Yo Lo Hice

Capítulo 31

Jennifer
Verónica y Rebecca se veían muy sospechosas frente a la casa de Dexter, ni siquiera podían fingir. Verónica saltó la cerca y desapareció detrás de la casa dejando sola a su amiga, Rebecca veía hacia todos lados con nerviosismo y no dejaba de consultar su reloj. Mi camioneta negra con vidrios polarizados estaba estacionada de forma casual a una sana distancia y no pareció llamarle la atención en absoluto.  
Seguramente Verónica iba a romper una ventana o algo así para robarle algo a Dexter. La idea de traicionarlo no era tan mala, pero irrumpir en su casa por su cuenta en vez de contratar a alguien más para hacerlo si era muy mala. No estaban protegiendo su identidad, ni estaban tomando en cuenta a los vecinos. Qué estúpidas… 
Cuando por fin Rebecca decidió que iba a entrar para servir de algo y ayudar a su amiguita vi a mi compañero Gerardo pasearse en la patrulla. Él estaba de turno y pasó junto a mi camioneta sin prestarme atención, pero se detuvo al verla actuar de manera sospechosa. Ella no se percató de su presencia y justo cuando iba a saltar la cerca Gerardo la capturó infraganti, me reí mucho cuando él la agarró del pie. 
Mi colega la esposó y se la llevó en la patrulla como la delincuente que era, sin embargo no se llevó a la rubia y Rebecca no iba a delatarla tampoco. Al menos no por el momento. Dexter no tardó en llegar y entró por la puerta principal sin advertir la presencia de la intrusa. Esto se comenzaba a poner interesante. Tomé un sorbo de mi coca cola y me puse cómoda para ver lo que iba a pasar. Verónica apareció luego de un rato, saltó la cerca y se alejó corriendo a toda velocidad. Después de todo no era tan tonta para romper una ventana, eso hubiera activado alguna alarma. 
Ellos estaban traicionándose mutuamente. Tal y como lo predijo Roxana. Cada uno iba a empezar a buscar su propio beneficio. Por el momento la amistad resultó ser más duradera que el amor. Así que ambas planeaban culpar a Dexter. Que rápido se acabó el amor eterno que se prometían. 
Sin embargo la alianza entre ellas tampoco duraría mucho. Cuando la policía descubriera que el auto de Verónica fue el móvil del crimen Rebecca no tardaría en inventar una historia loca para lavarse las manos. Su amistad no era verdadera, sólo estaban juntas para tener popularidad en la escuela, nada más.  
Acomodé mi asiento y manejé hasta mi casa. Ya no había nada más que ver de momento. Aún tenía puesto mi uniforme de policía y me sentía agotada después de una larga jornada de trabajo, pero en el fondo también me sentía intranquila y llena de ira. Tenía sed de venganza. No era posible que esos tipos siguieran libres después de haber asesinado a mi hermana. Necesitaba verlos tras las rejas y mi paciencia estaba llegando a su límite. 
Estacioné mi auto y entré a mi casa con lentitud. Estaba tal y como la dejé, ordenada y silenciosa. Me cambié de ropa y me puse algo más cómodo antes de sentarme en el sofá a ver televisión. La foto de Roxana estaba en todos los noticieros y algunas personas mantenían la esperanza de encontrarla con vida. Suspiré y cambié de canal. Era difícil dejar ir a alguien sin darle un último adiós. No me sentía capaz de seguir  con mi vida mientras no encontrara el cuerpo de mi hermana. Necesitaba enterrarla junto a mí padre y visitar su tumba de vez en cuando para poder darle un cierre a todo. Ese fue su último deseo. 
Justo cuando me disponía a ordenar algo de comer alguien tocó la puerta de mi casa. Busqué mi pistola en el bolsillo de mi pantalón y maldije al recordar que la había dejado en mi camioneta. Un vistazo a mi celular reveló que eran más de las ocho de la noche. Yo nunca recibía visitas.  
Ignoré mi mal presentimiento y fui a abrir la puerta. Él estaba allí parado en mi entrada sonriéndome como si nada hubiera pasado. Como si no hubiera matado a mi hermana. Era Dexter Bracamontes. 
—Buenas tardes. Lamento mucho molestarla en su día libre. Sé que no es el momento apropiado y que debería haber ido a su oficina, pero tengo información importante sobre su caso. 
Él se pasó la mano por el cabello rubio y me vio expectante. Sus palabras eran ensayadas y se notaba demasiado que estaba nervioso. Ni siquiera me había dejado responder a su saludo. 
Yo le di mi dirección por si tenia información importante sobre el caso, pero en realidad no creí que fuera a entregarse. 
—¿Es un mal momento? —cuestionó debido a mi silencio. 
Miré detrás de él y confirmé que había venido solo. No había señales de la rubia ni de la pelirroja. 
—No para nada. Pasa adelante por favor y ponte cómodo en el sofá. 
Me hice a un lado para que él entrara y señalé el sofá para que se sentara. Cerré la puerta con suavidad y agarré una grabadora y una libreta antes de sentarme junto a él. 
—Tres de octubre del 2021, estoy en compañía de Dexter Bracamontes y él tiene información importante sobre el caso. Puedes empezar por favor. 
Puse la grabadora en medio de los dos y me preparé para escribir. 
—En realidad no sé cómo decir esto. 
Él no había mentido tanto para después ir y meterse el pie a sí mismo. ¿Cuál iba a ser su estrategia ahora? 
—Sé que en estos momentos soy el principal sospechoso, pero no es lo que parece. He hecho todo lo posible para proteger a las chicas, pero hoy desperté y me di cuenta de que nadie me está protegiendo a mí. 
Lo sabía. Quería confesar primero para poder culparlas a ellas. 
—Continúa. 
Él empezó a mover mucho su pierna derecha. 
—Yo no estuve esa noche con ellas. Es decir… nos separamos a mitad del camino. Me bajé del auto y fui a una bar. Ellas me juraron que se iban a marchar a sus casas y yo les creí, sin embargo, mis dudas sobre lo que en verdad pasó esa noche han ido aumentando desde el comienzo de la investigación. Ellas han cambiado su versión de los hechos una y otra vez y su historia dejó de tener sentido para mí. Hace unos días oí a Rebecca decir que jamás debieron haberlo hecho, no tuvo sentido en ese momento, pero ahora creo que estaban hablando de Roxana. 
—¿Con quién estaba  hablando? —cuestioné. 
—Con Verónica, en la cocina de su casa. Siempre susurran cosas a mis espaldas. Y eso no es todo. Les preocupa que la policía revise una ubicación en específico. Creo que tal vez la atropellaron y huyeron. 
—¿Cuál es la dirección? 
—No lo sé con exactitud. Después de dejarme en el bar creo que regresaron a la fiesta de Lucy y se encontraron con Roxana. 
—Muy bien —apagué la grabadora— Vamos a ir hasta allí y me vas a mostrar la dirección. 
Me puse de pies y tomé mi chaqueta. Él estaba muy sorprendido. 
—¿Ahora? 
—Tu compañera de clase está desaparecida, no hay tiempo que perder. ¿Tienes alguna objeción? 
—No, pero podría estar equivocado… 
—¿Quieres que las interrogue a ellas? 
—Jamás lo aceptarán. Son capaces de culparme de todo. 
—Entonces estás en desventaja. Debemos buscar pruebas. 
Dexter finalmente accedió y ambos nos subimos a mi camioneta. Ya no tenía puesto mi uniforme policial y tampoco estábamos en una patrulla así que en teoría no deberíamos llamar la atención. 
Él estaba notablemente nervioso, pero aún así me guio hacia las afueras de la ciudad. Mi ira y desprecio hacia él aumentaba a cada segundo mientras manejaba. Ya me estaba hartando del juego del gato y el ratón. 
Dejamos atrás todos los edificios de la ciudad y el bosque nos empezó a envolver. No tenía ni idea de cuál era la escena del crimen exactamente y sentía mareos ante la idea de hallar el cadáver de mi hermana.  
y la incertidumbre que sentía en mi interior dio paso a la ira. 
—Es aquí —dijo Dexter cuando estábamos en medio de la nada. No existía ninguna señal de tránsito ni nada que pudiera distinguir la zona así que era obvio que él recordaba haber estado allí. Nadie se lo había contado. 
Él se bajó del auto con el ceño fruncido y empezó a dar vueltas como tratando de recordar, aproveché su distracción para sacar mi pistola de su escondite y guardarla en el bolsillo trasero de mi pantalón.  
Me uní a Dexter en la carretera y vi como veía fijamente el pavimento. Estaba recordando algo que vio y no parecía ser un buen recuerdo. 
—Esta es la dirección de la que hablaban —susurró. 
—¿No se suponía que me mostrarías el cuerpo? 
—¿El cuerpo? ¿Y cómo podría saber en dónde está el cuerpo? 
—Ellas hablaron de haberla asesinado. 
—Así es, pero yo no sé en dónde está Roxana. Solo tengo sospechas, corazonadas… 
Empecé a caminar lentamente hasta situarme frente a él. Ya no tenía paciencia para esto. 
—¿Está desaparecida o está muerta? 
—No lo sé. Verónica y Rebecca están ocultando la verdad. 
—Ya basta de jueguitos. 
Saqué mi arma y apunté directo a su cabeza. Dexter abrió mucho los ojos y levantó las manos. 
—Esto… no es necesario —su voz empezó a temblar. 
—¿Qué le pasó a Roxana? 
—No lo sé… 
Disparé cerca de su oído y él gritó como una niñita.  
—Eres un cobarde —dije asqueada. 
—¿Qué sucede contigo? 
—Sí no me confiesas lo que pasó esa noche te mataré y enterraré tu cuerpo en el pantano. 
—No puedes hacer eso —dijo lloriqueando. 
—Claro que puedo. Soy policía y nadie sospechará de mí, me encargaré de deshacerme de tu cuerpo y de hacer el crimen perfecto y nunca te encontrarán. Serás un desaparecido más que quedará en el olvido. 
—¡No sé nada, lo juro! ¡No sé qué quieres que diga! 
—Tú mataste a Roxana, los tres lo hicieron. 
Él no contestó y dio un paso atrás sin bajar las manos. 
—Quiero un abogado. 
—¿Y por qué quieres un abogado si eres inocente? 
—Estás loca. 
Ya estaba perdiendo la cabeza. 
—Acércate —le ordené. 
Él no movió ni un músculo así que bajé el arma y suavicé mi voz. 
—Cálmate, todo estará bien —le indiqué que se acercara con mi mano izquierda. 
Él se acercó poco a poco temeroso de que le hiciera algo y cuando estaba justo frente a mí lo golpeé en la nariz con el mango de la pistola. Él cayó al suelo gritando y con la nariz ensangrentada y quiso huir, pero yo lo agarré del cabello y presioné el arma contra su cabeza. 
—No te muevas. 
Dexter empezó a llorar y me provocó una oleada de repulsión. 
—Está bien, está bien. Te diré la verdad. Devuélveme a la camioneta, llévame a la cárcel. 
—No te voy a llevar a ningún lado. Vas a confesar todo ahora. 
—De acuerdo, de acuerdo… 
—Arrodíllate. 
Él se arrodilló y yo me puse frente a él para apuntar hacia su pecho. De ninguna forma me iba a tomar por sorpresa. 
—¿Qué fue lo que pasó esa noche? 
—Fue un accidente. 
—No me digas. 
—Roxana… ella… nunca la vimos pasar. Nunca apareció en la carretera. Si la hubiera visto caminar sola me hubiera detenido a ayudarla. 
—Claro que sí, te hubieras detenido para burlarte de ella. 
—Yo no quise herirla. No fue mi intención. 
—Supongo que nada de lo que hiciste en la escuela fue intencional. Ni siquiera la sangre de cerdo. 
—¡No fue mi idea! 
—¡Cállate! Háblame de esa noche. 
—No sabemos bien qué fue lo que pasó. Creímos haber golpeado a un ciervo, pero cuando bajamos del auto la hallamos a ella cubierta de sangre. 
Mi corazón se encogió y tuve ganas de dispararle allí mismo. 
—¿Ella estaba viva? 
—No, no lo estaba. 
—¿Llamaron a la ambulancia? 
—No lo hicimos porque teníamos miedo. 
Ni siquiera sé por qué me molesté en preguntarlo. Por supuesto que no buscaron ayuda, eso nos trajo hasta aquí. 
—¿Miedo de qué? ¿Miedo de ir a prisión? ¿Miedo de arruinar sus vidas? Que respuesta tan estúpida. Ni siquiera intentaron conseguir ayuda, son la peor escoria del mundo. 
Él no dijo nada y empezó a llorar con las manos sobre la cabeza. 
—¿Y qué hicieron después? 
—Yo quería llamar a la policía, de verdad… lo juro, pero ellas no querían… y… 
—¿Y? 
—Tuvieron la idea de deshacerse del cuerpo. 
Lo sabía. 
—Dejamos el auto tal como estaba y arrastramos su cuerpo hacia el interior del bosque. 
—¿Hacia donde fueron? 
Dexter miró hacia todas partes intentando recordar. 
—Por allá —él señaló un terreno irregular sin sendero. 
—Muévete —lo obligué a levantarse y lo empujé frente a mí para que me mostrará el camino. De seguro los infelices la habían enterrado, si ese era el caso podía irse preparando para desenterrarla con las uñas. 
Dexter empezó a adentrarse por el bosque y se tropezó mil veces, en parte porque estaba nervioso y también porque íbamos cuesta abajo y estaba muy oscuro. Era un estúpido si creía que podía atacarme y huir. Saqué una linterna de mi bolsillo y alumbré el camino para no caerme. Dexter tuvo problemas para recordar la ubicación y me hizo caminar en círculos por un tiempo hasta que después pudimos escuchar el sonido de una corriente de agua. Él siguió el sonido del agua y ambos caminamos hasta que llegamos al río. La orilla estaba llena de arena y el agua se extendía más allá de lo que mis ojos podían ver. 
—Aquí es —dijo Dexter como si eso explicara algo. 
No dejé de apuntar hacia su pecho en ningún momento. 
—¿Dónde está su cuerpo? 
—No lo sé. 
—¿Me quieres ver la cara de tonta? 
—La tiramos al río, no sabría decirte con exactitud. 
Miré el caudal del río y pude observar que aunque no era muy profundo en la orilla, la corriente se volvía violenta más adelante. Por supuesto, sin cuerpo no había caso. 
Tenía ganas de matarlo allí mismo, pero me contuve. 
—Búscala. 
Él miró con nerviosismo hacia el agua.  
—Puede ser que la corriente se la haya llevado hacia otro lado… 
—Ese no es mi problema, si no la encuentras te asesinaré aquí mismo. 
Personas como él no merecían vivir. 
—¿Quién eres en realidad? ¿Por qué te importa tanto Roxana? 
Al fin hizo una pregunta inteligente. No era tan tonto después de todo. 
Sonreí y le disparé en el pie izquierdo. Dexter empezó a gritar y retorcerse de dolor. La sangre manaba de la herida a borbotones y manchaba la arena. Él se tumbó en el piso con una mano sobre la herida y empezó a maldecir. 
—¡Maldita, estás loca! ¡Auxilio, que alguien me ayude! 
—Grita todo lo que quieras. Nadie te oirá aquí —me acerqué a él y presioné la pistola sobre su frente— Te diré lo que va a pasar ahora, tienes una hora para recuperar su cuerpo y si no lo recuperas hasta entonces puedes empezar a rezar. 
Él se arrastró hacia el agua y comenzó a sumergirse una y otra vez buscando el cuerpo de Roxana. Metía sus manos al agua con desesperación y no lograba sacar nada. Me senté sobre la arena para esperar y empecé a cronometrar su tiempo. Todos los días arrestaba a muchas personas como él y también veía a muchos culpables salir libres gracias a su dinero o influencias, pero este no sería el caso. Él saldría libre sobre mi cadáver.  




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