Ya soy legal

Capítulo 26

Henry no puede evitar sentirse nervioso, mientras ve como el señor Monet acomoda los colchones del sofá de su oficina en el piso alfombrado, y coloca los almohadones en el lugar donde planea recostarse. 

El hombre mayor planeaba dejarse consentir a pedido de su futuro joven amante. Pero, justo ahora, Henry empezaba a sentirse invadido por las dudas.

«¿Y si no lo complazco?», pensó, mientras el señor Monet se recostaba, listo para recibir a Henry en su regazo. «¿Y si estar con él solo provoca que añore más a su ex?». 

Al más joven no le sorprendería escuchar que Charlie Monet era un hombre talentoso en la cama, después de todo, le llevaba de ventaja muchos años de experiencia. Además, Charlie conocía el cuerpo del hombre mayor y sabía perfectamente qué le gustaba y cómo le gustaba. 

Henry intentó respirar profundo y dejar atrás todas aquellas dudas que lo atormentaron en cuestión de segundos. 

—¿Puedo? —preguntó el más joven, cuando estiró su mano hacia el miembro duro del hombre mayor, el cual, parecía apuntar en su dirección, con un par de gotas de su semilla asomándose en la punta.

El señor Monet se encontraba muy excitado, y Henry relamió sus labios en reconocimiento.

Sí, el hombre mayor lo deseaba y estaba seguro de que él le perdonaría cualquier error o falencia en su intento de complacerlo.

—Adelante... bebé —sonrió el empresario, soltando un jadeo ronco cuando la mano de Henry tomó su miembro y lo acarició lentamente. Aquellos dedos largos hacían maravillas, y Zain apenas podía pensar con claridad, como para sentirse culpable.  

—Oh… —ronroneó el empresario. Henry pudo escucharlo, aspirar con fuerza, mientras su mano trabajaba su dureza, esparciendo las gotas de presemen sobre su miembro largo, grueso y palpitante.

Henry mordisqueó sus labios, deseoso de llevárselo a la boca, pero, las dudas surgían en su cabeza una vez más.

«¿Y si me considera un mocoso patético por darle una terrible mamada?».

Henry jamás recibió quejas sobre sus habilidades con la lengua antes. Pero, eso no quitaba que pudiera ser bastante negligente, considerando que sus ex amantes tampoco eran chicos con mucha experiencia. 

Henry se encontraba tan ensimismado en sus pensamientos, que no notó cuan extraño debía lucir, mirando fijamente el miembro del hombre mayor mientras lo acariciaba lánguidamente.

—¿Henry? ¿Todo en orden? —Inquirió el empresario con el ceño fruncido—. Si no quieres hacerlo, no…

Aquellas palabras detonaron en su mente y apartaron de su cabeza cualquier duda.

Él quería esto.  

Y lo conseguiría. 

Henry se acomodó sobre las piernas del hombre mayor y lo tomó en su boca. Apenas fueron un par de centímetros, pero eso fue suficiente para que su lengua cálida y húmeda se enroscara una y otra vez alrededor de la punta abultada. Henry lamió y chupo superficialmente antes de tomar aire y relajar su garganta lo suficiente como para llevarlo todo el camino. 

Los labios del más joven presionaron la pequeña mata de vellos en la base del miembro del hombre mayor, antes de que la falta de aire lo obligara a liberar aquella enorme polla, dejando atrás un hilo de saliva del que Henry se sintió muy orgulloso.

Henry tomó la dureza en un puño y la acarició con mucha más facilidad que hace un par de minutos. 

Las caderas del empresario se sacudieron instintivamente, y para el rizado, no fue ninguna sorpresa, que Zain Monet lo tomara de la muñeca para detener sus movimientos.

—Si sigues haciendo eso… —resopló—. Dios… no conseguiré manejarlo. 

El empresario tomó un paquetito de condones, y se dedicó a la tarea de enfundarse en él. 

Henry, tal y como Dios lo trajo al mundo, se estiró sobre sus rodillas frente al hombre mayor, y, observándolo atentamente, se acarició mientras aguardaba.

Su polla se hallaba tan dura como la de su futuro amante, y eso lo hizo merecedor de una mirada aprobatoria por parte del señor Monet.  

—Te haré esta pregunta una última vez, ya que, cuando esté dentro de ti, no pienso detenerme —mencionó el hombre mayor, con una expresión cargada de lujuria, y algo de culpa—. ¿Deseas hacer esto conmigo?

El rizado asintió.

—Ya se lo dije, no hay nada que desee más, que sentirlo dentro de mí, señor Monet.

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—Oh, así —dijo Henry, poniéndose de rodillas para hundirse en la polla del señor Monet con su mirada cargada de un deseo incontenible.

Henry rodó sus caderas contra el estiramiento, la gravedad haciendo su trabajo por él. Las manos del empresario agarran sus muslos. Va, lentamente, tan lento, hasta que ambos exhalan bruscamente cuando Henry se sienta por completo, la parte posterior de sus muslos al ras de las piernas de Zain Monet. 

El increíble sentimiento de plenitud lo invade, junto con la tranquila intimidad del momento, con nada más que el aire que respiran entre ellos. Henry suelta otro suspiro tembloroso y se levanta, para luego volver a hundirse y disfrutar del estiramiento que el miembro del hombre mayor le proporciona. 

Henry se siente en el paraíso. Uno que duele y arde, tanto como lo hace estremecer de placer.

Zain se reincorpora sobre sus codos para besarlo, pero apenas consigue presionar su boca contra la del más joven, antes de caer de vuelta contra los colchones del sofá por culpa del excelente juego de caderas que Henry despliega frente a él. 

Henry se agacha por un instante para devolverle el beso correctamente, lamiendo la boca del empresario mientras comienza a moverse. Se apoya en sus rodillas y se muele contra Zain Monet, las caderas se mueven en círculos lentos y deliberados, hasta que el hombre mayor no puede más y se reincorpora, tomando asiento y arrastrando a Henry en un abrazo, mientras este envuelve sus brazos alrededor del cuello del hombre mayor y continua empalándose con maestría. 




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