Yisus: Bajo La Misma Estrella Falsa.

Capítulo 13: El Plan del Baile.

El mensaje de Hugo me golpeó como un balde de agua fría. La dulzura del beso de Amaia aún ardía en mis labios, pero la urgencia de sus palabras me devolvió brutalmente a la realidad. Adrián no se había rendido. Solo estaba reorganizando sus piezas para un jaque mate.

Quedamos en el mismo baño de siempre, el que se estaba convirtiendo en nuestro cuartel general clandestino. Hugo ya estaba allí, apoyado contra el lavabo, con el rostro pálido y una gota de sudor resbalando por su sien.

—¿Qué pasa? ¿Qué has encontrado? —pregunté, cerrando la puerta con llave.

—Escuché a Adrián hablando por teléfono —dijo, con la voz baja y ronca—. No me vio. Pensó que estaba solo. Hablaba de… de una llave USB.

Una llave USB. Las palabras sonaron inocuas, pero el tono de Hugo las cargó de ominosidad. —¿Qué tiene que ver una llave USB con nosotros?

—Todo —susurró Hugo, acercándose—. Según lo que oí, en esa llave hay… archivos. Documentos. Cosas de la familia de Amaia. Cosas malas, Yisus. Cosas que podrían… arruinarlos para siempre. Pruebas de lo que sea en lo que estén metidos.

El estómago se me encogió. La amenaza era peor de lo que imaginaba. No era solo acoso o vergüenza; era destrucción total. —¿Y qué piensa hacer con ella?

—Su plan es para el baile de fin de curso —explicó Hugo, pasándose una mano nerviosa por el cabello—. Allí todo el mundo estará: estudiantes, profesores, padres… hasta la prensa local suele pasar. Él quiere… quiere proyectarlo. Que todo el mundo lo vea en la pantalla gigante que alquilan para los videos de los recuerdos. Lo llama "el final del cuento de hadas". Porque después de eso, ni Amaia ni su familia podrán mostrar la cara jamás.

Sentí una oleada de náusea. Era retorcido, cruel y perfecto. Adrián no solo quería lastimar a Amaia; quería aniquilarla públicamente, humillarla de la manera más definitiva posible delante de todas las personas que conocía.

—Tenemos que impedirlo —dije, con una determinación de acero—. ¿Sabes dónde tiene la llave?

Hugo negó con la cabeza, frustrado. —No.Solo sé que la lleva siempre encima. En el bolsillo de su chaqueta, en la mochila… no la suelta. Dice que es su "seguro". —Se mordió el labio—. Pero hay una parte buena. Él no va a hacerlo solo. Necesita a alguien que hackee el sistema de sonido y video del salón de eventos para conectar la llave y proyectar los archivos. Y ese alguien… soy yo.

Mis ojos se abrieron de par en par. —¿Tú?¿Por qué?

—Porque sabe que sé hacerlo —admitió Hugo, avergonzado—. Hace un par de años… hackee las pantallas para poner unos memes bastante fuertes durante una asamblea. Adrián lo sabe. Por eso me eligió.

La ironía era palpable. Hugo, mi antiguo enemigo, ahora era la pieza clave para salvar a la chica que amaba. —Entonces…¿tú vas a ser el que lo proyecte?

—Esa es la idea —confirmó—. Pero él no confía plenamente en mí. Tiene a otro tipo, un amigo suyo de la universidad, vigilándome. Dice que si intento sabotearlo o avisar a alguien, el otro tipo proyectará los archivos de todos modos, y luego… luego se encargará de mí.

El nivel de paranoia y control de Adrián era aterrador. Había anticipado cualquier posible traición.

—¿Qué podemos hacer? —pregunté, sintiendo que las paredes se cerraban a nuestro alrededor.

—Tenemos que actuar antes del baile —dijo Hugo, con los puños apretados—. Tenemos que conseguir esa llave. Y solo hay una forma de hacerlo: distraerlo. Alejarlo de ella el tiempo suficiente para que yo pueda… cogerla.

—¿Robársela? —pregunté, incrédulo—. ¿A Adrián? Es imposible.

—No si estamos todos coordinados —insistió—. Necesitamos a Amaia. Y a su amiga, la que siempre está con cara de pocos amigos, Valeria. Ellas pueden distraerlo. Tú y yo nos encargamos del cambio.

—¿Cambio? —repetí, confundido.

De la mochila, Hugo sacó otra llave USB, idéntica a la que me había descrito, de metal plateado y sin ninguna marca. —Esta está vacía—explicó—. Tenemos que cambiarla por la suya. Así, cuando dé la orden de proyectar, no saldrá nada. O saldrá un error. Nos dará tiempo para… para hacer algo. Para huir, para avisar, ¡lo que sea!

El plan era una locura. Una misión imposible de espionaje adolescente. Pero era lo único que teníamos.

—De acuerdo —asentí, con el corazón latiendo a mil por hora—. Hablaré con Amaia y Valeria. ¿Cuándo es el baile?

—En tres días —respondió Hugo—. Tenemos que movernos rápido.

Salimos del baño en silencio, cada uno por un lado diferente. Caminé por los pasillos con la mente acelerada. Tenía que contárselo a Amaia. Iba a destrozarla saber que su vida privada, los secretos más oscuros de su familia, estaban en una llave USB en el bolsillo de un obsesivo.

La encontré en el aula de arte, nuestro refugio. Estaba dibujando en su cuaderno, con una concentración que se quebró en cuanto me vio la cara.

—¿Qué pasa? —preguntó de inmediato, poniéndose de pie—. ¿Otra vez Hugo? ¿Adrián?

—Tenemos que hablar —dije, tomando su mano—. Es sobre Adrián. Y el baile.

Le conté todo. La llave USB, el plan de Adrián de proyectarlo todo, la participación forzada de Hugo, nuestro plan desesperado para cambiarla. A medida que hablaba, vi cómo el color se drenaba de su rostro, cómo sus ojos se llenaban de un terror absoluto.

—No… —susurró, negando con la cabeza—. No puede… esos documentos… son cosas privadas. Cosas de mis padres… cosas que ni yo debería saber. Si todo eso sale a la luz… —Una lágrima solitaria resbaló por su mejilla—. Sería el fin. Para todos.

—No lo será —afirmé, agarrando sus manos con fuerza—. Porque no vamos a permitirlo. Hugo y yo tenemos un plan. Pero te necesitamos a ti y a Valeria.

En ese preciso momento, como si la hubiéramos invocado, Valeria apareció en la puerta del aula. —¿Por qué tengo la sensación de que estás metiendo a Amaia en otro lío?—preguntó, con los brazos cruzados.

—Al revés —corregí—. Adrián ya la metió en el lío. Nosotros vamos a sacarla.



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En el texto hay: amor, drama.

Editado: 27.08.2025

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