

Apretó sus ojos, y, antes de ceder a la tentación de huir, percibió aquella voz que ahora le resultaba tan familiar.




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