Yisus: Bajo La Misma Estrella Falsa.

Capítulo 17: Sin Salida.

El video en el teléfono de Adrián era claro e innegable. Allí estaba yo, recibiendo la llave USB de las manos de Hugo, con una expresión de complicidad y urgencia. No había audio, pero las imágenes eran suficiente para incriminarnos. Robo. Encubrimiento. Posesión de propiedad robada. Las palabras resonaban en mi cabeza como sentencias.

Adrián sonrió, una expresión fría y triunfal. —¿Qué tal ahora,héroe? ¿Crees que tus nuevos amigos podrán sacarte de esta? —preguntó, guardando el teléfono—. La policía podría entender que una familia desesperada intente recuperar sus documentos... pero un chico de un barrio humilde, robando y escondiendo pruebas... eso ya no es tan defendible, ¿verdad?

Sentí cómo el pánico me cerraba la garganta. Había jugado su movimiento perfecto. Nos había tendido una trampa dentro de nuestra propia trampa.

—¿Qué quieres? —logré decir, con la voz ronca por la rabia y el miedo.

—Lo mismo de siempre —respondió él, con una calma aterradora—. Que devuelvas lo que es mío. Y que te alejes de Amaia para siempre. Que la dejes sola, que la dejes caer. Que vea que su príncipe azul de mentira no es más que un pobre diablo que no pudo protegerla ni a ella ni a sí mismo.

Cada palabra era una puñalada. Sabía exactamente cómo herirme.

—Si lo hago... ¿borrarás el video? —pregunté, sintiendo una amarga derrota apoderarse de mí.

—¡Por supuesto que no! —rió él, con crueldad—. El video se queda conmigo. Como seguro. Para asegurarme de que nunca más vuelvas a acercarte a ella o a meter las narices en mis asuntos. Es mi garantía.

Era inútil. No había negociación posible. Adrián no quería solo ganar; quería aniquilarme, asegurarse de que nunca me levantara again.

—Tengo que... tengo que pensarlo —murmuré, buscando tiempo, aunque no sabía para qué.

—Tienes una hora —escupe él—. No más. Si en una hora no he recuperado mi propiedad y no has roto públicamente con Amaia en redes sociales, este video estará en la comisaría y en la bandeja de entrada de todos los estudiantes del instituto. —Se dio la vuelta y se dirigió a su coche—. El reloj corre, artista.

Se marchó, dejándome solo en la acera, con el peso de una decisión imposible sobre los hombros. Si cedía, perdía a Amaia para siempre y Adrián conservaba su poder sobre ella. Si no cedía, Hugo y yo iríamos a la cárcel, mi familia quedaría destrozada, y Amaia caería de todos modos, pero con el dolor añadido de mi traición pública.

No podía ganar.

Entré en mi casa con paso cansado. Mi madre me sonrió desde la cocina. —¿Todo bien,cariño? —preguntó, con inocencia.

—Sí, mamá —mentí, forzando una sonrisa—. Todo bien.

Me encerré en mi habitación, con el corazón latiendo desbocado. ¿A quién acudir? ¿Contárselo a los padres de Amaia? Pero si lo hacía, Adrián enviaría el video de inmediato. ¿Contárselo a Hugo? Solo lo asustaría más. ¿A Valeria? Ella tenía recursos, pero... ¿y si Adrián lo veía como una provocación?

Estaba solo. Completamente solo.

Entonces, miré mi cuaderno de dibujos. Mi viejo refugio. Lo abrí, y allí estaba, escondida entre sus páginas, la llave USB. La tomé entre mis dedos. Era tan pequeña... y tan poderosa.

De repente, una idea loca, desesperada, comenzó a formarse en mi mente. Adrián tenía un video de mí recibiendo la llave... pero no tenía uno de él amenazándome. No tenía prueba de su chantaje. Todo dependía de su palabra contra la mía.

Pero si yo conseguía una prueba de su chantaje... si conseguía que él mismo admitiera sus amenazas...

Sin pensarlo dos veces, agarré mi teléfono y marqué su número. Él respondió al primer tono.

—¿Decidido ya? —preguntó, con arrogancia.

—Sí —dije, intentando que mi voz sonara derrotada y temblorosa—. Cedo. Tengo la llave. Pero... —hice una pausa dramática—... pero necesito que me prometas, cara a cara, que no harás daño a mi familia. Que borrarás el video. No confío en un mensaje. Quiero oírtelo decir.

Del otro lado, hubo un silencio. Podía casi oír sus engranajes mentales girando, evaluando el riesgo. —¿Dónde?—preguntó, con desconfianza.

—El almacén viejo de la calle Industrial —dije, eligiendo un lugar abandonado y solitario—. En media hora. Ven solo. Si veo a alguien más, me voy y tiro la llave al río.

Él rio. —Muy bien.Juguemos a tu último juego. Allí estaré.

Colgué y me quedé temblando. Era una jugada extremadamente peligrosa. Si sospechaba algo, si registraba mi teléfono y encontraba la aplicación de grabación de voz que había activado... estaba perdido.

Pero era la única opción que tenía. Tenía que conseguir que admitiera su chantaje. Que confessara todo.

Llegué al almacén diez minutos antes. Era un lugar lúgubre, lleno de polvo y olvidado por el tiempo. Preparé mi teléfono, activé la grabación de voz y lo escondí en el bolsillo interior de mi chaqueta, con el micrófono hacia fuera.

Él llegó puntual. Venía solo, con las manos en los bolsillos de su costosa chaqueta. —Bueno,aquí estoy —dijo, mirando alrededor con desdén—. ¿Dónde está mi llave?

—Primero, las promesas —dije, manteniendo la distancia—. Prométeme que no harás daño a mi familia. Que borrarás el video.

—Por supuesto —dijo él, con una sonrisa burlona—. Yo soy un hombre de palabra. Una vez que tenga mi llave y vea tu adorable declaración de ruptura en Instagram, no tendré ningún interés en tu patética familia.

—¿Y el video? —insistí.

—El video se quedará conmigo —repitió, como si explicara algo a un niño—. Como te dije. Mi garantía. Pero siempre que te portes bien, no saldrá de mi teléfono. —Se acercó un paso—. Ahora, la llave.

Casi podía sentir la aplicación de grabación captando cada palabra. Estaba funcionando. —¿Y qué me asegura que no usarás lo que hay en la llave contra la familia de Amaia?—pregunté, intentando que siguiera hablando.

—¡Porque ya no lo necesito! —exclamó él, impaciente—. Una vez que tú estés fuera del picture, ella estará rota. Volverá a mí por su propia voluntad. Y su familia... bueno, sin ti protegiéndola, será fácil persuadirlos para que... cooperen con mis términos. —Su sonrisa fue wide y siniestra—. Todo gracias a ti, Yisus. Al final, sí que fuiste útil.



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En el texto hay: amor, drama.

Editado: 27.08.2025

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