Yo era la emperatriz

♚ Capítula XV: Ajuste de tuercas ♚

 

━━♚♚♚━━

C A P Í T U L O 15:

ADJUSTE DE TUERCAS 

━━♚♚♚━━

 

 

" Despacio, no desperes. Olvides que para dar un gran salto primero debes retroceder y tomar impulso. "

 

 

【♔】

 

 

El aire acondicionado perforaba mis nervios provocando tintineos en mis brazos, tal vez no fue buena idea venir a la terapia con ropa ligera pero en mi defensa cuando salí el sol estaba a todo lo que da, tanto que por un momento me olvidé que a la psicóloga le encanta el Polo Norte.

 

—Buenas tardes Irene, ¿cómo has estado? —Era una mujer un poco más joven que mi madre, despampanante, energética y vigorosa.

 

—Bien, bien —respondí simple moviendo mis manos ligeramente para entrar en calor.

 

Hace más de dos meses que retomé junto con mi madre la ayuda psicológica, no quisimos seguir con el psicólogo anterior ya que no sentíamos una buena conexión para abrirnos ante él, así que decidimos cambiarlo por alguien de nuestro mismo género luego de regresar de la casa de nuestros abuelos por las celebraciones de Navidad y Año Nuevo.  

 

Usualmente acudimos a las sesiones el mismo día pero en diferentes horarios, a veces yo era primera y otras la última, como en este caso.

 

—¿Podrías ser más específica? —pidió amablemente.

 

—Tengo frío, supongo —dije encogiéndome de hombros, abrazándome intentando calentarse. 

 

La mujer soltó una carcajada.

 

—Lo siento, es que me encanta el clima fresco —agarró el control que estaba a su lado y apretó algunos botones para modular la temperatura. 

 

Le encanta ser una paleta helada.”, pensé irónica.

 

—Ahora sí, cuéntame cómo te fue en esta semana —comentó posando sus ojos marrones en los míos—. ¿Lograste hacer la tarea que te indiqué? 

 

—Algo así —divagué sacando mi celular de mi bolsillo para buscar la aplicación de “notas” y entrar a la carpeta “Cosas del psicólogo” que estaba un escalón de mi carpeta “Bitácora de sueños”.

 

—Bien, podemos comenzar con eso a menos que tengas otro asunto con el que quieras que trabajemos —me dió a elegir, esperando mi respuesta.

 

—Revisar la tarea está bien.

 

—De acuerdo, empieza cuando quieras.

 

Me acomodé en el asiento acolchado y dí un carraspeó iniciando la conversación. 

 

—Me pidió-

 

—Te pedí —me corrigió al instante, cierto. Desde el día uno me manifestó su deseó de que nos tuteamos, a lo mejor para entrar en confianza o para no sentirse tan grande. 

 

De todos modos me era muy raro referirme de “tú” a alguien que por más jovial que se veía era imposible ocultar la brecha generacional entre nosotras.

 

—Me pediste —repuse incómoda— que pensara en las cosas que me apasionan, gustan, interesan, disgustan y me son indiferentes.

 

—Ajá, ¿y qué tal te fue?

 

—Fue complicado —expliqué—. Más porque me encontré con algunas contradicciones.

 

—¿Cómo cuáles? —preguntó intrigada abriendo su libreta para escribir algo.

 

—Me gusta la geometría: las formas asimétricas y simétricas. Sacar el área, volumen y otros datos de las figuras, hasta encontrarlas en cualquier objeto que vea —leí lo que había puesto en el celular—. Pero no me gusta enseñar a lo mucho hablar sobre estos temas pero no me veo impartiendo clases a los demás.

 

—¿Y eso es un problema por? —dijo desconcertada arqueando una ceja.

 

—No quiero ser maestra de geometría —sentencié—, no creo soportar estar enfrente a adolescentes o niños revoltosos. 

 

—Pueden ser jóvenes adultos si enseñas en universidad—replicó optimista—, si los menores son el problema, bien podrías ser docente universitaria, ¿verdad? 

 

—Si tengo que hacer que aprendan algo y que de eso dependa parte de su futuro, no —declaré horrorizada, provocando una risilla por parte de mi acompañante.

 

—¿Te refieres a que el problema es la responsabilidad que conlleva el puesto? —increpó entornando los ojos.

 

—Tal vez —vacilé alejando mi vista de ella, enfocándome en la pulsera de mi mano izquierda, sintiendo un escalofrío al caer en cuenta que por más tiempo que pasaba parecía jamás marchitarse.

 

—No tienes nada de qué avergonzarte, a tu edad es normal no querer ninguna atadura y desear libertad —expuso considerada—, estamos aquí en parte para canalizar eso y entender que una responsabilidad no siempre significa desgracia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.