Capítulo 11: La Espía Inesperada.

El mensaje de "V" se quedó grabado a fuego en mi mente. "Cuidado con quién confías. La persona que buscas está más cerca de lo que crees." ¿Era una advertencia genuina o un intento de sembrar más caos? ¿Quién era "V"? Valeria era la candidata obvia, pero… ¿por qué usar una inicial en lugar de escribir directamente? Y si era ella, ¿por qué advertirme sobre Hugo justo después de que yo me aliara con él?

Durante todo el día, sentí que estaba caminando sobre cristales. Cada mirada de mis compañeros me parecía cargada de intenciones ocultas. Hugo me lanzó un discreto gesto de cabeza entre clases, un recordatorio silencioso de nuestra nueva y frágil alianza. Amaia se aferraba a mi mano con una fuerza que delataba su ansiedad, sonriendo forzadamente a quien fuera necesario para mantener las apariencias. Valeria, por su parte, era un misterio. Su actitud hacia mí era gélida y distante, pero sus ojos parecían analizar cada uno de mis movimientos.

La oportunidad de desentrañar el misterio llegó al final del día. Valeria se acercó a mi taquilla justo cuando yo cerraba la puerta. Amaia ya se había ido, citada con su madre para otra "reunión familiar" de la que no quiso dar detalles.

—Tenemos que hablar —dijo Valeria, sin preámbulos. Su voz era un hilo de sonido, urgente y serio. —¿De qué?—pregunté, guardando mi cuaderno con calma deliberada. —No aquí.—Miró a su alrededor—. Jardín botánico. En diez minutos. Ven solo.

Antes de que pudiera responder, se dio la vuelta y se marchó, dejando un rastro de perfume caro y misterio.

El jardín botánico del instituto era un pequeño invernadero cerca del campo de deportes, un lugar tranquilo y lleno de plantas donde pocos estudiantes iban. Era el lugar perfecto para una conversación secreta.

La encontré sentada en un banco de madera, bajo las enormes hojas de un helecho. La luz del atardecer se filtraba a través del vidrio del invernadero, tiñendo todo de tonos dorados y naranjas. Por un momento, parecía una escena de paz. Pero la expresión tensa de Valeria lo arruinaba todo.

—¿Eres tú? —pregunté, sin rodeos, deteniéndome frente a ella—. ¿Eres "V"?

Ella suspiró, como si hubiera estado esperando la pregunta. —Sí.Soy yo.

—¿Por qué? —crucé los brazos—. ¿Por qué ayudarnos? ¿Y por qué advertirme sobre Hugo ahora? ¿No confías en tu propio "hombre en el interior"?

—No se trata de confiar o no —dijo, frotándose los templos—. Se trata de entender a Hugo. Él no es malo, pero es… impulsivo. Y leal a su propio código, que cambia cada cinco minutos. Adrián lo manipula fácilmente. Podría volver a hacerlo. —Me miró fijamente—. Mi advertencia no era para que lo dejaras, sino para que no bajaras la guardia. No le cuentes todo.

Sus palabras tenían sentido. Una parte de mí se relajó al saber que "V" era ella, una aliada dentro del círculo íntimo de Amaia. —¿Por qué haces esto?—pregunté de nuevo—. Por Amaia, lo sé. Pero… ¿y yo?

Valeria desvió la mirada, observando cómo una mariquita subía por una hoja. —Porque ella te quiere de verdad—dijo, con simpleza—. Y no es la clase de sentimiento que se finge.

Sus palabras me dejaron sin aliento. ¿Era posible? ¿Todo lo que sentía, esa confusión entre lo falso y lo real, podía ser… correspondido? —¿Qué?No, esto… esto empezó como un trato —balbuceé, sintiendo que el mundo se tambaleaba de nuevo.

—Puede haber empezado así —reconoció Valeria—. Pero hace tiempo que dejó de serlo para ella. Lo veo en cómo te mira cuando crees que no la ves. En cómo defiende tu nombre cuando alguien, incluso yo, pone en duda tus motivos. —Se levantó del banco y se acercó a mí—. Amaia está perdidamente enamorada de ti, Yisus. Y en el mundo de mierda en el que se está metiendo por culpa de su familia, tú eres lo único bueno y real que tiene. Y no voy a permitir que Adrián, o Hugo, o quien sea, se lo arrebate.

Quedé mudo, procesando la bomba que acababa de soltarme. Amaia… enamorada de mí. La chica perfecta, popular e inalcanzable. La que solo me había elegido para un pacto de conveniencia.

—Ella… ella nunca me lo ha dicho —logré articular.

—Porque tiene miedo —explicó Valeria—. Miedo de que no sientas lo mismo. Miedo de arruinar lo que tienen. Miedo de que todo esto sea demasiado para ti. —Su mirada se volvió intensa—. Y por eso estoy aquí. Para decirte que si le haces daño, si juegas con sus sentimientos, yo misma me encargaré de que te arrepientas. Pero si eres sincero… entonces tienes que protegerla. A toda costa.

Sentí un peso enorme sobre mis hombros, pero también una oleada de determinación. No era solo un pacto anymore. Era algo real. Algo que valía la pena proteger.

—Lo soy —dije, con una convicción que nació de lo más profundo de mi ser—. Soy sincero.

Una sonrisa pequeña, la primera genuina que le veía, apareció en los labios de Valeria. —Bien.Entonces, esto es lo que vamos a hacer…

Los siguientes minutos los pasamos urdiendo un plan más elaborado. Valeria sería nuestros ojos y oídos dentro del círculo de populares, escuchando cualquier rumor sobre Adrián. Yo mantendría la alianza con Hugo, pero con precaución, alimentándolo con información falsa de vez en cuando para probar su lealtad. Y lo más importante, debía proteger a Amaia. Fortalecer nuestra "fachada" hasta volverla inquebrantable.

—Ella no puede saber que te he dicho esto —advirtió Valeria al final—. Tienes que llegar a eso por ti mismo. Y cuando lo hagas, no la asustes.

—Lo prometo —dije.

Salimos del invernadero por separado, como dos espías tras una misión. El mundo parecía diferente. Los colores eran más brillantes, los sonidos más claros. Sabía la verdad ahora. Y esa verdad me daba miedo y fuerza al mismo tiempo.

Al llegar a casa, mi teléfono vibró. Era un mensaje de Amaia. "Otra reunión familiar infernal. Pero estoy bien. Pensando en ti. ¿Mañana helado después de clases? Necesito algo normal. ❤️"

El corazón me dio un vuelco al ver el pequeño corazón al final. Valeria tenía razón. Esto era real.