Yo era la emperatriz

♚ Capítulo VI: Nueva normalidad ♚

 

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C A P Í T U L O 6:

NUEVA NORMALIDAD

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"Estoy bien, es lo que digo porque realmente quiero estarlo. Si te respondo así por favor no me creas de inmediato. "

 

 

【♔】

 

—Entonces —la voz letárgica del profesor Alvarado retumbaba en el laboratorio de ciencias, para su desgracia en lugar de captar la atención de la clase parecía que nos daba pase libre a divagar en todo menos en la materia de química—, ¿por qué algunas sustancias son corrosivas y otras no? Generalmente las sustancias corrosivas poseen un pH extremo. En contacto con la materia orgánica los ácidos catalizan la hidrólisis de lípidos o la desnaturalización de proteínas, resultando además en una producción calórica cuyo efecto conjunto conlleva la destrucción irreparable del tejido. Por otro lado...

Sí, demasiado texto para mi yo a treinta y tres minutos de ir al receso.

Mejor activo el modo avión.

Sé que es algo muy tonto de hacer dado que los exámenes parciales están respirándome muy cerca de la nuca, pero no podía evitarlo, química jamás había sido mi fuerte; ni siquiera en el juego de química de MiAlegria(1) y todas sus variantes, ni un solo experimento, por más fácil que fuera, me salió bien.

Recuerdo cuando intenté hacer "diamantes caseros" junto a mi papá y terminamos en las salas de urgencias médicas por una reacción alérgica. Pensándolo bien, puede que mi ineptitud en esa área haya sido una herencia de su parte.

Psst, Irene —susurró Tamara llamando mi atención—. Para que no te duermas —me dijo pasándome una pequeña alegría de amaranto(2), vaya ironía.

—Gracias —le contesté moviendo mis labios sin voz, mirándola con gratitud.

El laboratorio de química constaba mesas y bancos, de las cuales solo algunas le salían agua de la llave que estaba en medio, las paredes estaban cubiertas de gavetas altas llenas de libros y otros artefactos que no habíamos utilizado hasta la fecha.

Lo más extravagante eran la colección de fetos en frascos transparentes que estaban en unas repisas de madera detrás del escritorio y a lado de la pizarra del profesor. Desde el feto de un becerro, iguana, armadillo, delfín hasta el de dos humanos.

En la primera clase un compañero le preguntó lo que todos queríamos saber, de dónde había sacado los fetos de humano, su respuesta nos dejó perplejos pues dijo que eran de dos exalumnas que se comieron la torta antes del recreo(3), le pidieron ayuda a quien no debían y terminaron muertas al igual que los fetos, con la diferencia que él pudo rescatarlos y darles utilidad.

En ese momento me di cuenta que el Dr. Julián Alvarado poseía un humor muy negro o un descaro inigualable.

Empero justo ahora ni siquiera la posibilidad de tener un asesino serial y/o psicópata como profesor me incentivaba a poner atención, menos el presagio de mi nota baja; hasta el bocadillo que me dio Tamara no surtió efecto ya que los párpados me pesaban cada vez más.

Tal vez si recargo un codo en la mesa para cubrir estratégicamente la cara con mi mano encogiéndome un poco podría dormitar un rato, logrando que mi subconsciente le entienda más a lo que el profesor explica que estando en mis cinco sentidos, después con calma releyendo el libro y los apuntes de Elodie quien se encuentra fascinada poniendo atención, puede que lo capte mejor.

Sí, eso suena a un buen plan.

De todos modos solo serán unos minutos, cinco o diez a lo mucho. No creo que vaya a decir algo más relevante en ese tiempo.

Lentamente dejo que mis párpados cedan ante la fuerza de gravedad, sintiéndome laxa a medida que viajaba al país de los sueños.

 

【♔】

 

Una doncella corría detrás de mí, su joven dama, por los caminos angostos de gravilla, la veía luchar por alcanzarme de reojo a diferencia mío que parecía tener energías ilimitadas.

Estábamos en un parque gigantesco repleto de árboles frondosos, arbustos llenos de todo tipo de grosellas así como rosales y gardenias. Por el cielo despejado y el sol lejos de llegar a la cúspide de los cielos intuía que no debía ser más de medio día.

—Princesa Isolde, por favor, con cuidado que puede resbalarse —llamaba tras de mí acongojada.

Parecía que poco o nada me importaban sus palabras ya que en lugar de detenerme aumenté la velocidad.

—Olvídate de eso, mejor apúrate Amalia —dije en voz alta volteando hacia ella, corriendo de espaldas por un momento, sosteniendo un poco la parte delantera de mi vestido para no caerme —. Necesito llegar a la fuente central antes de...

Mi palabras fueron cortadas abruptamente ergo perdí el equilibrio al chocar con algo o alguien, cerré los ojos con violencia y cubrí mi rostro con los brazos anticipando el impacto seguro al suelo; no obstante, el golpe nunca llegó sino que fui rescatada por un caballero escolta quien me había tomado por los codos hacia la espalda.

¿Cómo deduje que era un caballero escolta? ¿o cómo sé qué es un caballero escolta?

Ni idea.

—Disculpe señorita, ¿se encuentra bien? —repuso la voz de una dama parada frente a mí un poco más grande que yo que sostenía una pequeña sombrilla en el hombro izquierdo, por su aspecto pulcro y refinado inferí que también pertenecía a la alta nobleza.

—¡Mi princesa! —gritó alarmada Amelia, apurándose a socorrerme. Y quitarme -casi con temblor- de los brazos de "mi salvador".




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