Yo Lo Hice

Capítulo 26

Verónica  


Rebecca no llegó a clases, pero me envió un mensaje avisándome que estaba en el baño. Fui corriendo a la hora del receso y la encontré sola frente al espejo. Ella volteó a verme y vi que tenía un moretón en su pómulo derecho. Cubrí mi boca con mis manos y ahogué un grito. Ella me dijo que todo estaba bien y luego procedió a explicarme lo que había ocurrido. En realidad nada estaba bien. 
–¡Dexter te golpeó! –empecé a sentir que la sangre me hervía. 
–Me hizo pasar la vergüenza de mi vida. Todos vieron como me abofeteó. Maldito alcohólico. 
–¿Dónde está él? –indagué llena de ira. Ese infeliz se las iba a ver conmigo. 
–¿Quién? ¿Dexter? 
–Sí. 
–No lo sé. Ian se lo llevó, debería estar suelto a estas alturas si es que no confesó el crimen. 
–Esto no se va a quedar así. 
Rebecca rodó los ojos y me dio la espalda para comenzar a maquillarse. Me sentía culpable por lo que pasó. No había forma de que lo dejara ir así nomás.  
Rebecca entró a clases conmigo después de receso y fingió que no pasaba nada. Cubrió la mitad de su cara con su cabello y todo transcurrió con normalidad hasta las doce del medio día. La envié a su casa en un taxi asegurándole que todo iba a estar bien y me dirigí a la casa de Dexter en otro auto diferente. Este maldito iba a desear no haber nacido.  
Su jardín estaba hecho un desastre y más de la mitad de sus plantas estaban muertas. Él vivía solo y por eso toda su vida era un perfecto desastre. Eso pasa cuando tu padres te mantienen, pero no viven contigo. Encontré la llave debajo de una maceta y abrí la puerta de golpe. Lo busqué por todas la habitaciones hasta que caí en cuenta de que no lo habían liberado aún. Me senté en el sofá de la esquina con una copa de vino y vi las horas pasar una por una hasta que anocheció. Rebecca me envió varios mensajes diciendo que no era necesario, pero yo no lo veía de la misma forma. 
Hubo un sonido en la entrada principal hasta las seis de la tarde. Dexter no tardó en abrir la puerta. Aún tenía el uniforme de  la escuela y aunque su cabello estaba desarreglado era obvio que no le habían dado una paliza. 
Encendí la lámpara que estaba a mi lado y la luz iluminó la habitación. Dexter miró hacia todos lados lleno de pánico y fijo su atención en mí. 
–¿Verónica? 
Me puse de pies y me acerqué a él. 
–¿Creíste que no me iba a dar cuenta? 
–Puedo explicarlo… 
Le di una patada en los testículos y él comenzó a retorcerse de dolor en el suelo. Lo sujeté de la camisa y levanté mi puño con la intención de golpearlo, pero él comenzó a reír. 
–Vaya. Que bienvenida tan original. 
–No es una bienvenida imbécil. 
Le di un puñetazo justo en la mejilla derecha, pero me dolió más a mí que a él. Nunca había golpeado a nadie. 
–¿Y bien? ¿Eso es todo? 
Volví a levantar mi mano y él atrapó mi puño con su palma abierta. 
–Ahora es mi turno de hablar. ¿No crees? –Dexter aprisionó mi muñeca y se puso de pies con mucho esfuerzo. 
–Rebecca quiere contarle a la policía todo lo que ocurrió ¿Lo sabes verdad? 
–No tenías ningún derecho de ponerle la mano encima. 
Él no me dejó terminar de hablar y aprisionó mi cuello con la mano que tenía libre. 
–Nada de esto tiene la más mínima relevancia querida. Los agentes sospechan de nosotros y están muy cerca de descubrir la verdad. Debemos desviar su atención. 
–Si, claro. Lo hiciste muy bien –me mofé– Hiciste que centraran toda su atención en ti. 
Sus ojos comenzaron a brillar de ira. Ya se le estaba pasando el dolor de la patada. 
–Tu amiguita se ha convertido en un problema que debe ser eliminado cariño. 
Sus palabras enviaron un escalofrío por mi columna vertebral. Él no buscaba proteger a nadie más que a sí mismo. ¿Cómo pude ser tan estúpida al confiar en él? 
–Tuve mucho tiempo para pensar estando en esa celda sucia y oscura y se me ocurrió una gran idea. No es necesario que nos ensuciemos las manos para resolver esto. Tenemos a la sospechosa perfecta: Rebecca –su agarre sobre mi cuello se endurecía por momentos. 
–Ella estuvo allí esa noche. Solo necesitamos culparla de todo –continuó él– Será el único modo de ponerle punto y final a todo esto, una vez que esté hecho podremos salir del país juntos y ser felices. No la necesitas a tu lado, puedes conseguirte otra amiga en cualquier parte del mundo. 
Así como era capaz de culparla a ella sería capaz de culparme a mí cuando no le sirviera. 
Él me besó a la fuerza sin darme tiempo de responderle y yo mordí su labio inferior lo más fuerte que pude hasta que sentí el sabor dulzón de su sangre. Dexter soltó un gemido de dolor y retrocedió varios pasos mientras la sangre empezaba a brotar de su herida. La zona de mi cuello que él apretó me ardía de dolor. 
Me limpié la boca sintiendo un profundo asco. 
–¿Crees que yo te escogería a ti por encima de Rebecca? No seas ingenuo… 
–No me digas. Seguramente crees que ella haría lo mismo por ti. El auto con el que atropellamos a Roxana te pertenece a ti. Ella aceptará el primer trato que se le cruce por la frente sin pensar siquiera en ti. De hecho, es muy posible que testifique en tu contra. 
Ella y yo nunca nos traicionaríamos de esa forma, pero él sí era capaz de hacernos algo así. Teníamos que hablar antes de que hablara él. 
–¿Qué sabes tú de lealtad? 
–Si no te vas ahora mismo voy a llamar a la policía por allanamiento de morada y te aseguro que la estadía en la cárcel no es nada agradable –él se acercó al teléfono convencional de la pared y yo me marché de su casa porque lo creía completamente capaz de hacerlo.  
Tomé un taxi y fui directo a casa de Rebecca. Su madre me abrió la puerta y tuve que actuar como una persona normal, Rebecca llegó antes de que ella pudiera interrogarme sobre la herida de su pómulo y ambos nos encerramos en su habitación. La curita seguía en el mismo lugar, pero toda la piel alrededor estaba morada. Menos mal que no tuve que responder preguntas, no habría sabido qué decir. 
–¿Por qué estás tan agitada? –cuestionó Rebecca mientras me veía dar vueltas en círculos. 
–Ya sé lo que tenemos que hacer. 

 




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