Yo era la emperatriz

♚ Capítulo I: Visiones y confusiones ♚

 

 

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C A P Í T U L O 1: 

VISIONES Y CONFUSIONES.

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"El inicio y el fin se necesitan mutuamente, porque si uno es eliminado el otro carece de sentido."  

 

【♔】

 

—¿Estás segura? —Una voz monocromática cuestionó en medio de la oscuridad.

—Sin duda alguna —afirmé, espera, ¿soy yo?

Estoy soñando, es un hecho, de otro modo sería una locura que pudiera verme hablando con un ser humanoide místico de vestiduras aguamarinas y largos cabellos plateados. De cualquier manera la situación me confundía en demasía.

Bizarro, era la palabra idónea para describir lo que observaba.

Una parte de mi sabía que era yo, pero esa mujer de ojos violetas, piel de porcelana y extensa melena ónix no se parecía ni un centímetro a mí.

—Siendo así, no olvides que tendrás que vivir esa nueva vida con las consecuencias de tus decisiones pasadas —mencionó ese ser rotundo.

—No hay problema, será pan comido —sonreí confiada—. Digo, no creo que sea más difícil que corregir un imperio, ¿cierto?

—Chiquilla insolente —los labios de esa entidad se curvaron formando una mueca burlona—, ya veremos si lo logras —comentó intrigado.

Lo siguiente que pude apreciar fue a mi 'yo' y esa cosa tomados de las manos, tan pronto como lo hicieron unos símbolos verdosos se apoderaban de todo el espacio blanco, destellando a tal punto que me vi forzada a cerrar los ojos con fuerza para no quedar ciega.

【♔】

Los rayos de sol atraviesan la ventana de mi cuarto atacando sin misericordia mis párpados obligándome a abrirlos y despertar.

Veo la hora en la pantalla de mi celular encontrándome con que son las nueve de la mañana, grandioso, estoy a punto de terminar las vacaciones de verano y en lugar de levantarme lo más tarde posible mi cuerpo decide llevarme la contraria y nunca pasar de las nueve en punto.

Gruñí frustrada y me giré para tratar de dormir un poco más.

Uno, dos, tres, cuatro.

De acuerdo, darle otra visita a Morfeo no es una opción.

Estiro mis extremidades animándome a salir de mi letargo, empiezo a querer levantarme pero al instante vuelvo a recostarme en el colchón. Bueno, que no pueda dormir no significa que deba salir de la cama, son vacaciones después de todo.

Desde que cumplí dieciséis años mi horario de sueño cambió abruptamente. No era que antes fuera la persona más madrugadora del mundo o la más perezosa, simplemente tenía una vida nocturna regular; durmiendo de más para compensar cuando perdía horas de sueño y acostándome temprano cuando tenía que levantarme de mañana.

Aunado a eso, visiones continuamente asaltan mis sueños, no importa la hora o el lugar, aun si solo reposo por un minuto es suficiente para vislumbrar escenas o secuencias donde soy la protagonista sin serlo en realidad. Es parecido a estar viendo una serie de mi vida, solo que jamás he vivido algo parecido o si quiera me parezco al avatar que se supone soy yo.

Al principio creí que era el resultado de los maratones de series, películas e historias que me aventé para celebrar los últimos días de asueto previo a regresar a la preparatoria o que podría ser algo relacionado a la pubertad, dudas existenciales de adolescentes o qué sé yo. Empero todos esos sueños eran tan nítidos que parecían más recuerdos que invenciones y por extraño que parezca algo dentro de mí me llamaba a seguir indagando en ellos.

—¡Irene! —escucho el grito de mi madre llamándome desde la planta baja. —Ven a almorzar, ya te saltaste el desayuno.

Miré de nuevo mi celular y veo que son las doce con treinta y dos minutos. Al parecer mi introspección duró mucho.

—¡Ya voy madre! —contesté en voz alta sintiendo que al escuchar la palabra almorzar mi estómago recordó que se estaba muriendo de hambre.

Sin perder más el tiempo de un salto me pongo de pie y me dirijo al ropero para sacar ropa cómoda del diario, avanzar al baño a arreglarme y luego ir a ingerir mis sagrados alimentos.

 

【♔】

 

—Buenos días madre —la saludé  con un sonoro beso en la mejilla tomándola por sorpresa ya que se encontraba de espaldas en la cocina lavando unas verduras.

Tardes, dirás —me reprendió aunque de igual manera me devolvió el beso—. Sé que son tus últimos días de vacaciones hija, pero no deberías mal acostumbrarte o sufrirás cuando regreses a clases —advirtió moviéndose hacia el horno y calentando la comida que seguramente degustaremos.

—Si te hace sentir mejor, de hecho me había despertado desde las nueve. Nada más que mi cuerpo está tan enamorado de mi colchón que no se quería separar de él —mencioné con gracia logrando que rodara los ojos mientras negaba con la cabeza y sonreía.

—Chica tonta —contestó risueña—. Mejor ven y ayúdame a terminar de poner la mesa que me estoy muriendo de hambre.

Hice lo que me pidió y me senté en la silla del comedor frente a ella, disponiéndome a comer las milanesas de pollos que olían a gloria.

—Dime —mi madre tomó los cubiertos cortando una pieza de carne—, ¿tienes todo listo para este ciclo escolar? —preguntó llevándose el pedazo a la boca.

—Mmm, supongo que sí —dije sirviéndome un poco de ensalada.

— ¿Qué opinas de esta vez unirte a un club? —se aventuró a preguntar.

Oh, cierto.

Ese asunto.

Conocía muy bien la preocupación de mi madre por mi desapego a la mayoría de las cosas, cuando era niña lo adjudicaba a mi parecido con papá ergo muchas veces lo reprendió de inculcarme su estilo de vivir "Hakuna Matata" a lo que él con una sonrisa relajada le contestaba: "no te preocupes mi hermosa aljófar(1), tu tranquila y yo nervioso" provocando que rodara los ojos y le diera un beso en la mejilla.




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