Yo Lo Hice

Prólogo

Roxana

No había casi nadie en la biblioteca y todo estaba en silencio a como a mí me gustaba. Las clases ya habían terminado, pero yo me había quedado en la escuela para hacer mis tareas de una vez. De todas formas no había nadie esperándome en casa. 


Podía ver mi reflejo en la ventana de al lado, pero trataba de no hacerlo porque no me gustaba lo que veía. Mi piel era demasiado blanca y pálida. Mi cabello era largo y negro, pero se veía descuidado. Y como si todo eso no fuera suficiente me veía muy delgada y mi mirada era sombría. Cuando me veía al espejo entendía por qué los demás se burlaban de mí. Era una chica rara hasta para mí misma. 


Pasé la página del libro y escuché unos susurros. Miré hacia todos lados, pero no vi nada que no fueran libros. Tal vez estaba siendo demasiado paranoica.  


Comencé a resolver un ejercicio de matemática en mi cuaderno y alguien se sentó frente a mí. Levanté la vista asombrada y vi a Dexter. Él nunca me dirigía la palabra y mucho menos se sentaba junto a mí. 


–Hola Roxana ¿Esperabas a alguien? –preguntó con su típica sonrisa coqueta. 


No contesté porque sentí que se estaba burlando de mí. Nadie quería sentarse con la rara. 


–¿No contestas? –volvió a preguntar. 


Meneé la cabeza levemente. 


–No esperaba a nadie –admití en voz baja. 


Era muy extraño ver que Dexter anduviera solo. Siempre estaba con la estúpida de Verónica, ella no lo dejaba en paz. Miré disimuladamente a nuestro alrededor, pero no había rastro de ella ni de Rebecca por ningún lado. Quizá me preocupaba de más y ya se habían ido a casa. 


–¿Me ayudas con la tarea de matemática? –preguntó él mientras sacaba su cuaderno. 


Me empecé a emocionar en mi interior. Esta era mi oportunidad para demostrarle que yo era más inteligente e interesante que Verónica. 


–¿O estás molesta conmigo? –cuestionó debido a mi silencio– Siempre le he dicho a Verónica que no debe molestarte. 


–No, no hay ningún problema –respondí y sonreí. No sonreía muy seguido. 


Él me devolvió la sonrisa y cambió de asiento para estar más cerca de mí. Su cercanía me puso inesperadamente nerviosa, pero traté de disimularlo y comencé a enseñarle cómo se resolvía el primer ejercicio. 


–Y así llegamos a la respuesta, es muy fácil –expliqué. 


–En realidad no es nada fácil, lo que pasa es que eres muy inteligente. 


¿Era un cumplido? Empecé a jugar con mi cabello porque veía que eso era lo que hacían las demás chicas. Cruzaba los dedos para que mis movimientos no se vieran raros y torpes.  


Dexter apoyó su codo sobre la mesa y me vio con sus ojitos lindos. Sus ojos cafés me llamaron la atención desde el primer día en que lo vi. Estuve enamorada de él desde nuestro primer año de secundaria, pero lo guardé en secreto y me limité a observarlo de lejos. Él se volvió popular desde el inició por estar en el equipo de fútbol y yo nunca pertenecí a su grupo de amigos. Era casi invisible para él. Ahora que mi sueño de hacerme notar se estaba volviendo realidad no sabía bien cómo reaccionar. 


–Sabes… –empezó a decir en voz baja– Creo que nunca debí haberme fijado en Verónica, tú eres más linda que ella. 


Mi corazón empezó a latir a mil por hora y me quedé sin aliento. 


–¿Lo dices en serio? –pregunté. 


–Claro, eres una chica muy especial ¿Te lo habían dicho antes? 


Negué con la cabeza. 


–¿Te han besado alguna vez? 


¿Debería decir la verdad? Él nunca me había hecho bullying así que decidí confiar en él. 


–En realidad no –admití. 


–¿Cerrarías los ojos?  


¡Dexter me iba a besar, al fin me iba a besar! 


–Pero… ¿No crees que los demás se puedan enterar? –dije nerviosa. 


–Claro que no –afirmó despreocupado– Ni siquiera la bibliotecaria se dará cuenta. ¿Aceptas? 


Asentí con la cabeza y él se acercó mucho a mi rostro, pero sin dejar de verme. Lo vi expectante porque no sabía que hacer. 


–Esta es la parte en la que cierras los ojos –me recordó. 


–Ah… es cierto –respondí tímidamente antes de cerrar los ojos. 


No sabía cómo se sentía un beso, pero anhelaba sentir algo especial. Teóricamente me podría transmitir una oleada de felicidad y eso era justo lo que le faltaba a mi vida. Aguardé con los ojos cerrados aunque no pasaba nada. Tal vez Dexter estaba jugando con mis nervios y quería aguardar al último segundo.  


–¿Dexter? –pregunté sin abrir los ojos. 


–Aguarda –su voz me tranquilizó. 


Esperé pacientemente el suave toque de sus labios, pero eso nunca pasó. En su lugar me invadió una oleada de frío producto de un chorro de agua. Abrí los ojos y me quise levantar, pero Dexter me agarró de los hombros y me regresó a mi sitio mientras se reía. Todos los chicos del equipo de fútbol estaban parados junto a él. Incluso estaban presentes Verónica y Rebecca.  




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.