Yo era la emperatriz

♚ Capítulo V: No pierdas el tino ♚

 

 

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C A P Í T U L O 5:

NO PIERDAS EL TINO.

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"Si es divertido es porque te gusta, si te obligan se transforma en tortura."

 

 

【♔】

 

Un par de semanas pasaron desde que regresamos a la preparatoria. La fama de mis primos continuaba a la alza, aunque sus adeptos mayoritariamente abarcaban a los de nuevo ingreso, por lo tanto Christian resultó el más "afectado". Elodie también atraía a los demás, no obstante a diferencia su hermano menor no se les acercaban con fines fraternales o curiosos sino con la intención de tener algo más con ella.

Por fortuna no era alguien fácil de engañar y tenía un don para discernir las motivaciones intrínsecas de las personas, sin embargo, las habladurías de chicas envidiosas (por la atención que ella ni siquiera pidió)  le afligían pese a que trataba de aparentar lo contrario.

—Buenos días chicas —saludó Tamara entrando al salón para dejar su mochila en la butaca detrás mío y posicionarse de pie frente a nosotras.

Bonjour Tam —contestó mi prima en su idioma natal, pocas veces lo hacía, más debido a que quería perfeccionar su español; pero, a Tamara le gustaba que la saludara así y Elodie le agradaba complacerla.

—Qué onda —dije haciendo la clásica señal de "paz" con la mano perezosamente.

—Siempre tan madrugadoras, no sé si tenerles envidia o miedo.

—No hay nada que envidiar de tener una tía fanática por las mañanas.

—No seas cruel Neri, mi maman solo está emocionada por traernos a la escuela porque allá no se acostumbra.

—Supongo que porque allá tampoco se acostumbran los secuestros.

—Uy, eso es tan cierto que da tristeza y risa al mismo tiempo.

Tamara y yo soltamos una carcajada amena.

—Oigan, ¡no es gracioso! —reprocha Elodie molesta e indignada, al parecer tiene un largo camino por recorrer para ser mexicana y aprender a reírse de las desgracias ya que, en ciertos casos, no hay de otra.

Como dice el Cielito lindo: canta y no llores. O en este caso, reir para no llorar.

—Ya, ya —levantó mis manos en señal de rendición—. No te esponjes.

—Sí, con el tiempo entenderás nuestro sentido del humor.

—No sé si quiera eso.

—No hay de otra si vas a estar aquí un buen rato —encojo mis hombros jactándome.

La campana sonó dando inicio el horario escolar y deteniendo nuestra conversación; Elodie se enderezó en su asiento mientras que Tamara y yo ni nos inmutamos.

—Tampoco sé si me acostumbraré a la ligereza de los tiempos aquí —meditó mi prima observando a nuestros compañeros de clases quienes continúan en su mundo, algunos seguían afuera del salón.

—Tú solo déjate llevar —consoló Tamara—. Es más, ¿qué tal si después de clases vamos a la plaza del centro comercial a pasar el rato?

—¿Podemos? —Elodie se giró hacia mí con una mirada suplicante, como si yo tuviera la última palabra (cosa que no es verdad).

—Supongo que sí —digo pensado un poco—, nomás tendríamos que decirle a nuestros padres para confirmar.

—Genial, ¿mi hermano se puede unir a nosotras?

—Sí, de hecho eso les iba a mencionar. También iría Héctor.

De repente vibraciones hacen que dé un pequeño respingo de mi asiento, todo a causa de la mini estampida protagonizada por los compañeros que se quedaron afuera. Entre tropiezos, empujones y vitoreos entran al salón para ir a sus respectivos asientos, no sin antes vocear: allí viene tu tío el Osvaldo, para referirse al profesor de TIC(1).

El profe Valadez entra a paso lento y calmado sosteniendo un par de hojas en la mano y un termo en la otra, se sienta en la silla detrás del escritorio y nos saluda en voz alta. Saludamos de vuelta, algunos con menos ganas que otros.

Oficialmente las clases han iniciado.

 

【♔】

 

Luego de tediosas clases matutinas me encontraba comiendo unas ricas chalupitas de pollo, Elodie terminó de comer su ensalada con atún antes que todos, y por ser la primera en acabar, fue la encargada de pedirles permiso a nuestros padres para ir a la plaza después de la escuela.

—Sí maman, gracias, yo le digo a Neri y Tian. Oui, je t'aime (2).

Cortó la llamada y nos regresó a ver con una sonrisa.

Maman dijo que está bien, que ella nos llevará saliendo de aquí y le avisará a tante. Lo único es que papá también irá pues tiene un asunto que atender y le va a dar un rait (3).

—Por un momento creí que dirían que no, más porque lo dije de imprevisto, pero me alegro que no sea así.

—Pensé que les habías dicho con antelación Tami, digo desde antier estabas planeando toda la salida con lujo de detalle.

—Callate Héctor, no me ventanees.

—Ouch, no me pegues por decir la verdad Tami.

Otra de las cosas que me había acostumbrado, al igual que tener compañía en mis almuerzos y clases, eran las pequeñas peleas estelarizadas por Tamara y su novio Héctor. Por lo que ella nos contó a Elodie y a mí lo conoció prácticamente desde que eran niños puesto que viven en el mismo vecindario, desde kínder han estado en las mismas escuelas con la única diferencia que al ser ella un año menor, siempre han estado en salones y grados distintos, aunque eso jamás les impidió estar juntos en los recesos u otras actividades que podían, al igual que venir y irse juntos a casa.

Su relación era muy singular, tanto para el contexto de este país como para el tiempo que vivimos; así sin más parecían una relación de cuento de hadas, el típico cliché de amigos de la infancia a novios. Pero por lo que decían su relación avanzó natural, nunca sintieron que eran hermanos o algo así como suele pasar en la ficción, sino que dejaron que todo fluyera mientras ambos sintieran lo mismo y no se lastimaran. Así que eran una especie de amigobios, con una atmósfera de confianza que cualquiera podría vislumbrar, o al menos eso es lo que apreciaba, dado que al final solo ellos conocen su verdad.




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