Yo era la emperatriz

♚ Capítulo VII: Parcial con sabor a final ♚

 

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C A P Í T U L O 7:

PARCIAL CON SABOR A FINAL.

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" Pruebame una vez, empieza con un sorbo. Hazlo hasta que no tengas retorno.  "

 

 

【♔】

 

Un escalofrío recorre cada fibra de mi ser, no es una mala sensación más bien estaba ilusionada. 

Portaba un elegante vestido talla alta con malla color lila, tenía mangas largas tipo obispo, la parte de arriba era algo ajustada en contraste con el estilo campana de la falda. En el cabello llevaba una diadema del mismo color pero con pequeñas perlas regadas por doquier que sostenía una media trenza tipo cascada.

Observé mis manos que no paraban de moverse, lucía unos guantes cortos de encaje opalino. 

El carruaje se detuvo y segundos después el cochero me avisó que abriría la puerta. Me ayudó a bajar sosteniendo un bastón largo para que me apoyara. Lo primero que ví fue a la joven que me encontré en sueños pasados con una sonrisa tenue en sus labios.

—Bienvenida Princesa de Weber —se inclinó como la vez pasada, saludando con gracia—. A nombre del vizcondado Venetianer, esperamos que su estancia sea de vuestro agrado.  

Unos pasos a espaldas de ella se encontraba el caballero que me había sostenido tiempo atrás con una pose solemne y detrás de él un despliegue de sirvientes reverenciados, como se esperaba que fuese la bienvenida de un integrante de una familia noble de alto grado.

—Por parte del ducado Weber agradezco su invitación —devuelvo el gesto un poco más contenida, marcando la jerarquía implícita. 

La señorita dobla su brazo derecho invitándome a tomarlo y caminar hacia su hogar. Lo hago y el personal nos sigue a una distancia prudente.

Me guió por el vestíbulo de la mansión, la cual si bien no era tan inmensa como “la mía” tampoco tenía nada que envidiarme, con una arquitectura rococó como las que vi en un documental universitario junto a mi madre y colores cálidos tipo pasteles u opalinos. Noté que contaban con muchas pinturas, la mayoría eran retratos siendo el personaje predominante un adulto joven de edad parecida a mi hermano mayor en distintas poses, quiero decir, de quién se supone es “mi hermano”.

Llegamos a la sala principal donde se recibían a los miembros del eslabón más alto en la sociedad, creo que es demasiado, aun si se supone que soy descendiente directa de un duque sigo siendo eso, una integrante que no creo tenga mucho poder por sí misma. Quizás el trato se deba a que esta casa es de un vizconde que, a comparación de un duque, dista mucho en la pirámide de clases.

Oh, estoy sobrepasando mucho y esto no es más que un sueño uno en donde ni siquiera puedo intervenir a voluntad. Pues en este momento mi boca reproduce oraciones que en la vida diaria jamás usaría.

—Entonces, ¿qué piensa de la última carta que le envíe, señorita Venetianer? —indagué dándole un pequeño sorbo a mi taza de té, ahora estábamos sentadas cara a cara en dos sillones largos. 

Nuestras respectivas doncellas se encontraban de pie en la puerta, atentas esperando cualquier necesidad que se nos presente pero pasando como una decoración más de acuerdo al entrenamiento que poseían y detrás de esa enorme puerta de madera sé que está el caballero personal de la anfitriona junto con mi escolta. 

—Me regocijé con nuestra correspondencia. Es usted muy extraordinaria, como se esperaba de una princesa ducal —menciona serena, agregando tres terrones de azúcar a su bebida, lo prueba satisfecha y continua—. Ahora, respondiendo a su incógnita, percibo que su ideal es tan magnánimo como su linaje. Sin embargo, ¿está dispuesta a sacrificar lo que sea por eso? 

Endureció su expresión al pronunciar lo último, parecía que me estaba advirtiendo sobre lo que quería hacer, me pregunto cuál será su objetivo como para que una persona tan ecuánime como mi acompañante haya cambiado su actuar. 

—Por supuesto que sí.

Mi voz fue firme y decidida. Sin ningún atisbo de inseguridad. 

Los gestos de joven noble volvieron a suavizarse, inhaló y exhaló con sutileza, querido encontrar las palabras para proseguir. 

—En ese caso ya está a medio camino —enunció tomando un pequeño bisquet para partirlo a la mitad y untar un poco de mermelada mientras continuaba—. Sabe, tiene suerte de haber nacido en su casta, aún si lo ve como una limitante, lo cierto es que eso le ayudó a recorrer medio camino sin mucho esfuerzo —se detuvo para darle un diminuto mordisco a su bocadillo—. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, me alegra que tenga convicción mas a partir de este momento tendrá que convertirse en otra para alcanzar sus objetivos. 

Era fascinante apreciar su lenguaje corporal, pese a ser la hija de un vizconde verla se asemejaba a estar con mi hermana mayor, tan digna y elocuente, bueno, a la hermana de Isolde. 




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