Yo las letras, tú la magia.

Capítulo 1

Me recuesto sobre mi cama, repasando cada momento en el que estuvimos juntos. Debo admitir que muchos de nosotros nos volvemos dependientes de ciertas personas; ya sea por su aroma, su risa, su tacto o por cómo nos hacían sentir, hace tiempo, me auto nombré como “Tabaco”, como aquella sustancia que tienen los cigarrillos y hacen que las personas se sientan tranquilos, aquella sustancia a la que eras adicto, porque asumí que eso era yo para ti, ahora todo eso ha cambiado. En la oscuridad de mi habitación, cierro los ojos y trato de recordar tu voz, mientras escucho esa melodía que me recuerda a ti, avivando cada vez más mis memorias. Tiemblo y tengo miedo; no estoy enamorada de ti, y esta no es una historia de amor (bueno, tal vez un poco), pero admito que me he convertido dependiente a esa sensación que provocabas en mí.

He vuelto a tocar las teclas de mi computadora, he vuelto a tocar mis escritos, he vuelto a pensar en ti. Pensar en lo que no debería de hacer, pensar en lo que vendrá después de todo esto, pensar en lo que perderé y en lo que esto puede significar; pero siento que es algo que necesito y siento que es algo que el resto quisiera escuchar; por ser mi historia, la compartiré.

Siempre presumimos de ser buenos en esto, en evocar emociones, de ser apasionados artistas que convierten cada vivencia en una historia memorable; competíamos entre nosotros y peleábamos para demostrar quien sentía más que el otro; para mí tú siempre ganabas (aunque yo escribo mucho mejor).

Siempre decías que tú eras un simple satélite en mi universo, y que yo era para ti, el universo entero, eso no es verdad, con el tiempo me he dado cuenta de que nadie es el universo de nadie, las personas dejan de ser prescindibles para otras, perdiendo prioridades, volviéndose en cálidos recuerdos; a veces simplemente se olvidan sin dejar huella. Puede que tú hayas sido un satélite, pero yo sólo era un planeta en el sistema solar, uno de tantos planetas; y tú eres un satélite que vaguea por el espacio. Posiblemente en uno de tus viajes, hayas tenido un roce con mi atmosfera, uno de tantos roces que tuviste.

Sentía que, entre nosotros, a pesar de que nunca fuimos una pareja, existía esa chispa que poco tienen; nos enamoramos como niños; tardamos mucho en mirarnos mutuamente. Sólo había escuchado tu voz, a través de mis audífonos; y sentíamos que debíamos estar juntos, murmurábamos tonterías en mitad de la noche, a veces el sueño me atacaba y decía cosas que no quería, cosas que me costaba admitir, pero que, en medio de la somnolencia salían. Tú decías que, al momento de cerrar mis ojos, mi corazón se abría; por eso decía cosas que no podía controlar, mi versión adormilada siempre fue más libre, más dulce, más “tu favorita”. Te volvía loco, mientras en el día te trataba con indiferencia, en las noches te murmuraba “te quiero” debajo de las sábanas; a veces explotabas y las cosas parecían teñirse de azabache, ambos, en nuestras intensas personalidades, defendíamos nuestras maneras de pensar, pero jamás olvidábamos lo mucho que nos queríamos, por eso volvía a ti y por eso me aceptabas de regreso. Me cuestiono, ahora, si sólo era así conmigo, por la magia que generábamos juntos; o si sólo eres tú, si tú creas esa magia y con todas es así de mágico.

Poco a poco, añadiré en este escrito, partes pequeñas de mi corazón, esa parte pequeña que solía pertenecerte; probablemente tú hayas terminado ya con esto, pero me pedías que hiciera esto, ahora lo haré.



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En el texto hay: primer amor, romance juveni

Editado: 08.03.2019

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