Yo Lo Hice

Capítulo 17

Ian  


Jennifer no era la persona más extrovertida del mundo, pero sí solía ser más conversadora que yo y ahora mismo estaba muy callada. Estaba sentada en una pequeña mesa junto a Gerardo y yo, pero no le prestaba atención a su almuerzo. Solo bebía su coca cola poco a poco mientras tecleaba algo en su teléfono. 
Tenía puesto su uniforme de policía al igual que nosotros y había arreglado su cabello rizado en un perfecto moño. Su piel morena siempre me pareció muy atractiva, pero la verdadera ganga era su personalidad. Ella sabía exactamente lo que quería y no estaba dispuesta a aceptar menos. Tenía planificado los próximos diez años de su vida y te hacía a un lado si sentía que le estabas haciendo perder el tiempo. Yo lo sabía por experiencia propia. 
Era la hora del almuerzo en un día normal de trabajo. Gerardo estaba comiendo una hamburguesa a mi lado mientras revisaba sus redes sociales y no parecía incomodarle para nada el silencio sepulcral que había en la pequeña oficina. Jennifer y yo ya habíamos hecho las paces y nos convertimos en buenos amigos después de nuestra ruptura, pero eso no significaba que no hubiera momentos de incomodidad entre nosotros.  
Ella no parecía tener apetito y sólo estaba jugando con la comida mientras revisaba su celular. Su último caso ya estaba cerrado y por eso la habían asignado de apoyo en nuestro caso de desaparición. Nota mental: No volver a tener nunca más en la vida una relación sentimental con alguien del trabajo. 
El mediodía dio pasó a la tarde y los tres abordamos una patrulla y nos dirigimos a las afueras de la ciudad, al lugar de la fiesta. Roxana fue vista por última vez allí así que era muy importante revisar bien la zona. Los padres de la chica cumpleañera se mostraron muy cooperativos y nos permitieron hacer una revisión exhaustiva de la casa de campo sin necesidad de una orden de cateo. Seguramente estaban muy nerviosos por todo lo que estaba pasando. 
–La casa de campo ya fue revisada y no encontramos ninguna evidencia importante, sin embargo, ocurrió un evento importante aquella noche. Un chico llamado Dexter quería llamar la atención desesperadamente y bañó a Roxana con sangre de cerdo frente a todos –puse al día a Jennifer mientras Gerardo conducía. 
Ella estaba sentada en el asiento del copiloto y me miraba con una combinación de sorpresa y horror.  
–Pero qué imbécil –respondió mientras meneaba la cabeza. 
–Lo mismo pensé yo. Es posible que Roxana haya querido suicidarse después de lo que pasó así que recorreremos el bosque en tres direcciones diferentes en busca de pistas. 
Jennifer asintió con la cabeza y yo le extendí el expediente del caso. Ella empezó a leerlo y se mantuvo muy concentrado en su nueva misión por el resto del trayecto. Jennifer era una chica muy inteligente y astuta así que no me sorprendería que fuera capaz de resolver el caso ella sola.  
Gerardo estacionó la patrulla cerca de la casa de campo y los tres nos separamos para comenzar a investigar. No era una carretera muy transitada así que todo el ambiente estaba muy tranquilo y silencioso. La hierba me llegaba hasta las rodillas y a pesar de que el sol estaba muy fuerte los árboles me otorgaron sombra. La vista era muy linda incluso tuve ganas de vivir allí, pero era obvio que se convertía en un paisaje siniestro al anochecer. No era la clase de lugar en el que quisieras estar solo por la noche.  
Gerardo empezó a hablarme a través de la radio, pero no cambió de tema en ningún momento porque Jennifer también podía oírnos. 
–¿Crees que un grupo de jóvenes se unió para violarla? –meditó Gerardo. 
–No sería la primera vez que ocurre algo así. Muchos de ellos estaban borrachos –reforcé su idea. 
–Puede ser que algo haya salido mal y ahora actúen como si no tienen nada que ver. 
–¿Cuál sería el mejor lugar para ocultar un cuerpo? 
–Un pantano, pero en vista de que no hay ninguno por aquí diría que la enterraron. 
Continué mi búsqueda teniendo eso en mente, pero no encontré nada. La madre naturaleza parecía tener todo en orden por allí. 
Regresé a la patrulla con dolor en ambos pies y Gerardo no tardó en aparecer. Normalmente iría en búsqueda de mi otra compañera para asegurarme de que está bien, pero Jennifer odiaba que se preocuparan de más por ella. Le parecía machista y yo lo sabía muy bien así que no quise tentar mi suerte y tomé asiento dentro de la patrulla con Gerardo. 
–¿Nervioso por lo de hoy? –pregunté mientras lo veía de reojo. 
No dejaba de pasarse la mano por el cabello una y otra vez. Lo hacía cada vez que estaba nervioso. 
–No, para nada –mintió de forma palpable. 
Nunca se me iba a olvidar el modo en el que veía a la chica pelirroja. Se le caía la baba por ella y ella estuvo tan nerviosa durante el interrogatorio que ni siquiera se dio cuenta. Mi plan era presentarlos, pero primero quería hablarlo con Verónica y obviamente no pude hacerlo porque me dejó plantado. Creí que todo iba a terminar allí, pero el mundo es muy pequeño y me sorprendí al ver figurar el nombre de Verónica Palmieri entre los estudiantes de último año que tenía que entrevistar. De todas las escuelas posibles me tocó la suya. Y de todos los casos posibles me tocó el de su compañera. El destino se empeñaba en mantenerla en mi camino.  
Gerardo ya la conocía, pero no había visto a su mejor amiga. Cuando todos se retiraron y la directora se distrajo reconoció que estaba muy interesado en ella y yo lo animé y le di el valor que necesitaba para salir a pedirle su número. Al final resultó que solo la invitó a salir, pero eso era aún mejor porque ella dijo que sí. No sé qué estrategia utilizó solo espero que no la haya intimidado.  
–Espero que no te deje plantado –me mordí la lengua, pero ya era muy tarde. No quería reconocer lo que me había pasado. 
Él arqueó una ceja. 
–¿Y por qué lo dices? 
–No lo sé. Tal vez le das miedo –balbuceé viendo hacia otro lado.  Jennifer ya venía en camino. Se veía como un punto pequeño por lo lejos que estaba. 
–Estás investigando un caso de desaparición en su escuela –continué. A lo mejor quería convencerme a mí mismo. 
–Exacto. Pondrá la balanza a mi favor, empezaremos la velada hablando de Roxana. 
–Como tú digas. 
–Deberías invitar a salir a Verónica uno de estos días. 
“Ya lo hice y no salió bien". 
–Jennifer arderá de celos cuando vea que estás con otra persona. Una parte de ella aún cree que volverás de rodillas pidiéndole perdón. 
Jennifer estaba más cerca y pude ver que venía caminando con aire triunfante. Seguramente encontró una pista y estaba ansiosa por restregárnoslo en cara. Ella era fuerte e independiente y no esperaba nada de nadie. No le daría ni frío ni calor verme con alguien más. Lo nuestro acabó hace mucho tiempo y no hace falta añadir que ella me dejó a mí y que fue la primera en superar la ruptura. 
–No lo creo. Ya ha pasado mucho tiempo –añadí justo antes de que ella se apoyara sobre mi puerta con aire de suficiencia para menear una bolsita blanca de evidencia entre sus dedos. Sabía que encontraría algo. 
–Buen trabajo. ¿Y eso qué es? ¿Una piedra? –cuestionó Gerardo mientras esforzaba su vista. 
–Muy gracioso. Es un arete –explicó Jennifer antes de subir al asiento trasero. 
–¿En dónde estaba? –indagué. 
–A un lado del camino. 
–¿No hubo señales de ella? 
Jennifer meneó con la cabeza. 
–Tal vez no quiere ser encontrada –sugirió mientras veía el campo a través de la ventana. 
–Aparecerá. Estoy seguro –dijo Gerardo mientras volvía a la carretera. 
Como agentes de policía nos había tocado presenciar un sinnúmero de historias sin final feliz, pero esta chica era muy joven y tenía toda la vida por delante. Sus profesores hablaban maravillas de ella y sería una verdadera pena que su vida terminara tan precipitadamente. 

 




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