Yisus: Bajo La Misma Estrella Falsa.

Capítulo 27: La Sombra Persistente.

El mensaje anónimo flotaba en mi pantalla como una serpiente venenosa. "Vigilen sus espaldas. Siempre." Las palabras se clavaron en mi pecho, congelando el cálido alivio que había comenzado a florecer después de la derrota de Contreras. A mi lado, Amaia leyó el mensaje, y su mano, que había estado tan cálida en la mía un momento antes, se enfrió instantáneamente.

—No —susurró, con una voz cargada de desesperación—. No puede ser. ¿Otros?

—Parece que Contreras no trabajaba solo —dije, intentando mantener la calma para no asustarla más, aunque por dentro sentía el mismo pánico—. Solo era la punta del iceberg.

Decidimos no guardárselo a nadie. Esa misma noche, reunimos al grupo completo—Valeria, Hugo, Sofía y Mateo—en el estudio de los Villalba. Don Roberto, aunque aún pálido por su reciente encarcelamiento, nos escuchó con rostro grave. Doña Elena no apartaba la mano del hombro de su hija.

—Socios —murmuró Don Roberto, después de un largo silencio—. Tiene sentido. Contreras nunca tuvo la paciencia ni la inteligencia para orquestar algo tan elaborado solo. Siempre fue un peón, un testaferro con rencor. —Se frotó la frente, cansado—. El verdadero peligro son quienes lo manipulaban. Quienes se benefician del caos.

—¿Pero quiénes? —preguntó Valeria, impaciente—. ¿Y qué quieren? Si Contreras ya cayó, ¿por qué seguir con esto?

—Porque el juego nunca fue sobre Contreras o mi familia —respondió Don Roberto, con amargura—. Fue sobre poder. Sobre control. Villalba Holdings es una pieza clave en la industria. Si caemos, el vacío que dejamos lo ocupa alguien más. Alguien que estaba esperando su momento.

La teoría encajaba. Era aterradoramente lógica. No éramos el blanco; éramos el obstáculo.

—Tenemos que averiguar quiénes son —dijo Mateo, con determinación—. Lena, la hacker... ella debe saber algo. Fue la mano derecha de Contreras.

Al día siguiente, con la autorización de la inspectora Torres, visitamos a Lena en el centro de detención juvenil donde estaba recluida a la espera de juicio. Parecía más pequeña, más joven, sin su armadura de hacker arrogante.

—¿Socios? —preguntó, cuando le planteamos nuestra teoría. Negó con la cabeza—. Contreras nunca me dejó near a ellos. Solo sabía que existían. Los llamaba "los Inversores". —Frunció el ceño, recordando—. Una vez, escuché una conversación. Hablaban de un proyecto... "Proyecto Fénix". Decían que nuestro ataque a Villalba era solo "la chispa" para algo más grande. Algo que cambiaría la ciudad para siempre.

Proyecto Fénix. El nombre sonaba siniestro, grandioso.

—¿Y no tienes idea de qué es? —presionó Valeria.

—Ninguna —respondió Lena—. Pero si quieren encontrarlos, busquen en donde el dinero se esconde a plena vista. Contreras siempre decía que sus patrones adoraban el arte. Que coleccionaban "futuro".

La pista era vaga, pero era todo lo que teníamos. "Donde el dinero se esconde a plena vista." "Coleccionaban futuro."

De vuelta en el aula de arte, convertida una vez más en nuestro cuartel general, brainstormeamos.

—¿Una galería de arte? —sugirió Sofía—. Allí se esconde dinero lavado entre pinturas caras.

—¿O una subasta? —añadió Hugo.

—"Coleccionaban futuro" —murmuré, pensando en voz alta—. ¿Tecnología? ¿Algo que aún no existe?

—¡La feria de innovación! —gritó Mateo de repente, saltando de su silla—. ¡La que se celebra este fin de semana en el centro de convenciones! ¡Allí están todas las startups tecnológicas, las ideas del "futuro"! ¡Y está llena de inversores ricos!

Era perfecto. Un lugar público, lleno de objetivos potenciales, donde "los Inversores" podrían moverse libremente, evaluando y comprando "futuro".

Con la ayuda de la inspectora Torres, conseguimos pases de prensa falsos. Nuestra misión era infiltrarnos en la feria, observar y tratar de identificar a cualquiera que pareciera estar allí por algo más que simple interés tecnológico.

El día de la feria, el centro de convenciones era un hervidero de luces neón, pantallas táctiles y gente trajeada con copas de champagne. Era un mundo alienígena de ambición y dinero. Nos dividimos en parejas. Amaia y yo fuimos hacia el pabellón de inteligencia artificial; Valeria y Hugo hacia biotecnología; Mateo y Sofía se quedaron en el centro de control, monitoreando las cámaras de seguridad y las redes wifi en busca de actividad sospechosa.

Durante horas, todo parecía normal. Gente hablando de algoritmos, de inversiones, de revolucionar el mundo. Hasta que Sofía habló por el coms que llevábamos en el oído.

—Chicos, tengo algo —dijo, su voz tensa—. Hay un stand, el E-17, de una compañía llamada "Prometeo Solutions". No aparece en la lista oficial de expositores. Y su tráfico de datos... es enorme. Está hackeando discretamente los dispositivos de everyone en este lugar. Recopilando información.

Nos dirigimos hacia el stand E-17. Era discreto, todo en negro y plateado, con un logo de un ave fénix estilizado. Prometeo. Fénix. No era una coincidencia.

Dos hombres con trajes impecables estaban detrás del mostrador, sonriendo con frialdad a un posible inversor. Pero no eran ellos quienes me hicieron quedarme paralizado.

Fue la persona que estaba a su lado, observando la multitud con una sonrisa de superioridad. Una persona que conocía demasiado bien.

Era el director de nuestro instituto, el Sr. Almeida.

Nuestros ojos se encontraron a través de la multitud. Su sonrisa se desvaneció, replaceda por una expresión de sorpresa y luego de furia absoluta. Dio un paso atrás, hacia una salida trasera, y sacó un teléfono para hablar con urgencia. Él estaba con ellos. El director de nuestro instituto era uno de "los Inversores"...



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En el texto hay: amor, drama.

Editado: 27.08.2025

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