Yo era la emperatriz

 ♚ Capítulo III: Déjame leer tu pasado ♚

 

━━♚♚♚━━

 

C A P Í T U L O 3: 

DÉJAME LEER TU PASADO.

 

━━♚♚♚━━

 

"No me alejes por favor, escuchame y entenderás lo que guarda mi corazón; sabrás el porqué de mis acciones, la razón de mis plegarias y el motivo de mis penas." 

 

 

【♔】

 

 

—¡Delicioso! —mis orejas fueron azotadas por las voces chillonas de mis primos, al mismo tiempo que mis esperanzas se iban por el caño.

—¿L-les gustó? —musité frustrada.

—Sí, papá siempre le agrega picante a las comidas aunque maman se moleste por arruinar las recetas por lo que estamos algo acostumbrados —decía Christian dándole otra mordida a su elote.

—Exacto, además él nos habló sobre esta, ¿colación? —añadió mi prima igual dándole un bocado grande.

—Más que colación, creo que sería botana —mencioné, imitando su acción pero desganada y enojada.

Que desgracia.

No solo fui traicionada por mi madre sino que mi nación también me dio la espalda. Aun si una parte de mí está orgullosa de que las delicias culinarias de mi país son apreciadas por extranjeros como debe ser, una derrota es una derrota.

Los masiosares(1) ganaron está vez.

—Prima, ¿estás bien? —preguntó mi primo al ver la forma en que tiré el olote(2) al bote de la basura y limpiarme la boca con la servilleta que previamente me habían regalado.

—Perfectamente —pronuncie forzando una sonrisa—. ¿Nos vamos? —invité haciendo un ademán para que me siguieran luego de tirar los restos del papel al mismo contenedor.

Después de todo, el show tiene que continuar.

Ellos no contestaron, limitándose a seguirme a mis costados.

Entramos oficialmente a la feria ya que los puestos de comida y chucherías se encontraban lejos de las principales atracciones.

Puede ver la emoción en la cara de mis primos al admirar todo el entorno del sitio, la luces de colores adornando cada esquina de los juegos mecánicos y otros juegos, la música vivaz que combinada con el movimiento de toda la feria era algo que te dejaba absorto, más si nunca antes habías visto algo similar, como muy seguramente le pasaba a ellos.

Digo, muy pocas veces había venido a eventos como este y a pesar de no ser para nada mi estilo, admitó lo agradable que se siente esta atmósfera.

—¡Hay que subirnos a ese! —señala Christian al juego del gusanito mecánico.

—Bien —concuerda su hermana—, pero después tenemos que subirnos a este —terminó apuntando a las tazas locas.

Y sin previo aviso fui tomada por los brazos y arrastrada a dichos juegos.

Primero sentí la brisa de mi rostro, la velocidad y curvas del primer juego mecánico abrumando mis sentidos. Estuve sentada a lado de mi primo quien no paraba de gritar y vociferar frases en su idioma natal mientras que por detrás mi prima me tomaba de los hombros y agitaba emocionada; cuando el tiempo del juego se acabó ni tiempo tuve de recuperar la respiración debido a que de nuevo me vi inmersa en sus garras y colocada en medio de ambos en las tazas locas.

Todo en mi dio vueltas e intentaba sostenerme de donde pudiera para no rodar fuera del asiento, la música del juego al máximo volumen chocaban con las voces de mis primos haciendo que mi cabeza comenzara a doler y algo en mi estómago tuviera la necesidad de salir de una forma no muy grata. Luego de unos minutos de bucles casi infernales la secuencia finalizó y ahora fui yo quien tuvo que sujetarse a los brazos de ellos para no caerme aunque ellos ignoraban este hecho por la adrenalina del momento.

—Wow, ¡eso fue muy divertido! —comentó Christian satisfecho para sumar—: ¿A cuál nos subimos ahora?

—Qué tal si vamos a ese juego —opinó Elodie mirando en dirección a los carritos chocones—, podemos hacer competencias entre nosotros y quien gane comprará helados para todos —propuso risueña.

—¡Perfecto! —concordó su hermano estrechando su mano como señal de aceptación al reto.

Sentí como -otra vez- iba a ser llevada contra mi voluntad así que tomando una gran bocanada de aire enterré mis pies en el suelo para detenerlos.

—Ey —los llamé en voz alta para obtener su atención—, esperen un poco.

Al parecer mi renuencia y voz afligida surtió efecto puesto que detuvieron sus pasos girándose hacia mi.

—Prima, ¿qué pasa? —preguntó mi homónima con un semblante de preocupación—. Tu cara luce muy pálida.

—Elo tiene razón, ¿y si vamos al doctor? —sugirió su hermano con el mismo tono—. Aquí debería hacer un centro de primeros auxilios o algo parecido, ¿no?

Ahora sí muy preocupados, ¿verdad?

Pero cuando estaba siendo azotada por sus gritos y jaloneos no se les veía ni un poco de congoja.

—No es para tanto —repuse yendo hacia unas bancas cercanas que estaban vacías—. Solo necesito un poco de pidos —finalicé para sentarme a gusto.

Pero como la vida hoy no me sonreía al instante mis -no-queridos primos se sentaron en cada lado, impidiendo que me relajara.

—¿"Pidos"? —cuestionó Christian.

—Sí, ya sabes, es algo así como tiempo para descansar. Se usa en juegos o deportesm una abreviatura de pido tiempo.

—Parece que estas cosas no son lo tuyo —sentenció Eloide.

Ah, no me digas.

—De hecho —forcé una sonrisa—, no soy una persona extrema.

—Lo sentimos —se disculpó mi primo—. Estábamos tan absortos con toda esta nueva experiencia que no prestamos mucha atención a cómo te sentías.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.