Yo era la emperatriz

♚ Capítulo XXII: ¿O no puedes? ♚

 

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C A P Í T U L O 2 I:

¿O NO PUEDES?

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“ Y si es confuso, ¿qué tiene de malo? ¿No es más aburrido si todo es esperado?.

 

 

【♔】

 

 

Me gustaba pensar que soy una persona ordinaria, de esas que no tiene ambiciones y solo va por la vida existiendo; esa era la definición que mejor me embonaba hasta que las visiones de Isolde aparecieron y junto con ellas las confusiones de interactuar con personas tan coloridas como lo son mis primos y amigos, cada cosa que he vivido con ellos juntos y por separado me adujeron en distinto escenarios y experiencias al punto de cambiar mi perspectiva.

 

Aún persiste una pequeña voz en mi interior que me recuerda lo desquiciado que es tal pensamiento, pero cada día percibo menos aquel sonido y me dejo absorber por mi realidad, esa en la que me siendo la ama y señora del universo.

 

—Por favor, por favor, por favor, Irene —el tono insistente de la presidenta en la asociación estudiantil me taladraba los tímpanos.

 

—Ya te dije que no me interesa —respondo por milésima vez mientras intento zafarme de su agarre en mi brazo.  

Mentira.

Era contradictorio porque una parte de mí continuaba resistiéndose a ser el centro de atención con ligeros escalofríos y otra le encantaba estar rodeada por los reflectores, que todo el mundo le aclamaba.

 

—Vamos, por caridad. Estamos en un gran predicamento —su ruego se tornó desesperado, así como su fuerza en mi cuerpo.

 

Exhalé con fingida molestia e hice el amago para que me soltara.

 

—No me gusta tu plan —confesé sobándome el futuro moretón.

 

—Lo sé, pero no lo puedo cambiar —replicó acongojada.

 

—Ese no es mi problema.

 

—¡Irene!

 

Suelto una risa astuta que causa un bufido por parte de mi compañera.

 

—¿Ves cómo es frustrante cuando no te dan lo que quieres? —inquiero arqueo la ceja 

 

—Oh, vamos —se queja de nuevo—. Ambas sabemos que no estamos en la misma situación. 


 

—Por lo mismo, no comprendo porque me quieres obligar hacer algo que no quiero cuando sola puedo hacerlo mejor —afirmé cruzando los brazos.


 

—Entiende que son las normas, yo no las cree —se defiende cerrando los puños, seguro queriendo volver a sujetarme.


 

“—Neri, querida —la voz de mi encarnación zumba en mis oídos—. No trates de escapar a tu destino.

 

Tuerzo los labios inconforme. 

 

Cada vez me gustaba menos cuando Isolde sacaba la carta del futuro, específicamente, de la predestinación. 

 

Me incomodaba el pensar que no tenía voz ni voto en mis decisiones y se gestaba en mi interior el deseo de ir contracorriente.

 

“—O, ¿no puedes? —el timbre malicioso de Isolde cosquillo mis entrañas”

 

Un ligero tic apareció en mi ojo derecho, justo el lado donde la ex emperatriz estaba susurrando.

 

Y esas sencillas palabras fueron mi perdición. 

 

【♔】


 

—No me digas que Norma siempre sí te convenció.

 

Guardé silencio arrugando la nariz.

 

—¡Sacré Bleu,(1) ¿Cómo te dejaste seducir, emperatriz?! —exclamó Rubén todo payaso.

 

—Hay que decirle que le dé clases a Mauricio —agregó Tam cizañosa a lo que atiné a darle un codazo—. ¡Auch! —se quejó sobándose el hombro—. Aunque me pegas eso no cambia la realidad —me sacó la lengua.

 

—Ya, chicos —trató de mediar Elo—. Mejor comamos antes de que se enfríen los tacos.

 

Era noche de taquiza, cada viernes acordamos juntarnos en alguno de nuestros departamentos, esta vez tocó en el mío; la razón es que como solo el Segundo y yo compartimos todas las clases, esta es la única forma de juntarnos y platicar sobre nuestros días. 

 

Es gracioso que ahora, cuando tenemos menos tiempo para estar juntos, los sienta más cercanos que cuando se la pasaban pegados a mí por toda la prepa.

 

Supongo que es porque desde hace años compartir con ellos dejó de ser un deber y se convirtió en un gusto, de igual modo, ser foráneos en otra ciudad nos acercó más pues somos nuestro único apoyo ante cualquier cosa.

 

—Ay, equis —dije mientras me preparaba los tacos de cochinita con cilantro, limón y salsa—. Olvidenlo —le dí una mordida al taco.




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